Sin metas no habrá mejoras en la educación

Para la investigadora del Conicet Beatriz Diuk, la falta de objetivos claros en el proceso de alfabetización repercutió en los niveles de aprendizaje. Decenas de chicos llegan a tercer grado sin distinguir todavía las letras y esto impacta en su desarrollo.

“En la formación docente no se brinda un método para enseñar a leer y escribir, entonces, cada uno hace lo que puede. Los espacios de formación siguen con propuestas que ya tienen muchas décadas y que los maestros sienten que no funcionan. Entonces hay mucho desconcierto y necesidad de proyectos claros y que, además, funcionen. Es importante que los docentes puedan ver que los chicos aprenden y cada vez más rápido. Porque los alumnos están aprendiendo muy tarde y cuando esto sucede después eso tiene consecuencias”, explicó a La Prensa Beatriz Diuk, licenciada en educación y doctora en psicología, que creó la iniciativa educativa Dale!, destinada a dar apoyo a chicos que crecen en contextos de pobreza y que no logran completar el proceso de alfabetización al ritmo de sus pares.
En la Argentina, el 61,5 % de los alumnos más vulnerables no alcanza niveles básicos en la prueba ERCE de lectura de 3er grado. Esta es la evaluación de logros de aprendizaje de estudiantes de los sistemas educativos de América Latina y el Caribe que evalúa la comprensión de textos.
Además, en el país el 46,0% de los alumnos se encuentra en el nivel I, es decir, al leer textos adecuados a su edad, no son capaces al menos de localizar información o relaciones presentadas literalmente y realizar inferencias a partir de información sugerida, destacada o reiterada. El promedio en la región para este nivel es del 36,7 % Por el contrario, en el nivel más alto de lectura se encuentran sólo el 14 % de los evaluados en la Argentina. Esta realidad que viven los alumnos argentinos hace tiempo que es visible para Diuk, también investigadora del Conicet, quien suele ver las caras de niños que con curiosidad y esfuerzo intentan avanzar en el aprendizaje de la lectura y escritura, pero se frustran al no seguir el ritmo de sus pares. Algunos llegan a grados más avanzados sin reconocer todas las letras y la vergüenza pisa su autoestima provocando daños difíciles de revertir.
Para ayudar a paliar esta situación, la investigadora acaba de publicar “Enseñar a leer y escribir” (Siglo XXI), un libro que se presenta como “una guía práctica y equilibrada para orientarse en el barullo de la alfabetización inicial”.
En dialogó con La Prensa, la especialist destacó que “con muy poco se puede mejorar la situación actual”. -¿Qué siente cuando ve los resultados de pruebas internacionales que colocan a la Argentina por debajo del promedio?
-Me produce una enorme tristeza, porque supimos tener uno de los mejores sistemas educativos de Latinoamérica, y ciertamente hoy no es la realidad que vivimos. A pesar de que creo que tenemos todos los recursos y las capacidades para tener un muy buen sistema educativo, hay algunas cosas que no están funcionando en muchos órdenes y esto hace que nuestros resultados sean malos. Pero además, la situación me toca muy de cerca habiendo trabajado tantos años con chicos y chicas en contextos de pobreza. Yo sé lo que sufre un chico o chica cuando pasan los años y no aprende a leer y escribir. Los números nacionales terminaron reflejando esto, que es una realidad de hace mucho tiempo, pero que se está agravando, evidentemente, y que llegó la hora de enfrentar seriamente.
 

MÚLTIPLES CAUSAS
- ¿Qué falló para usted para que se siga hablando de alfabetización luego de que el país tuvo un nivel educativo tan bueno?
-Nada en educación tiene una única causa. Como en cualquier fenómeno social las razones tienden a ser múltiples. Hay cosas de la organización y gestión del sistema, de las políticas educativas. Además, hay una enorme cantidad de factores que inciden en esto, pero la realidad es que también tenemos un problema de enseñanza. Sobre esto último, no diría tanto estrictamente el método, sí más bien el enfoque de la instrucción en general y de la alfabetización en particular.
-Percibir que a un chico le están enseñando casi de la misma forma que a sus padres, pero en otra realidad completamente, ¿señala que no se modificó nada?

- Hay un enorme desorden. Alguien me dice ¿cómo le están enseñando a mi hijo? Y yo no sé cómo le están enseñando, porque cada uno hace lo que quiere. Hay órdenes para un lado y luego surgen otras directrices que van en un sentido contrario, hay prohibiciones e imposiciones que no funcionan. Entonces, no podemos decir cómo se enseña hoy en la Argentina. Justamente creo que ese es el gran problema, que hemos descuidado tanto la enseñanza, que dejamos a cada maestra y a maestro solo con lo que pudo hacer por sus alumnos.

-¿La escuela convoca a los chicos a ir a aprender o los desilusiona?
-La realidad es que frustra, pero no hace falta tanto para darlo vuelta. Nosotros estamos trabajando con cuatro provincias en propuestas y políticas de alfabetización de distintas escalas y lo que vemos es mucha alegría, entusiasmo y las transformaciones que hicimos no fueron tan profundas. Son algunos ajustes, mejores materiales, propuestas de enseñanza sistemáticas y claras. Cuando los chicos empiezan a ver que aprenden, esto les produce un enorme entusiasmo porque quieren el conocimiento, esto es indiscutible dada su curiosidad natural. Lo que pasa es que, a veces, si se encuentran con propuestas que no los convocan, esas ganas de aprender se ven muy restringidas. No se necesita hacer la escuela de nuevo, como esas cosas enormes a reinventar, sino que hay que hacer algunos ajustes en la dirección correcta. Hoy sabemos mucho sobre cómo enseñar a leer y escribir y cómo se aprende especialmente estas dos instancias. Con tener en cuenta esta evidencia tan abundante y generar propuestas que la recuperen y promuevan esas enseñanzas, es posible hacer una enorme diferencia.
 

OPORTUNIDAD
- Esta oportunidad de poder alcanzar a sus compañeros debe elevar la autoestima de los alumnos más rezagados, ¿no?

-Me acuerdo que una vez hablando con otra persona le conté que yo trabajaba en alfabetización y ella me dice que ella lo hacia sobre la autoestima a lo que le agregué que yo también, solo que no hago terapia. Es que el daño a la autoestima que provoca no saber leer y escribir y el apoyo que tiene aprender a hacerlo, demostrarse a uno mismo que sí podía, es increíble. Una educadora de Dale! me decía que un nene de sexto grado le dijo: ¿cómo no llegó esto antes a mí? Es que le cambió la vida.
-¿Cómo se aplica la propuesta en zonas alejadas o rurales donde pueda haber más necesidad y menos recursos?
- La ruralidad es un desafío enorme por la dispersión, por la distancia. Tenemos algunas cosas que hoy ayudan mucho, como las llamadas por Zoom, pero hay problemas de conectividad. A veces hablamos como si todo el país estuviera muy conectado, pero en la práctica, cuando uno quiere hacer una llamada con docentes de algunas zonas, se vuelve muy difícil. Pero tenemos el WhatsApp y con eso la posibilidad de enviar materiales digitales. Además, existe la oportunidad de hacer algunos encuentros presenciales, de ofrecer muchos elementos didácticos. Hay que reconocer que Dale! ha trabajado menos con la ruralidad y sí mucho en las ciudades, pero estamos empezando a explorar las posibilidades de incursionar en los espacios más alejados.
-¿Tiene alguna ventaja la enseñanza de su proyecto educativo en estos lugares aislados?
-Sí, debido a que, por un lado, hay un clima de convivencia muy lindo en las escuelas rurales y esto es importante. En algunos establecimientos urbanos situados en barrios muy complejos, las relaciones dentro de la escuela son un enorme desafío y es muy estresante para los docentes. En la ruralidad la situación es otra y es más amable.
Por otra parte, allí se ve la presencia de chicos de distintas edades como una virtud y no como un defecto o problema. No se debe percibir a la escuela rural como si fuera una institución urbana de menor nivel, sino que es un espacio que genera una comunidad de aprendizaje que integra a chicos de distintas edades y donde se pueden hacer cosas maravillosas. El problema está cuando se trata de que los de primero hagan la currícula de primero y los de segundo hagan la suya. Así se vuelve muy difícil, pero si encontramos maneras de integrarlos a los chicos, reconociendo los distintos niveles de aprendizaje, las distintas edades, la necesidad de una progresión, con una dinámica donde los chicos interactúen y donde uno sea una audiencia para otros, se pueden hacer cosas espectaculares en la escuela.
 

COMPRENSIÓN
- ¿En qué situación están la comprensión y producción de texto y el sistema de escritura dentro de la alfabetización?

-Se ha hecho un énfasis muy fuerte en el trabajo con los textos, que lleva un cierto descuido del trabajo con el sistema de escritura. Esto creo que es uno de los factores que identifico como un problema en la enseñanza en la Argentina, con una idea de que si los chicos están rodeados de textos ya solitos van a descubrir las letras, el sonido y cómo escribir. Esto es cierto para algunos chicos muy privilegiados que vienen de entornos muy fuertemente alfabetizados, pero para la gran mayoría de un país como la Argentina, esto no es así. Si el método no se trabaja sistemáticamente, tenemos los chicos que no aprenden a leer y escribir y esto es uno de los grandes descuidos que ha tenido nuestro país. Por otro lado, el trabajo con los textos tiene sus propias dificultades, porque también tenemos bajos niveles de comprensión lectora. Uno tiene que pensar, cuando trabajamos con textos, cómo lo hacemos. Creo que en Argentina se ha hecho trabajos muy lindos de disfrute de la literatura, pero este contacto no es lo mismo que el desarrollo de la comprensión lectora.
- ¿Esto se descuidó?
-Sí, creo que el desarrollo de la comprensión lectora también se ha descuidado. Persiste la idea de que si los chicos leen mucha literatura van a entender y esto no es cierto, porque además no se lee mucho o tanto como hace falta, debido a que no hay tiempo en la escuela. Me parece que no hay que dejarlos que construyan solos el sentido de un texto porque no tienen con qué herramientas hacerlo y hay que dárselas con una enseñanza organizada, con metas claras, entendiendo la progresión en el aprendizaje, con buena planificación y esto lo hemos abandonado en nuestro país.
 

CREATIVIDAD
- ¿Hay una idea de que ser sistemático es lo contrario de ser creativo?

- Sí. Se cree que sistemático es lo contrario de ser espontáneo y eso no es verdad. La sistematicidad es lo que te permite saber sobre qué territorio estás trabajando. Justamente por estar tranquila como docente se puede desviar de la ruta porque hay un camino. El problema es cuando no lo enseñan.
- ¿Cómo un maestro debe reconocer para saber que el aprendizaje está sucediendo o no?
- Se necesitan dos cosas de las que tenemos poco. Por un lado, metas claras. Es decir, qué hay que aprender en primer grado, en segundo o en tercero. Cuando trabajamos con docentes y les damos objetivos claros, se ve el alivio que sienten, porque les pasa mucho que como en nuestro país hay poco de esto, los diseños curriculares no les señalan esta idea de que es un proceso. Pero este tiene momentos importantes que tienen que ver con metas.
Pareciera que los docentes están en la situación de nunca saber si lo que están haciendo alcanza o no, si el nivel de sus alumnos es suficiente o no, y eso es un factor de mucha preocupación. En general, en el programa Dale! planteamos un rango, porque hay realidades muy distintas. Entonces, lo mínimo que deberían lograr todos los chicos es esto, lo deseable sería que logren esto otro. Y a los docentes les da una referencia, les ayuda a ver cómo planifican y, además, se puede evaluar.
 

INCERTIDUMBRE
- La incertidumbre sobre qué camino tomar, ¿proviene de una formación docente o de las directivas de un ministerio?

-Las dos cosas. Por eso hablamos de una política de alfabetización, porque todo el mundo dice que hace falta capacitación, pero con eso pareciera que el problema es que los maestros no están preparados y no es así.
Tampoco están las condiciones institucionales para hacer un mejor trabajo si no hay metas o un diseño curricular claro respecto a cuáles son los contenidos, cuáles son los objetivos de aprendizaje. Esas son condiciones básicas, los maestros llevan décadas trabajando sin eso y es muy difícil trabajar así. Porque además parece hasta arbitrario. Se tiene una directora que dice que una enseñanza está bien, pero luego otra autoridad dice que está mal. No hay parámetros con los cuáles guiarse en el sistema educativo.
- ¿Esto siempre fue así, incluso cuando la educación era mejor?

- No, hubo una época en que las metas estaban más claras. Hay muchos países latinoamericanos que tienen objetivos mucho más establecidos que nosotros. Ellos saben hasta dónde ir o cuál es el contenido mínimo. Además, si logran que los chicos lleguen al punto tres a partir de ahí saben que el año siguiente alcanzarán otro nivel más alto. Es decir, tienen metas y también cuentan con objetivos de mejora.
-¿Cómo manejan esto con la iniciativa Dale!?

-Cuando trabajamos con las provincias lo hacemos con los primeros tres grados y ponemos atención en lo que pasa en las aulas. Dale! es una oportunidad para chicos y chicas que fueron quedando atrás. Tener clara la importancia de las metas permite contar con instrumentos muy fáciles de usar que te indican si el chico tiene que estar en el nivel uno, en el dos o en el tres. Porque lo que necesitamos es una enseñanza ajustada a la necesidad de cada chico o chica. Para ajustarla hay que saber dónde están con un instrumento que sea objetivo porque a veces notás que lo que hace el chico es demasiado fácil para él y que ya está para más. Por esto como en la cotidianidad uno a veces pierde ese registro en el avance, hay instrumentos para avanzar y periódicamente se vuelvan a medir el nivel de los chicos, para que puedan seguir avanzando y subamos la vara de las expectativas en su alfabetización.
 

POLÍTICAS EDUCATIVAS
-¿Cuál es la importancia de los datos? ¿A futuro qué debería mejorar en ese aspecto el país?

-Es un tema fundamental. No se puede hacer política educativa sin datos. Si no sabemos dónde estamos y no contamos con información de calidad será difícil conseguir un diagnóstico de progreso.
En Dale! tenemos, por ejemplo, la apreciación de la docente, pero también buscamos información objetiva, porque en el vínculo subjetivo de la enseñanza pasan cosas que hacen muy difícil que el dato que se proporcione sea del todo imparcial. Las maestras se involucran emocionalmente con sus estudiantes.
Por otra parte, hay que buscar una manera de generar datos objetivos que permitan tener una medición. Y especialmente si el esfuerzo que se está haciendo genera resultados o no. Uno puede hacer un esfuerzo maravilloso, poner un montón de recursos de todo tipo, pero sin información imparcial no se puede medir nada ni decir si uno se está equivocando en cómo se está focalizando el trabajo. Además, si se basan solamente en reportes docentes, seguramente va a haber muchos que digan que las maestras están contentas, que sienten que hay un mejor clima en el aula y eso no deja de ser importante, pero a la hora de la verdad, la escuela tiene que garantizar que los chicos aprendan.