En el concierto ‘Paisajes sinfónicos de Europa’

Sonidos que evocan otras latitudes

 


Orquesta Sinfónica Nacional. Programa integrado con obras de Jean Sibelius, Max Bruch y Ottorino Respighi. Dirección: Carlos Vieu. Solista: Lucia Luque (violín). El viernes 4 en el Auditorio Nacional del Palacio Libertad.



De alguna manera puede decirse que este concierto de la Orquesta Sinfónica Nacional presentado como ‘Paisajes sinfónicos de Europa’ ya sugería en sus intenciones recrear obras relacionadas con compositores de países representativos del Viejo Mundo. Y efectivamente, al comenzar con el poema sinfónico ‘Finlandia’, op.26, de Jean Sibelius (1863-1937), que data de 1899, se estaba evocando un país escandinavo característico.

Sibelius, autor de siete sinfonías y una figura relevante de la historia musical en su patria, produjo esa obra breve, de unos diez minutos de duración, que fuera en aquellos años un intento patriótico contra la opresión zarista, plasmando en sus compases las atmósferas del momento.

Nuestro director compatriota Carlos Vieu, invitado en esta ocasión al frente de la orquesta, logró una interpretación acorde a ese romanticismo y simbolismo predominante, para pasar luego al Concierto Nº 1 opus 16 del compositor germano -nacido en Colonia- Max Bruch (1838-1920), que se encuentra inscripto en la era del romanticismo musical. A sus veintisiete años produjo esta obra que significó el lucimiento de la violinista cordobesa Lucia Luque, de treinta y seis años, que comenzó a estudiar violín a los siete y debutó a los catorce.

Fue sin duda una interprete prolija, segura y expresiva que se ha presentado en concursos y se diplomó como profesora de violín en el conservatorio de Verona. Estos buenos antecedentes se manifestaron en el ‘Preludio’ que lleva la partitura y luego en el adagio del concierto de Bruch, que es donde encara los compases más virtuosísticos. Recibió merecidos aplausos.

CIUDAD ETERNA

Este recorrido de países llegó a su fin con las obras del compositor boloñés Ottorino Respighi (1879-1936). Y eso significó que el director Vieu transmitiera al público con criterio didáctico el sentido de las piezas y perfiles en ilustrativas referencias de lo que fue un aporte de obras alusivas a Roma, ciudad que Respighi admiraba, y donde falleció. Fue un cierre, por tanto, bien significativo.

‘Las fuentes de Roma’ inspiraron al autor, desfilando alusiones a cuatro de esas célebres fuentes, incluida la Fontana di Trevi. Una obra de unos veinte minutos de duración que dibujó musicalmente esos bellos paisajes de la ciudad eterna.

Pero ocho años después, como cierre de esa evocación, llegaron ‘Los pinos de Roma’, con la misma duración de tiempo en su partitura y debido al éxito obtenido con la primera. Respighi traza allí una evocación donde la orquestación luce subyugante y se despliega en el recorrido de los pinos romanos donde jugaban los niños en las afueras del casco histórico. Aquí Vieu y sus colaboradores lograron, sin duda, el mayor impacto de la noche en una lucida interpretación.

En resumidas cuentas, fue una encomiable jornada sinfónica con nuestro maestro compatriota en el podio en su creciente actividad, y la oportuna prestación de la violinista cordobesa. Esta vez el público cumplió con el silencio de no aplaudir entre los movimientos, como se recomendó por micrófono.

Calificación: Buena

FOTO: GENTILEZA SANTIAGO GARCIA