Páginas de la historia

Steve Fossett

El 3 de julio 2002 cristalizó con éxito lo que parecía una aventura irrealizable. Un millonario norteamericano, Steve Fossett, aterrizaba con su globo en Australia. Era la primera persona en dar la vuelta al mundo en globo, sin haber hecho ninguna escala.

Viene a mi mente el recuerdo de otro soñador. El argentino Vito Dumas, que muchas décadas antes, culminaba una proeza parecida, pero por agua. Dumas había logrado dar la vuelta al mundo, también solo y en una embarcación a vela de nueve metros de largo.

La creación de los globos fue una idea de los franceseshermanos Esteban y José Montgolfier. Ellos se inspiraron observando el humo que ascendía desde el fuego. Entonces creyeron haber encontrado la posibilidad de que el hombre pudiese –con algún artefacto- desprenderse de la tierra, es decir, volar. Para ello tenían que fabricar un gas más liviano que el aire, que se llamó hidrógeno.

Y un día de noviembre de 1783 se dio el milagro.

El globo con dos personas a bordo ascendió al espacio por unos minutos, regresando a la tierra normalmente. Este importante avance de la ciencia, posibilitó –muchos años más tarde- la invención del paracaídas y de la aviación.

Transcurre más de un siglo. En nuestro país también hay entusiastas de los viajes en globo. Y un 25 de junio de 1908 se produce en la Argentina la primera ascención.

El globo “Pampero” se eleva al espacio y regresa serenamente como un pájaro majestuoso. Meses después -en octubre de ese 1908- el “Pampero” tripulado por Eduardo Newbery –hermano de Jorge Newbery- desaparece para siempre junto al piloto.

Pasan los años y en las postrimerías del siglo XX se hace realidad el sueño que imaginó Julio Verne en su libro “Cinco Semanas en Globo”. Un suizo, Piccard, psiquiatra, de cuarenta y un años y un inglés, Jones, de cincuenta y un años, por primera vez dan la vuelta al mundo sin escalas, en un globo. Demoran diecinueve días y recorren cuarenta y dos mil kilómetros. En ese raid tuvieron que sobrevolar durante seis días seguidos el Océano Pacífico. Partieron un 1° de marzo de 1999 y aterrizaron en Egipto un 20 de marzo. Habían batido el récord de permanencia en el aire.

Pero la hazaña del millonario Steve Fossett, lograda como ya expuse, en julio de 2002, tiene varias características especiales. Lo hizo solo, sin acompañantes. Lo repito, tenía ya 58 años. Fue su sexto intento. Es decir que había fracasado ya cinco veces.

Como si dijéramos, que la voluntad de triunfar no garantiza el triunfo, pero lo acerca. Y demoró solo trece días y 16 horas en total. Fossett es un fanático de los deportes con riesgo.

Fossett declaraba hace tiempo en una entrevista radial: “Tenía la ilusión de cumplir la promesa que me hice a mi mismo, de cristalizar este sueño. Me estoy acercando a los sesenta años y esta posibilidad me mantenía vital. Sé que perseguía una especie de quimera y tuve la felicidad de lograrla…”.

Años después, un 3 de marzo de 2005, ya con 60 años cumplidos, otra proeza extraordinaria. En el aeropuerto de Kansas, EE.UU., donde había partido 67 horas antes, bajaba Fosset, entumecido.

Había estado 67 horas sentado en la estrecha cabina de mando de un avión, con el que se constituía en el primer piloto en dar la vuelta al mundo, sin hacer escalas y totalmente solo.

Todos podríamos vivir sin realidad. Pero nadie puede vivir –ni aun siendo millonarios como Steve Fossett- sin alguna ilusión... Porque en definitiva, van hacia su destino, sólo aquellos que saben buscarlo.

Y un aforismo final para esta hazaña singular: “No hay puertas totalmente herméticas. Es cuestión de llaves…”.