Abundan los comentarios sobre la sentencia que condenó a la vicepresidente a seis años de prisión. Al menos por hoy, me propongo no saturar al lector con uno más.
En cambio, pido se me permita alguna reflexión acerca del desatino con el que, en su alegato, la vice pretendió cubrirse con el capuchón de ejecutada. Dijo entonces: "Cuando hablé de
La distancia que va entre seis años, de hipotético y dilatado cumplimiento y la pena capital, salta a la vista. Y es el caso que, luego del fallo y en línea con lo antes dicho, agregó que la había condenado: "Un partido judicial, una mafia, un estado paralelo''.
En ese caso, ningún "partido judicial'' entorpeció la investigación. De ello se encargaron la fiscalía interviniente y las fuerzas de seguridad a cargo de Berni, que destruyeron la escena del crimen.
Nisman no tuvo oportunidad de defenderse, ni de alegar. Tampoco enfrentó a un pelotón de fusilamiento. Directamente, recibió un disparo en la cabeza; que nada tiene en común con el
Amén de la muy infortunada comparación que hizo la vice de su condena con la pena de muerte, no parece que juegue contra ella ningún "partido judicial''.
Veamos: la denuncia de Nisman -formulada contra ella y otros funcionarios- fue desestimada muy prontamente por el juez Rafecas (decisión luego revocada por la Cámara de Apelaciones). Además, la causa por la que ahora se la condena, durmió una larga década en el juzgado del Dr. Ercolini.
También en otra causa por enriquecimiento ilícito, que afectaba al matrimonio Kirchner, contó con una
Como si esto fuera poco, otro fuero permitió que Cristina acumulara, indebidamente, su jubilación de ex presidente con una pensión como viuda de otro ex presidente.