ELECCIONES 2023

Sin margen para la neutralidad

Por Roberto Chiti

Ante la inminente definición electoral que puede marcar el rumbo del país por las próximas décadas, la principal incógnita derivada de la primera vuelta sigue vigente. ¿Le alcanzará a Javier Milei el trasvase de votos de Patricia Bullrich para superar a Sergio Massa?

Dando por sentado que Unión por la Patria y La Libertad Avanza mantendrán la casi totalidad de votos obtenidos el 22 de octubre, el 24% que votó a Juntos por el Cambio tendrá un papel decisivo en el resultado. Y aunque, desde ya, los votos que obtuvieron Hacemos por Nuestro País y del Frente de Izquierda también tendrán un peso relevante, por una evidente cuestión de magnitudes los votantes de Patricia Bullrich marcarán la diferencia.

Ante este nuevo escenario configurado a partir del resultado la primera vuelta electoral, se produjeron dos movimientos esperables. Por un lado, un realineamiento de parte de la oposición en apoyo explícito a la candidatura de Milei, propiciada por Mauricio Macri y la misma Bullrich. Es decir, los dos actores más representativos de JxC -el fundador del PRO y ex Presidente de la Nación, y la ganadora de las últimas PASO-, interpretando el espíritu de su espacio y de la mayoría de sus votantes, actuaron políticamente en pos de un mandato primario: contribuir a que el kirchnerismo pierda la elección. 

El segundo movimiento suscitado fue la adopción de un cambio radical en la campaña de Unión por la Patria.  Si luego de las PASO el oficialismo había llevado al extremo la utilización de todo tipo de subsidios y recursos públicos a fin de poder ingresar al balotaje (lo que se denominó Plan Platita), estas últimas tres semanas dispuso todo el aparato del Estado para desarrollar una auténtica y sin precedentes “campaña del miedo” contra Javier Milei. 

Una trampa en distintas fases

Debe recordarse que toda la campaña del oficialismo se desarrolló sustentada en una especie de ilusión óptica para confundir al electorado. Desde el abandono del sello Frente de Todos que había llevado al gobierno a Alberto Fernández en un frente liderado por Cristina Kirchner y Massa -es decir los mismos referentes ahora de Unión por la Patria-, hasta situaciones insólitas como el ocultamiento total del Presidente y la vicepresidenta de la Nación de la escena pública.

A pesar de todo ello, tanto en las PASO como en la primera vuelta una amplia mayoría votó en contra de Unión por la Patria y apoyó opciones que claramente representan un cambio drástico. La evidencia fue contundente: entre Milei y Bullrich, candidatos considerados “duros” contra el actual modelo, totalizaron un 54% en la elección general.

Ante esta aritmética electoral adversa, la trampa kirchnerista adquirió una nueva mutación e hizo irrupción la ya mencionada estrategia del miedo, con el objetivo claro de disuadir a un sector de JxC, sobre todo del radicalismo o la Coalición Cívica, identificados más con el centro o la moderación, de votar al candidato de LLA. Votantes que, aunque se inclinaron por Bullrich el 22 de octubre, tienen rechazo hacia Milei, ya sea por su estilo disruptivo y discursos agresivos, o por sus propuestas (muchas controversiales) y posiciones ideológicas. 

Así se llegó a la actual instancia decisiva, en la que durante las últimas tres semanas muchos votantes de JxC vienen afrontando lo que se presenta como un auténtico dilema, al tener que optar entre dos alternativas que consideran malas. Y ante lo que cabe preguntarse: ¿Desde un análisis racional y sincero, pueden considerarse igualmente negativos ambos candidatos? ¿Hay elementos realmente válidos para que alguien que apoyó a Patricia Bullrich, ahora sea neutral y vote en blanco, o incluso lo haga por Massa?

El verdadero riesgo antidemocrático

Uno de los mensajes más insólitos que se buscó instalar las últimas semanas, consistió en acusar a Milei de representar “un riesgo para la democracia”, campaña a la que se sumaron medios supuestamente neutrales, intelectuales independientes y hasta artistas y clubes de barrio.

Lo absurdo del caso es que, según esta interpretación, alguien como Milei, que nunca hasta hace dos años había tenido participación en política, ni mucho menos fue parte de atentados de algún tipo contra instituciones democráticas, representaría un mayor riesgo para la democracia que el peronismo, que en su carácter de principal partido opositor tuvo un rol decisivo en la caída de los gobiernos democráticos de Raúl Alfonsín y Fernando De la Rúa. Y aunque es cierto que Milei en distintas ocasiones tuvo palabras agraviantes hacia la UCR y sus líderes, la brecha de relevancia entre un exabrupto discursivo y acciones consumadas, es abismal.

Más descabellado aún resultó que el actual presidente del radicalismo y gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, tomara partido por Sergio Massa, cuando hace tan sólo unos meses había acusado al gobierno nacional de un “intento de golpe institucional” en su provincia, ante la toma e incendio de la legislatura jujeña con motivo de la reforma constitucional. Mostró así, además, una desconexión total con el pensamiento de sus electores. En la primera vuelta presidencial en Jujuy Milei se impuso con el 37% de votos, y si se le suman los votos obtenidos por Patricia Bullrich, la oposición a Massa totalizó el 57%.

En el mismo sentido, representaría una flagrante contradicción con los principios republicanos que reivindica JxC, el apoyo al candidato de un gobierno que está desarrollando un juicio político a la Corte Suprema de Justicia, en una demostración más de su profundo espíritu contrario a la división de poderes. Por otro lado, el hecho de que la oposición deba reunir decenas de miles de fiscales para evitar que el oficialismo se robe las boletas y perpetre un fraude, ¿no es suficiente demostración de quién representa el verdadero peligro para la democracia?

Más que “normalidad”, opacidad

Para contrastar con Milei en su condición de outsider, quien combina aspectos académicos (se posicionó mediáticamente como un ferviente promotor de la escuela Austríaca de Economía) con rasgos personales más exóticos, la campaña del oficialismo trató de posicionar a Massa como el arquetipo del hombre común, una persona “como la mayoría de los argentinos”. 

Sin embargo, este intento de normalizar la imagen del ministro de Economía confronta con determinadas situaciones –de carácter oscuro e inquietante- que se le atribuyen. Una singularidad que caracteriza a Massa es que las acusaciones que lo vinculan con el narcotráfico provienen de todo el arco político. Por un lado fue Elisa Carrió quien, en numerosas oportunidades, acusó a Massa lisa y llanamente de ser “narco”. Y por el otro, su misma socia y aliada política, Cristina Kirchner, expresó que está “convencida que tiene vinculación con el narcotráfico”. En el mismo sentido, es conocida la estrecha relación de Massa con el ex fiscal Claudio Scapolan, destituido este año de su cargo por connivencia con el narcotráfico.  

Por ello, ante el ostensible halo de opacidad que rodea al actual candidato presidencial de UxP, llamó la atención que distintos referentes de JxC (como la misma Carrió y otros referentes de su espacio) se manifestaran neutrales de cara al balotaje. ¿Les resulta indiferente que pueda llegar a la presidencia alguien al que ellos mismos calificaron de “narco”? 

El mundo al revés

Más inexplicable aún fue el llamado de algunos representantes de la Iglesia Católica, entre los cuales el reconocido padre Pepe di Paola, a no votar a Milei, ya que “un hombre de fe no puede apoyar propuestas inhumanas, antivalores”. Lo inaudito es que estos mismos curas, que con gran compromiso confrontan en primera persona con las devastadoras consecuencias sociales y humanas que genera el consumo y tráfico de drogas, no hayan llamado a votar en contra de alguien vinculado al narcotráfico como Massa. 

Además, ¿ignora la Iglesia Católica Argentina que Sergio Massa, junto a Malena Galmarini, fue uno de los principales articuladores de la aprobación de la ley del aborto? ¿O que Massa nunca pudo justificar su patrimonio? ¿Y que tanto él como su familia fueron vacunados vip?

Lo que esto expone es cómo algunos referentes religiosos actúan más movidos por conveniencia política que por verdaderos criterios humanistas. De otro modo, nunca podrían considerar más contrario a la fe una discusión filosófica sobre venta de órganos (que fue tratada por Milei en TV, pero que en ningún caso implicó una propuesta concreta), que el accionar sistemático del espacio político que encabeza Massa, que ha atentado contra principios y valores cristianos esenciales en los hechos y con políticas concretas: narcotráfico, aborto, corrupción, impunidad, privilegios, clientelismo y empobrecimiento.

Dos modelos de país en pugna

La degradación a la que ha llevado el proceso de 20 años de kirchnerismo es categórica, con evidencias irrebatibles. Desde indicadores básicos que han decrecido a un nivel de deterioro impensado (en calidad de vida, educación, desarrollo humano) hasta manifestaciones que dan cuenta de un total rechazo a normas básicas de convivencia en un estado de derecho. Que el candidato oficialista haya obtenido más de un 70% de los votos en las cárceles, es una demostración más de la conexión entre kirchnerismo y delincuencia. 

Tampoco puede soslayarse la tendencia irrefrenable de este sector político a agotar los recursos del país -en lo que sí constituye un sistema esencialmente populista-, a expensas de determinados sectores para favorecer a otros, de acuerdo a su conveniencia política. 

Esta recurrencia a la política de subsidios discrecionales, y que atenta contra un modelo basado en la producción y el federalismo, tuvo otra fase de explicitud flagrante durante la campaña. La acción proselitista en los trenes del AMBA, asustando con el hipotético valor del boleto si ganara Milei, dejo una vez más en claro el desprecio del kirchnerismo por el interior del país, donde los pasajes del transporte público tienen efectivamente un valor entre tres y cuatro veces más alto.   

El actual balotaje, así, pone en discusión la continuidad o no de este ciclo político, el cual pretende prolongar su estancia en el poder ahora con Sergio Massa como primera figura. Posiblemente el más hábil de los exponentes que ha dado la política argentina en los últimos años para camuflarse en cualquier tipo de ropaje con tal de llegar al gobierno.

La mayoría de argentinos, y en particular los que votaron a Patricia Bullrich, manifestaron recientemente en las urnas que están en contra de la continuidad de ese ciclo. Este domingo, la única alternativa para cambiarlo será votar a Javier Milei.