Claves de la política

Si Milei esta loco, Cristina está reloca

La idea que el Presidente es un alienado está instalada no solo por el libro que se ha escrito sobre él: El Loco. Independientemente del texto, muchos hablan de eso, por ejemplo el racional Patricio Rey.

Los más atrevidos lo denominan “siquiátrico”. Seguramente la personalidad de Milei ayuda. Sus salidas destempladas, sus ataques impiadosos, sus palabras canyengues, su gestualidad maleva de vodevil, le dificultan la posibilidad de tener un millón de amigos, al decir de Roberto Carlos.

Sin embargo separando la paja del trigo, la pregunta a realizarse es la siguiente: ¿Está perturbado y por eso su conducta?, ¿o bien está loco por la reforma que nos propone? Diría, más que una reforma una revolución.

El asunto de la personalidad es, a mi ver y entender, una excusa, y la revolución, la causa verdadera. La desregulación, las privatizaciones, las inversiones extranjeras con ciertas ventajas para que vengan verdaderamente, la reforma laboral, el déficit fiscal cero, encarcelar y perseguir a los delincuentes, poner en valor a las Fuerzas Armadas suprimir el lenguaje inclusivo, batallar contra la ideología de género.

¡Es una cosa de locos!

DON YO

De ahí los ataques. Ciertamente no es la primera vez que ocurre. A Sarmiento además de llamarlo Don Yo, le decían loco. Naturalmente el lector avivado entenderá que no estoy comparándolos. Digo que a Sarmiento también le decían “loco”. Nada Más.

Es cierto que el sanjuanino daba que hablar. Cuando la Provincia de Buenos Aires, a raíz del Acuerdo de San José de Flores, introdujo reformas en la Constitución de 1853, estas fueron discutidas luego en una Convención Nacional ad hoc. En ella se reunieron nuevamente provincianos y porteños para cerrar definitivamente las controversias. Se logró a pesar de los exabruptos de Sarmiento, representante por Buenos Aires. En una de las tantas sesiones, en actitud hostil y ofensiva, se sacó los zapatos y montó sus pies descalzos sobre los bancos apuntando a los provincianos.

Más tarde al asumir la Presidencia, y no más el primer día, se le acerca un empleado de la gestión anterior para darse a conocer o pretender continuar en la nueva, Sarmiento sacó nuevamente sus zapatos y lo corrió con el calzado en las manos por las Casa Rosada hasta echarlo a la calle.

El segundo día concurrió a la casa de gobierno en carroza con soldados de enorme estatura, seguido por dos cañones. A los trece días aparecieron colmadas las calles con carteles que decían: “loco, maniático, animal en dos patas y peludo”. En fin el anecdotario extravagante de su personalidad es gigantesco.

Sarmiento mismo en carta a Lucio V. Mansilla reconoce que le dicen “loco”. Y esto sin citar las cartas a Mitre sobre que hacer con el gauchaje. Lo cierto fue que luego de visitar a Urquiza en Concepción del Uruguay -un giro copernicano de Sarmiento en dirección a cerrar heridas con el interior- un grupo de porteños enojados por esa conducta dispuso: “Que si el Presidente busca la alianza con el interior hay que deshacerse de Urquiza. En caso que fallara esto, al regreso de Sarmiento a Buenos Aires con cualquier pretexto, se le declara loco, y previo un reconocimiento de médicos, se lo encierra en el Hospital de San Buenaventura.” (AGN. Archivo Urquiza. Carta de P. Larrosa a Urquiza. 18/1/1870)

Hay más, pero por ahora lo dejamos, tranquilo. ¡Y acá está la madre del borrego! Encerrarlo por loco al atreverse a dar vuelta como un guante la política de aquellos años.

EL PRESENTE

¿El único loco es Milei? ¿Cristina, no? Veamos La ex Presidente acaba de hacer declaraciones de una imprudencia absoluta, lindante con una insanía intelectual, y esto, por ser prudentes, y no involucrar su mundo emocional.

Dijo en el Instituto Patria: “Después del golpe de 1976 hubo un tiempo de tremenda violencia y sin embargo gran parte de la sociedad decía algo habrán hecho”.

Estas declaraciones merecen un artículo más extenso, pero por ahora solo diremos que Cristina omite la violencia anterior al golpe, precisamente la que desataron las bandas terroristas, con las que simpatiza, atacando a la sociedad argentina y particularmente al peronismo. Y luego responsabiliza a la sociedad porque decía “algo habrán hecho” Pregunta: ¿se equivocaba la sociedad? ¿no habían hecho nada los subversivos? ¿Eran acaso almas bautismales?

Más adelante: “En estos momentos de crueldad e individualismo, que nos parece que son inéditos, pero ya pasaron cosas similares y no es la primera vez que la sociedad reacciona de esa manera”.

En síntesis Cristina emparenta al tiempo actual con las dictaduras, la decisión de un grupo de oficiales superiores de las Fuerzas Armadas con la voluntad del 56% de los argentinos. Entonces: ¿Quién está más loco?