Tango feroz
El respaldo del Gobierno de los Estados Unidos hacia la Argentina duró para el mercado lo que un cigarro fumado viento en contra. El sector financiero, esa isla rea y problemática, inauguró el mes de octubre con una nueva embestida contra el dólar. Nada que no hayamos visto antes.
El Banco Central y el equipo económico que lidera Toto Caputo tuvieron que salir a la palestra. El barco se sigue sacudiendo pese a todos los cabos que han tirado desde Washington para estabilizarlo. Ni siquiera la confirmación de que el propio Javier Milei estrechará pronto la mano de Donald Trump y pasará una noche en la Casa Blanca alcanza para sosegar el ánimo de los inversores. Puede más, al parecer, el terror que infunde el fantasma del riesgo Kuka.
Hace tan sólo una semana un mensaje del secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, bastó para calmar la ansiedad del mercado local. Pero todo dura poco por estas pampas. Ingenuo, el Gobierno -zapatos lustrados, el pañuelo asomando en el bolsillo- salió a danzar lo que pensó sería una melodía sencilla y terminó bailando un tango feroz.
La plaza cambiaria no es una compañera dócil. La bendición norteamericana fue como un guiño, un cabeceo afirmativo, una señal de confianza. ‘Andá, dale que es tuya’. ¿Qué podía salir mal? Sólo había que tomarla fuerte por la cintura, tener un gesto de autoridad. Ella, sin embargo, se escurre, es difícil de llevar. Otros, antes, han conocido también su carácter indómito.
El Gobierno, entre confundido y desesperado, tomó entonces decisiones que encendieron alarmas. El martes anuló la posibilidad de que pueda comprarse el dólar oficial a través de billeteras virtuales. En cada cancelación hay olor a cepo, en cada maniobra brusca, miedo a la devaluación. Todo en el contexto de un mes electoral donde los especialistas vaticinan un resultado adverso para el oficialismo.
La política está obrando lo suyo en el escenario económico. Tal vez otra sería la dinámica si a fin de mes no hubiese elecciones legislativas a escala nacional. Pero lo cierto es que la convocatoria a las urnas abre el portal de la incertidumbre, sobre todo luego del patinazo del oficialismo en territorio bonaerense. Las preguntas se multiplican pero, en esencia, terminan siendo una sola: ¿Podrá La Libertad Avanza ejercer la gobernabilidad hasta el final del mandato?
La oposición, y cuando se dice oposición se habla de peronismo –en cualquiera de sus mil rostros posibles-, ya ha olido sangre. Se entusiasma y, en su armado subterráneo, sueña con que la gestión libertaria sea apenas una experiencia fugaz, una anécdota de estos raros tiempos que nos toca vivir.
DATOS DUROS
El mes de octubre trajo consigo en su jornada inaugural el dato de la recaudación tributaria, que experimentó un retroceso del 9% en septiembre, principalmente por cuestiones técnicas cuya explicación excede el interés de esta página.
Otro tema que tiene a más de uno en vilo es cuánto será el porcentaje de inflación del noveno mes del año, que el Indec difundirá en un par de semanas. Los analistas de la Fundación Libertad y Progreso estiman que sería del 2,4%, superando los números de agosto, mientras que Camilo Tiscornia evaluó para el Gran Buenos Aires un indicador del 2%.
Para los expertos es evidente que el latigazo del dólar impactará sobre el lomo de los precios, más temprano que tarde. Por ese motivo es factible que en los meses siguientes se aprecie un incremento del proceso inflacionario. Por si todo esto fuera poco, octubre llega con incrementos de casi el 2% en las tarifas de luz y gas, que se aplicarán a escala nacional.
En la Argentina de la vida real los precios lejos están de haber sido domesticados. Se cuenta que en el mostrador de las casas de repuestos los comerciantes sugieren a sus clientes comprar las piezas y encarar las reparaciones antes del 26 de octubre, temerosos de un salto del dólar el lunes posterior a los comicios. “Hacelo antes de las elecciones”, aconsejan con la sabiduría de quien tiene el cuero curtido por varias devaluaciones.
Entre los datos duros que durante la semana dio a conocer el Indec, se destacó que la tasa de desempleo nacional alcanzó el 7,6% en el segundo trimestre de 2025. Los números esconden fuertes disparidades según la región y el tamaño de los aglomerados urbanos.
La tasa más elevada se concretó en el Conurbano bonaerense, donde llegó al 9,8%, cifra que equivale a casi 1 millón de personas. No es casual el número en una zona industrial por excelencia, a la sombra de un programa económico que no fomenta la producción, más bien todo lo contrario.
Si se toma en cuenta el Área Metropolitana de Buenos Aires en su conjunto, el desempleo fue de 8,7%. Dentro de la Ciudad de Buenos Aires, en cambio, el indicador cae a 4,3%, lo que muestra el abismo que la separa de sus vecinos.
La región Pampeana se ubicó como la segunda con mayor desempleo, con un promedio de 7,4%. Allí se destacó el caso crítico de San Nicolás-Villa Constitución, donde la desocupación fue de 9,3%. Ahí está la huella de Acindar, empresa que dispuso suspensiones masivas por la merma en la producción.
El rosario de números de la economía argentina enhebró una cuenta más: la deuda externa, que superó los u$s 300.000 millones y es récord histórico. Pero para todo hay una explicación en estas tierras.
Aldo Abram, director Ejecutivo de la Fundación Libertad y Progreso argumentó que en realidad la deuda está en retroceso. “Hubo una caída inicial producto de la licuación en los primeros meses. Luego, un alza que no llegó a los niveles previos. Finalmente, una estabilización en esos valores, con un nivel que en agosto de 2025 resultaba u$s 29.086 millones menor al de noviembre de 2023”.
Y se pregunta: “¿Por qué el gobierno sigue tomando deuda? Porque el pasivo heredado, de u$s 491.000 millones, genera intereses que esta administración paga con ingresos genuinos, es decir, con impuestos. Sin embargo, también vencen cuotas de capital y, dado el prontuario de incumplimientos de la Argentina, muchos acreedores se niegan a renovar préstamos, a diferencia de lo que ocurre en países normales”.
POLEMICA
En Washington no todas son rosas. Si bien la administración Trump no dudó en arrojarle el salvavidas a la Argentina, se multiplican las voces críticas en las entrañas mismas del capitalismo norteamericano. Una de ellas es la de Brad Setser, exfuncionario del Tesoro durante la administración de Barack Obama y miembro actual del Consejo de Relaciones Internacionales.
En una nota publicada en el Financial Times, Setser advirtió que un swap de u$s 20.000 millones con la Argentina liquidaría el 72% del dinero del Fondo de Estabilización Cambiaria (ESF) del gobierno de los Estados Unidos, que cuenta con u$s 27.000 millones.
La desconfianza envuelve a la Argentina, ese moroso incobrable. “El Tesoro debería presionar, públicamente o privadamente, para que Argentina ingrese en una senda financiera sostenible”, argumenta Setser como una manera elegante e indirecta de hacer mención a la necesidad de dejar flotar el dólar en el sistema financiero.
No es el único que tiene esa mirada. Los ojos celestes de Domingo Felipe Cavallo, otrora considerado por Milei el mejor ministro de Economía de la historia argentina, miran más allá de las elecciones legislativas. Y lo que ve en el horizonte no parece muy auspicioso, al menos para el grueso de la población. Ya sabemos que él está blindado contra el dolor social.
En su blog personal Mingo escribió: “Cualquiera sea el resultado de la elección del 26 de octubre, para reencausar la política económica en la dirección de la estabilidad duradera y el crecimiento, el gobierno tendrá que definir reglas de juego monetarias y cambiarias”.
Y dice: “Como mínimo, deberán eliminarse de inmediato todas las restricciones para operar en el mercado cambiario, tanto para personas humanas como jurídicas, anunciar un programa de compras de reservas por parte del Tesoro y del Banco Central suficientes para enfrentar los servicios de la deuda de los próximos años y, por supuesto, dejar flotar el tipo de cambio sin ningún tipo de bandas”.
Quien pide plata prestada queda lógicamente condicionado por el prestamista. De allí que el Fondo Monetario Internacional se sienta con la autoridad para exigir que el Banco Central acumule reservas y sugerir ingenuamente la necesidad de que el variopinto arco político quede alineado detrás del proyecto libertario para asegurar la gobernabilidad.
Se viven momentos difíciles, jornadas de tensión y humor cambiante. Si todo sale bien, para cuando usted lea estas líneas el ministro Caputo ya habrá mantenido su primer cara a cara con Bessent en Washington. Se habrá hablado del préstamo, de las condiciones, la letra chica y el plazo.
Luego será el turno para que Milei se empareje con Trump. La Casa Blanca pone la música y la Argentina baila su tango feroz. La vida es una herida absurda.