El rincón del historiador

Sin República ni democracia

La República Argentina fue declarada como tal el 8 de octubre de 1860. La batalla de Cepeda y el posterior Pacto de Flores había hecho entrar en razones a los porteños. Nuevas discrepancias surgieron y una vez más chocaron el ejército federal con el de Buenos Aires y sus aliados en tierra de Pavón.

A pesar de una victoria inminente, Urquiza, en un acto que aún desconcierta a los historiadores, se fue del campo de batalla dejando la victoria en manos de Mitre quien se convirtió en el próximo presidente de los argentinos sin recurrir a las urnas.

Entonces Argentina comenzó a ser un país republicano, aunque no democrático. El pueblo no estaba preparado para hacerlo y entonces un grupúsculo dirimía el futuro del candidato con voto cantado bajo la mirada torva de un matón de comite (curiosamente la figura del matón terminó exaltada por la literatura en la figura de Juan Moreira).

Se necesitaron 50 años más para lograr el voto universal y secreto. El voto femenino demoraría otros 40 años. A pesar del voto popular y los sistemas legislativos vigentes el fraude generalizado enturbió la democracia. Con el advenimiento de gobiernos populistas, la democracia fue redimindida pero no así el espíritu republicano –ese que permite la voz de las minorías (que a veces son la mitad menos uno de los votantes…).

Aunque los políticos se llenan la boca con frases que exaltan la sabiduría del pueblo, a esta altura sabemos que no necesariamente la mayoría tiene siempre la razón. Como decía Borges la democracia es un abuso de las estadísticas… y justamente para luchar contra este abuso de “la mitad más uno”, está la República, la discusión interpares, el intercambio de ideas, el sinceramiento de los problemas y sus soluciones reconociendo el mérito de estadistas o técnicos que no están en el poder.

EL INEFABLE HERMINIO

En los últimos años se ha perdido el espíritu republicano, exasperando el “conmigo o sinmigo” del inefable Herminio Iglesias .Obviamente, esta división ha alimentado la grieta, desvalorizado a quienes no están dentro de la dictadura de la mitad más uno. Ahora, en estas elecciones que han pasado estamos al borde de quedarnos sin democracia, porque no hay nada peor que el fraude para una democracia.

Hay miles de testimonio de desmanejo en los cómputos, filmaciones, turbas rompiendo urnas, declaraciones de fiscales de mesa... pero la mitad afectada prefirió reservarse la oportunidad de quejarse para la elección definitiva.

Este final promete ser de bandera verde y las diferencias serán de voto a voto, como lo fue ,en su momento, la votación entre George Bush y Al Gore. Así es que muy probablemente los días después del 20 serán muy complicados, en una situación tan crítica como la que vivimos. Unos pocos miles de votos harán toda la diferencia...y no todos parecen dispuestos a aceptar mansamente el resultado de las urnas.

¿Podremos recuperar la república y la democracia? Cuando los valoren están tan distorsionados es cuando los clásicos adquieren una dimensión aleccionadora. Cicerón, el gran pensador romano, defensor de una república que perdía vigencia ante las ambiciones omnímodas de generales victoriosos, dijo: “Nada es más hermoso que conocer la verdad y nada más vergonzoso que aprobar la mentira y tomarla por verdad… pero es menester saber que la verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio…”.