Shock: Cuidado con las palabras

Shock, en castellano "choque" quiere también decir, según la Real Academia Española, trauma, sobresalto, conmoción, sacudida, colapso, impresión. ¿Qué puede tener que ver con un plan económico que, en todo caso, ha de plantearse ante una emergencia?

Asimilarlo a la situación médica que así se define resulta más grave y más confuso aún: el estado de shock consiste en un deterioro circulatorio extremo al que puede llegarse por distintos caminos. Los más comunes son hemorrágicos, cardiogénicos, sépticos, en fin todos capaces de poner al enfermo al borde de la muerte y con frecuencia irreversibles. Para más datos, existe también -aunque parezca paradoja- el "estado de shock crónico", que correspondería a nuestra golpeada economía pero no a su solución.

Del término shock abusa la actual oposición que, al mes de haberse inaugurado como tal, ya se está haciendo la desentendida del descalabro de larga data del que es responsable. Pero no es el único juego de palabras que aplican estos noveles opositores. Los mismos que acaban de abandonar los cargos con los que se han enriquecido o, en no pocos casos, continúan haciéndolo desde el ejecicio de la obstrucción parlamentaria, gremial o seudo social -especialistas en los más complicados circunloquios- transforman la realidad en sofismas que buena parte del periodismo asustado por una posible “hora de la verdad” ayuda a propalar.

Apenas un ejemplo de la pretendida sutileza de los medios progresistas: así como no disculpan al jurista Barra cierta imprudencia de cuando era adolescente, borrada por toda una vida de correcto ejercicio de su profesión; así perdonan la literatura pornográfica del recientemente promovido "Tucho" Fernández, señalando que se trata de un “viejo libro reflotado” que había sido escrito por el sacerdote alrededor de los cuarenta años.

Más allá de que habrá que andar con pie de plomo para seguir la evolución de un gobierno lleno de dificultades, lo primero será no caer en la trampa idiomática de esta nueva oposición y sus múltiples disimulados cómplices, adoradores reales de la mentira.