“Siento un enorme respeto por el teatro”

Consagrado guionista y director de cine y tevé, Marcos Carnevale volvió a la calle Corrientes con ‘La cena de los tontos’. Dice que Norma Aleandro le enseñó a guiar a los actores en escena sin resignar su ojo de cineasta y anticipa su próximo proyecto en Hollywood.

“¿Expectativas? ¡Todas!”, responde Marcos Carnevale, henchido de entusiasmo, apenas transcurrida la primera semana de funciones de ‘La cena de los tontos’, la comedia del dramaturgo francés Francis Veber que dirige en El Nacional, con un elenco encabezado por Martín Bossi, Laurita Fernández y Mike Amigorena.

“Hemos trabajado intensamente. Esta es una obra exigente, que requiere de mucha disciplina y precisión. El resultado es muy bueno y estoy contento”, admite el destacado guionista y director de cine, teatro y televisión en un mano a mano con La Prensa en el que compartirá además anécdotas con Norma Aleandro y Alfredo Alcón, confesará sus límites a la hora de elegir un proyecto escénico y anticipará su próximo gran desafío: dirigir la remake de una de sus películas más exitosas en Hollywood.

-¿Le atrae cuando lo convocan para dirigir una obra de teatro ya elegida?

-En este caso sí porque soy admirador de Francis Veber, había visto la película y la versión teatral que hicieron acá Guillermo Francella y Adrián Suar en el año 2000. Aquello fue una bomba y al verla ya había notado que era un material atractivo y a la vez difícil. Cuando apareció la posibilidad de reeditarla y adaptarla a estos tiempos, me entusiasmé. Muchos conceptos, partiendo de la temática de la obra, cambiaron desde los años '80 cuando el autor la escribió.

-¿En qué aspectos nota esos cambios?

-La mirada hacia la mujer era otra; también esto de reírse de un tonto, que es el disparador del argumento. Me interesó porque hoy estamos casi todos de acuerdo en que reírse de alguien está mal, pero fijate que, sin embargo, en las redes sociales la cosa está peor que antes: cancelamos, hateamos, nos burlamos, señalamos. Se dice cualquier barbaridad del otro con total impunidad. Esos que condenan en las redes son los bullyneros de hoy, aunque ellos crean que no. Es algo muy enfermo lo que está sucediendo. Esta obra, justamente, pega la vuelta y te hace ver que el que condena es condenado. Me pasó algo similar cuando hice (la película) 'Corazón de León'. Al principio, todos se reían del enano que interpretaba Francella y luego terminamos dándonos cuenta que en realidad todos somos un poco enanos: nadie es perfecto. También en 'Goyo' hablé de la imperfección, de que todos somos incompletos y tenemos que querernos en esa imperfección. Nadie tiene la autoridad para señalar al otro y decirle ‘te falta esto o lo otro’.

 

ADAPTACION

-En los hechos, ¿cómo fue la adaptación?

-Hice mayormente una reedición de los diálogos, de las miradas. Los personajes también son distintos: Mike hace a un snob más de esta era. Y Martín juega un personaje más conservador, que todavía los hay, muy del Microcentro, de pantalón gris y camisa celeste.

-En el caso de Laura, desdobló su participación en dos personajes.

-Así es, los únicos dos personajes femeninos de la obra los encarna ella, y ha hecho un trabajo divino para lograrlo. Me pareció que al traer a Laura para esta pieza debíamos enaltecerla y darle la posibilidad de un lucimiento que a ella le resultará interesante, y al público también. Se me ocurrió, lo planteé y lo laburamos un montón. Armamos un mundo para cada personaje, con una estética y una manera de actuar bien diferentes.

-A Martín ya lo había dirigido en cine ('Viudas') y en la serie 'Amores inesperados’. ¿Cómo fue en este caso?

-Su desafío sigue siendo abandonar el showman que enfrenta al público rompiendo la cuarta pared para inaugurar, en este caso, el actor de texto en teatro. No fue sencillo porque debió superar una barrera muy grande. Naturalmente, en el cine y en la serie ya lo había logrado porque es un actor divino, pero en el teatro el riesgo era, una vez más, irse hacia esa pared que falta. Hizo un gran esfuerzo, hasta creo que sufrió un poco, porque este personaje es incluso un ser contenido y él es más inquieto. Me decía: "me sometés a la incomodidad...pero es lo que más me gusta". Esa incomodidad la transformó en algo positivo.

 

RESPONSABILIDAD

Más que presión por repetir el éxito de taquilla en que se convirtió la puesta del 2000 en el Lola Membrives (que luego se repitió en Mar del Plata en 2009), Carnevale dice que aquel antecedente lo ubica "en un lugar de mucha responsabilidad. Sobre todo porque Guillermo y Adrián están en el equipo (ahora son coproductores), y hablar de ellos es hablar de Messi y Maradona".

"Yo trato de enfocarme mucho en que esta es otra versión, otro momento, otros actores, otro director. Esta es nuestra versión y si queremos estar a la altura de aquella es para enaltecerla. Sería muy soberbio pretender superarla. Incluso, no creo que sean proyectos comparables porque tanto Adrián como Guillermo tienen una impronta tan personal y tan instalada en la gente, que son más que actores. Es el mismo caso de Susana Giménez; ellos son estrellas, figuras a las que a uno le resulta difícil disociar de un personaje".

En ese sentido, considera que al trío protagónico actual le puede resultar hasta más sencillo camuflarse detrás de las criaturas moldeadas por Veber. "Martín puede decir 'yo soy François Pignon' y que la gente no piense inmediatamente 'ah, pero además es Martín Bossi'. Eso lo libera de algo, y en el fondo está bueno".