El rincón de los sensatos

Sócrates jubilado, Aristóteles ha renunciado

La pregunta más revolucionaria de todos los tiempos: ¿Por qué?­

Todos sabemos cómo crecen exponencialmente los datos, cómo se acumulan millones de bytes de información, pero hay un ejemplo que me gusta siempre mostrar, que es la curva de duplicación del conocimiento humano de Buckminster  Fuller.­

Dice que hasta el año 1900 el conocimiento humano se duplicaba cada 100 años (1 siglo); tras la Segunda Guerra Mundial, cada 25 años; en la actualidad cada 12 meses; y según los expertos se espera que los próximos años se duplique el conocimiento cada 12 horas.

¿Cómo hacemos entonces para apropiarnos de este conocimiento, que nos vuelve obsoletos, en cuestión de días? Está claro que, con los métodos tradicionales, no podemos hacer frente a esta cantidad de datos e información disponible.­

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EL VALOR DE LA FILOSOFIA­

­Umberto Eco, lo plantea en signos de pregunta: ¿Acaso la filosofía nos enseñara como usar la información?­

Actualmente, la respuesta es no, dado que ya no se enseña filosofía dentro de la currícula.­

Un tema que llama mucho la atención, dentro de los tantos déficits educativos de nuestro país, es la falta de enseñanza del pensamiento reflexivo, un objetivo educativo ampliamente aceptado, pero poco aplicado.­

La manifestación más elocuente de esta realidad es la comprensión de textos; el alumno no comprende lo que lee.­

Es que la finalidad del conocimiento ya no es su acumulación, cualquier niño o estudiante puede acceder a bytes de información en internet, libros, y revistas on line; sin embargo, los docentes, tradicionalmente, son concebidos como expertos que deben transmitir sus conocimientos a los alumnos, mientras que, a los alumnos se les premia por memorizar información y no por elaborar sus propias ideas y desarrollar un razonamiento abierto y crítico.­

Todavía recuerdo, el episodio sucedido en la escuela técnica número dos de Ciudad Evita, donde una docente, afín a un partido político, ataca con gritos e insultos a un alumno cuyo pecado es pensar diferente.­

Como consecuencia, los estudiantes no son aprendices muy activos: recurren a un enfoque más basado en la memoria, en lugar de integral, para adquirir los contenidos curriculares.  Emplean poco esfuerzo para elaborar ideas por sí mismos.­

Esto significa que el papel de los docentes debe cambiar; el trabajo del docente no es dar las respuestas, sino plantear preguntas que motiven a sus alumnos a realizar sus propias investigaciones.­

Y es que la memorización es el concepto más básico y menos enriquecedor en la enseñanza, siendo la comprensión, la aplicación, y el análisis niveles superiores.­

Obviamente, una clase en la que tomen un papel activo todos los alumnos conlleva una mayor preparación, trabajo y tiempo, por parte del docente, pero sobre todo constituye un cambio de paradigma.­

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UN PENSADOR REFLEXIVO­

­Muchos a esta altura se preguntarán qué es un pensador reflexivo.­

Lo defino por sus características que se aplican a todas las edades: es un pensador activo, aprende y desaprende, duda, cuestiona, tiene método, mente abierta, no es influenciable, no juzga ni agrede, posee un pensamiento independiente y busca la verdad, por encima de cualquier otra meta, reúne fuentes confiables de información, las verifica.

Un ejemplo paradigmático de este último punto es la cantidad de reflexiones atribuidas a Borges, que circulan por mails, internet, grupos de whatsapp, sin que ninguno, se pregunte por su veracidad.­

El individuo, con pensamiento reflexivo es curioso, humilde, practica la escucha atenta, posee autodisciplina; es decir, un método estructurado de aproximación al conocimiento, y genera nuevo conocimiento.­

Noam Chomsky, dice, muy típicamente, las instituciones, casi de cualquier tipo, intentan imponer la conformidad, la obediencia y la pasividad, no intentan fomentar el tipo de pensamiento y acción críticos que amenazarán la estructura de poder y dominación.­

Pienso que este concepto lo aplica muy bien la clase política de nuestro país, los cuales promueven la desinformación, la pasividad, la unidad de pensamiento, transmitir amnesia, y el interés de que no haya pensadores críticos que incomoden, que cuestionen al poder de turno.­

Despertemos el ágora en las escuelas, el sano debate, la escucha activa, la participación, el compromiso con la verdad, la resolución de problemas, la creatividad, la tolerancia para la pluralidad de pensamiento.

Es el único camino, y el que nos pondrá en el siglo XXI.­

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