Ser y parecer

No es lo mismo ser que parecer. Javier Milei es el presidente de la Nación pero muchas veces no lo parece. Sumergido en una campaña electoral que, victoria mediante, puede allanar el programa económico ultra liberal del oficialismo, el mandatario muestra el Mister Hyde que lleva adentro.

En la tribuna de Junín, cuando arengó a las masas entonando la canción que mentaba al pingüino y al cajón, o en la breve caravana por Lomas de Zamora, interrumpida por un piedrazo y varios insultos, sacó a la luz su personalidad desbocada. Esa conducta lejos de engrandecerlo, lo empequeñece. No es lo que se espera de un jefe de Estado.

La democracia que supimos construir es frágil. Hay que cuidarla. Tiene 42 años pero sería un error pensar que podemos dejar que camine sola. Los excesos la magullan, la estropean. El fanatismo, el desborde, imantan a un puñado de votantes pero genera un fastidio general. La sociedad entonces comienza a pensar ya no sólo que los políticos son prescindibles sino y sobre todo que la política como herramienta para el cambio no sirve.

La necesidad de sostener una empresa, de ganarse el sustento diario de mil maneras diferentes, de afrontar las obligaciones cotidianas, termina por eclipsar el interés por las elecciones, los candidatos y el sistema todo. Con el barro del hartazgo se moldea la figura del indeciso. El que hoy vota a la derecha y mañana a la izquierda. La persona a la que todo, en definitiva, le da igual.

Como suele decirse, el hábito hace al monje. Los exabruptos de los políticos espantan a un votante timorato que ya no cree en el poder transformador de la política. El pensador esloveno Slavoj Zizek advirtió sobre el resquebrajamiento de la democracia liberal en el mundo. Escribió:

“Hoy todo el mundo puede imaginar el fin del mundo, pero nadie puede imaginar un orden social distinto. Es casi como si tuviéramos prohibido pensar en ello. Aunque vivamos en una era de elecciones supuestamente libres, suelen ser decisiones vanas, como elegir entre una Pepsi y una Coca-Cola. Cuando se trata de elecciones sociales fundamentales, no existe ninguna opción. Hace sólo 20 años las personas al menos podían pensar que las cosas podían ser diferentes. No creo que la democracia liberal sea necesariamente la manera definitiva en que se organizará la sociedad en la nueva era”.

Por ahora es lo que tenemos, el menos imperfecto de todos los sistemas políticos que se ha dado la humanidad. Pero, como en cada campaña electoral, los protagonistas atentan contra su supervivencia.

ESPEJISMOS

En la economía también se juega esta relación entre ser y parecer. El Gobierno toma todas las medidas que marca el manual de la ortodoxia económica. Quiere ser previsible, confiable ante la mirada del otro, donde el otro puede ser el mercado internacional, los inversores con la piel tantas veces escaldada. Y, sin embargo, el riesgo país lejos de bajar, sube hasta los 800 puntos básicos.

El dólar también está sensible. La contienda electoral genera una clásica y lógica cobertura de carteras en moneda extranjera. Acá nadie confía en nadie. Por eso la divisa estadounidense tuvo un sprint alcista de cuatro rondas consecutivas que finalmente se detuvo cuando el Banco Central elevó los encajes.

La tasa ha vuelto a ser protagonista de esta historia por su elevado nivel, lo cual obra como aspiradora para el excedente de pesos que tiene el sistema pero, al mismo tiempo, funciona como un enorme lastre para el sector productivo. Sacar un crédito es una real aventura. Gana espacio, como en otras épocas, la patria financiera, la versión parasitaria de una argentina que necesita crear empleo.

El esquema de banda cambiaria implementado por el Gobierno tras el abandono del sistema de micro devaluaciones mensuales ha generado un escenario propicio para la salida de dólares. En el segmento turismo esa realidad es evidente: en julio la cantidad de argentinos que viajó al exterior se incrementó un 26,5%, mientras que se retrajo un 16% la llegada de visitantes.

El 70,2% del turismo emisivo se dirigió a los países limítrofes. Los principales destinos fueron Brasil, con 23,0%; Chile, con 18,1%; y Paraguay, con 15,0%. El 46,7% de los turistas residentes salieron del país por la vía aérea; el 46,0% lo hicieron por vía terrestre; y el 7,3% optaron por la vía fluvial/marítima, destaca el informe del Indec.

DURA REALIDAD

La realidad argentina es por demás heterogénea. El crecimiento, allí adonde lo hay, es sectorizado. Similar fenómeno ocurre con el consumo masivo, que ha experimentado una mejora del 1,2% en el primer semestre tras una contracción del 16% en 2024.

Contarle las costillas al consumo es una de las maneras de ver cómo impactan las medidas económicas en la sociedad. El último estudio de la consultora NielsenIQ reveló una reconfiguración de las dinámicas de compra, un cambio de estrategias propios de los tiempos de crisis.

La diversidad no se da sólo en materia de rubros sino que se detecta en zonas geográficas. Por lo pronto, el denominado “interior del país” se ha convertido en el motor del crecimiento, con una mejora del 85%, contra el 48% registrado en el Gran Buenos Aires.

El repunte viene, según el paper, por el lado del consumo masivo. Es decir, en las categorías como alimentos no básicos, bebidas sin alcohol, limpieza para hogar y ropa, y cosmética. “Si bien estas familias de categorías se recuperan, es importante destacar que todavía se encuentran entre un 35% y un 40% por debajo del consumo de 2017”, señala la consultora.

La realidad en las provincias, sin embargo, es variopinta. El programa económico tiene sus bemoles, sobre todo por el lado de la producción y la generación de empleo. De allí que en algunas familias el único camino para solventar sus cuentas sea el del endeudamiento. Es, sin dudas, pan para hoy y hambre para mañana.

De hecho, en la provincia de Salta los pedidos de quiebras personales escalaron al número de 100, una cifra considerada inédita para el tamaño de esa población. “Esto revela que cada vez más las personas acuden a los tribunales no para evitar embargos o salvar empresas, sino para poder cobrar su sueldo completo”, explican los expertos.

Buena parte de la población tuvo que recurrir al uso de la tarjeta de crédito para financiar sus gastos básicos, con singular suerte. Según los últimos datos, la morosidad de las familias con el plástico iguala al 2020, durante la época de la pandemia.

Las estadísticas sirven para describir algunas situaciones puntuales. Por ejemplo, en la Ciudad de Buenos Aires se registró un aumento récord del 27% en la cantidad de personas en situación de calle, de acuerdo a cifras divulgadas por el Instituto de Estadística y Censos de la Ciudad.

La población en situación de calle pasó de 3.560 personas en abril de 2024 a 4.522 en mayo de 2025. El propio relevamiento oficial destaca que la cantidad de gente durmiendo en la vía pública "alcanzó el valor más alto de la serie exhibida".

En este clima electoral el gobierno porteño no tuvo mejor idea que echarle la culpa a la provincia de Buenos Aires. El ministro de Desarrollo Humano y Hábitat porteño, Gabriel Mraida, aseguró que “es necesario que el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires ponga manos a la obra con los chicos en situación de calle. El 70% viene de allá".

Sin embargo, el Tercer Censo Popular realizado por organizaciones sociales elevó la cifra total a 11.890 personas, un 64% más que en 2019. De ese total, el 38% de las personas quedó en la calle hace menos de un año.

RUMBO CONFIRMADO

La semana estuvo salpicada de escándalos, agresiones, gritos y polémica. En medio de ese torbellino los representantes del gobierno dejaron en claro, en distintos escenarios, que el rumbo elegido se mantendrá firme. El superávit fiscal y las políticas implementadas para alcanzarlo no se negocian.

La economía toda parece haber ingresado en un proceso de hibernación del cual comenzará a salir al otro día de las elecciones legislativas. Por ahora nadie invierte ni ejecuta movimiento alguno. Si las urnas respaldan al Gobierno, pues entonces puede ocurrir que Javier Milei avance a paso redoblado por el terreno de las reformas estructurales.

Hasta entonces sólo queda aguardar. Los libertarios sueñan con un apoyo popular que pavimente el camino hacia los cambios profundos. Añoran también el retorno al mercado de capitales y darle ciertos visos de normalidad a una economía apaleada que no crece ni genera empleo. El flagelo, vale aclararlo, lleva más de una década.

Ser y parecer son las dos partes de una ecuación donde los términos necesariamente deben equilibrarse. En el terreno político, para que deje de aparecer el Mister Hide que más de uno lleva adentro; en lo económico, para que las mejoras que vislumbran algunos sectores de la actividad productiva derrame, finalmente, y se transforme en un beneficio para la mayoría.