UNA MIRADA DIFERENTE

Semana de carnaval

Una auténtica carnestolenda los siete días que culminan hoy. Tuvo aires de murga, comparsa, corso y concurso de disfraces.

El miércoles de cenizas, también día de San Valentín, el santo marketinero importado de EEUU, sorprendió con una epístola de la jefa espiritual del peronismo a sus menguados seguidores, un acto de enamoramiento de la Patria, según ella, una especie de súbito estallido de sentimiento estilo Gran Hermano con que trató de cumplir diversos objetivos, según las varias exégesis que se han hecho al respecto. 

Para algunos intentó ratificarse como jefa del movimiento, de facto, habrá que aclararlo, o sea al estilo típico partidario. Hay quienes piensan que simplemente quiso volver a ocupar un lugar central en una discusión que ya no la tiene como participante.  Para otros quiso poner una traba al acuerdo LLA-Pro, o Milei-Macri, por un lado ofreciendo alguna posibilidad de poder acordar ciertos puntos con su partido –suponiendo que ella podría imponerlo en sus filas– por el otro descalificando a una serie de funcionarios que están o pueden estar formando parte de los equipos del Presidente que fueron a su vez funcionarios durante el gobierno de Macri, que la otrora líder odia por principio. 

Leyendo sus 33 páginas, la gran mayoría un trabajo encargado a algún especialista tendencioso y sesgado, se pueden extraer algunas conclusiones algo más elaboradas que la simple calificación de ignorante que usa con soltura el primer mandatario.

Perdió la memoria

Es evidente que la Señora Fernández sufre del mismo mal del presidente Biden. Ha perdido la memoria, como dijera el juez que lo absolviera por inimputable. Sería grave que se tratase de una pandemia selectiva. Este comentario se basa en el hecho de que la exconductora del peronismo se expresa como si nada hubiera tenido que ver con los gobiernos de su inspiración que trajeron al país a su actual encrucijada. El párrafo donde prueba ese aserto reflotando una afirmación olmediana de otro Alberto, Fernández, donde trataba de convencer a la sociedad de que “las medidas las tomo yo y nadie más”, es realmente patético y pueril, y algo ofensivo a la inteligencia popular. 

Tal vez se trata de una habilidad metafísica por la que la múltiple jubilada ha logrado anular el pasado y cree lo que sostiene. Ese simple pase de magia borra toda responsabilidad y habilita para dar opiniones magistrales sobre lo que se debe hacer para salvar al cadáver de Argentina que ella dejó como herencia sin beneficio de inventario. Borges escribía alguna vez del cristianismo que sostenía “una doctrina del perdón que puede anular el pasado”. Acaso el cristinismo ha logrado lo mismo.

Donde es algo más difícil contradecir a Milei en su juicio de ignorancia es cuando habla de economía, disciplina en la que tampoco tiene diploma alguno que la califique. Su extraña teoría de los orígenes de la inflación no solamente no tiene fundamento ni soporte alguno, sino que implica el riesgo de que si se aplicase esa línea de pensamiento la hiperinflación sería incontrolable y final, como sucedió al extremo durante la regencia de Massa, que seguramente tampoco tenía nada que ver con la autora de la epístola a los peronistas.

Ese punto, además de los graves errores conceptuales que contiene, difícilmente sea hoy refrendado por la mayoría de dirigentes relevantes de su propio partido, lo que le quita valor a la cartita, que difícilmente sea tomada aún por los propios como una línea política o un mandato. 

Como si la ratificación de los errores históricos cometidos empecinadamente por la exmandataria no fuera suficiente, agrega un punto clave cuando habla de la reforma impositiva: propone en el centro de su mensaje de reforma impositiva la creación de un impuesto progresivo al patrimonio, disparate que sólo aplican los países más inclinados al socialismo, al progresismo y a otras formas de estatismo, que consiste en apoderarse de los ahorros y el capital ajeno y repartirlo en forma de subsidios, dádivas, fideicomisos y otros negocios solidarios. 

Debe recordarse que durante el gobierno de Macri la tasa de ese impuesto fue reducida al mínimo como paso previo a su eliminación, para lo que no se contaba con mayoría legislativa suficiente. En cuanto le resultó posible, el gobierno kirchnerista elevó las alícuotas a montos confiscatorios, lo que no parece bastarle a la exmandataria, que propone “crear un nuevo impuesto” o aumentarlo. También habrá de recordarse el impuesto ”por única vez” que con motivo o con la excusa de la pandemia implementaron sus adláteres legislativos Carlos Heller y Máximo Kirchner, que terminó con toda esperanza de inversión de cualquier tipo en el país. Eso quiere decir que repetiría hoy los mismos errores. 

Ese es el impuesto que está en el corazón de la reforma y que está en el alma de quien lo propone, la viuda de Kirchner. El mismo con que sueña el Frente Amplio en Uruguay, el mismo que aplican los peores gobiernos popusocialistas de Europa, que, aún en países de riqueza acumulada, tiene efectos fatales. La esencia de la teoría de la Renta Básica Universal con sus diversos formatos disimulados, y del wokismo global. La fobia a Macri y a Milei no es entonces injustificada. La carta es una confesión. 

No tiene sentido continuar con el análisis de esa declaración de amor por la Patria. No aporta nada que sirva para encontrar alguna clase de salida o mejora a la situación comatosa en que ha quedado el país, que la sociedad dice que entiende hasta que le toca sufrir los efectos, momento en que no quiere que nada cambie. 

Prepagas cartelizadas

En cuanto a Milei, su idea central sigue fuerte y cada vez tiene más apoyo mundial, pero no encuentra aún el camino para plasmarla aunque sea en la concreción teórica del planteo, sin llegar a lo práctico, que puede tomar más tiempo y muchos vericuetos y rerruteos. Por ejemplo, la liberación de las cuotas de las prepagas debió suponer una actitud sensata de sus cartelizados empresarios. O un acuerdo para extender el aggiornamiento de las cuotas a varios meses, no como se hizo. Es cierto que, probablemente por la distorsión de precios relativos, las prepagas pasaron a ser un gasto alcanzable que adoptó un sector de la clase media que antes de los controles y manoseos del Estado no podía pagarlas, y ahora se enfrentan a la realidad, lo que se agrava por el desastre de la salud pública, que no es una opción posible civilizada. 

Pasará lo mismo con la educación privada, que, cuando cobra lo que corresponde plantea una disyuntiva que resulta inaceptable para quienes habían resuelto a un precio que les resultaba razonable el problema de la educación de sus hijos, pero que ahora no pueden afrontarla. Justamente el problema de los precios relativos pega más fuerte en los sectores privados antes virtualmente intervenidos por el estado y que ahora, al borde de su ruina, deben aumentar su precio para sobrevivir. 

El tema sólo se soluciona con un cambio dramático en la educación pública, donde se gastan fortunas inútilmente. Pero eso requiere aceptar el problema y luego encontrar una solución. Tal vez el primer paso sea declarar la esencialidad de la educación pública, como se promete ahora, lo que eliminaría el chantaje de las huelgas, que afecta no sólo en lo económico sino en los contenidos y en el nivel de exigencia, punto fundamental. 

El problema, analizado filosóficamente, es que en una nueva educación deberían convivir las dos mitades de país: la que cree en la meritocracia, y la que cree en el facilismo de pasar de grado sin merecerlo o conseguir un diploma sin estudiar ni rendir. Eso toma 50 años. No 30 como dice Milei.
Lo que en cambio sería un grave error, es usar un sistema de mal llamados vouchers para subsidiar la enseñanza privada. Sería servirle en bandeja la crítica a la oposición. Y lo que es peor, tendría razón, además de no ser distinto a los subsidios a la electricidad a los countries.   

Los váuchers

Lo de los váuchers hace pensar que en las filas mileístas hay algún padre o madre preocupados por la educación de sus hijos. Por el costo sobre todo. Y se nota. Y ese concepto doméstico, familiero y amiguero de la vida parece ser un valor para el presidente. Hablando de algunos de sus funcionarios ha dicho repetidamente “y además es mi amigo”, como si eso fuera una garantía de algo y una virtud importante en el manejo de la cosa pública. Su reciente descripción del triángulo decisional formado por Karina Milei, Santiago Caputo y él mismo, es preocupante. Como lo es que sostenga que Guillermo Francos es inamovible porque es su amigo. 

Como alguna vez dijera Sarmiento, “yo no soy el presidente de mis amigos”. Es cierto que el concepto de traición que maneja el Presidente lo inclina a una actitud de abroquelarse en quienes cree. Pero en el mejor de los casos, eso no es sinónimo de eficiencia, de conocimiento ni de capacidad gerencial. Y parte de lo que Milei considera traición se debe a un manejo poco hábil de las negociaciones que encomendó, que obviamente, no son ni serán negociaciones programáticas, en un país de tránsfugas. 

En tal sentido, y como este espacio ha sostenido siempre, una fusión con el PRO aportaría muchos funcionarios capaces de gerenciar, que no son los que están en el gabinete ni en los puestos principales del gobierno. Y los que han venido de otros espacios políticos, no son los que deben estar ahí, simplemente, y eso se pone en evidencia a cada paso, sean amigos o no.

El Presidente también tuvo su parte carnavalesca cuando en su reciente aparición copió su actividad televisiva anterior o su estilo de campaña. Es mejor que alguien le aconseje (amigo o no) que responda a las críticas o a los comentarios con un nivel que tiene y puede usar. Lo logró en parte cuando respondió a la verborragia cristinista. No estuvo apropiado en escrachar a una mediocre intérprete y así desaprovechar la oportunidad de exponer lo que significaba que el Estado pagara conciertos y gastara para justificar retornos. Como se sabe, no hay lista de precios de los conciertos, y entonces ni siquiera hay delito por contratarlos a cualquier valor. Eso lo saben los gobernantes y los lavadores de dinero, que aprovechan con los conciertos, los pases de los jugadores, los cuadros y otros bienes sin lista de precios para hacer alguna clase de negocio, o conseguir retornos.  Como algunos dirigentes de fútbol. 

El efectista recurso de exponer a Expósito desnaturaliza el real mensaje de que se está gastando dineros públicos en nimiedades seudo culturosas mientras se llora por la eliminación de algún subsidio, o se mata en los hospitales.  Debe recordarse que la actriz-performer exportó esta tecnología a Uruguay, donde la Intendente neomarxista de Montevideo pagó la misma cantidad descomunal de dólares para que el pueblo tuviera un baño cultural que de otro modo el capitalismo no habría hecho posible, o eso dicen. Claro que los escraches y exposiciones a ciudadanos se deben dejar para Cristina, que como se sabe, tiene preferencia por ensañarse con los abuelos que le regalan 100 dólares a sus nietos. 

Plataforma enigmática

Yendo a temas más serios, todavía la plataforma de gobierno es una mezcla difícil de descifrar. Es correcta y justa la lucha contra los fondos fiduciarios, un invento maligno que tiene por objeto único puentear el control de los organismos oficiales, y que debería terminar con mucha gente presa. Justamente un punto donde el Gobierno sigue flojo es cuando parece o pareció creer que garantizando o tolerando la impunidad iba a conseguir el apoyo a algunas leyes. Ya se dijo aquí que eso no es un mecanismo de negociación, sino que es un camino que garantiza la traición y la pérdida de credibilidad.

Finalmente, los fideicomisos no son muy distintos del concepto de Sociedades Anónimas del Estado, sin control, sin rendición de cuentas, y con la obligación estatal de financiarlas cualesquiera fueran sus resultados y sus prácticas. La idea de “poner en valor” esos entes es simplemente garantizar su continuidad. Alguien se lo tiene que decir al presidente, sea o no amigo. 

El sistema de financiamiento del INCAA, o del Comité Olímpico, el tenebroso mecanismo ideado por el casi embajador Gerardo Werthein por el cual el Estado inventa un impuesto y se lo deriva directamente a un ente para que lo administre como se le cante también deben ser reemplazados. Lo mismo que el régimen industrial de Tierra del Fuego, que ya era un escándalo y que Débora Georgi se encargó de hacer peor al inventar la duplicación de un impuesto para poder exceptuar a algunos de su pago y hacerlo más atractivo (y más proteccionista), cuya permanencia es inadmisible. 

En un momento donde la sociedad sufre por el ajuste, por muy necesario que fuera, hay muchas omisiones o excepciones que se vuelven cada vez más molestas y más difíciles de explicar. Hace falta honestidad y transparencia, pero también capacidad de gestión y conocimiento de cada área y cada actividad. Un ajuste debe ser antes que nada, justo, valga la redundancia cacofónica. 

Ahora se empieza a pensar en parcializar las medidas, y eso es probablemente correcto, pero hace falta ser inteligente en las propuestas y defender el debate inherente con mucho conocimiento y mucha capacidad. Y comunicarlo adecuadamente. Milei necesita ayuda en la gestión, no rodearse de amigos. Aunque él no lo haya comprendido aún.

Un modesto paso

Los grandes indicadores han sido favorables. Es un modesto paso. Las expectativas todavía son positivas. El concepto de déficit cero es un factor de gran importancia. La inflación bajó y puede seguir bajando. Pese a que esa baja fue presentada por algunos diarios que antaño fueron tribuna de doctrina del modo más tendencioso imaginable. 

Los gobernadores siguen usando argumentos emocionales pero falsos para justificar su derroche. ¿Quién puede negarse a mandar fondos para pagar a los maestros, que de paso están convenientemente en huelga?  Claro que el dinero es fungible, y se va por otros agujeros. Como la pauta, imprescindible para defender el poder. Como los recitales. Como los aviones “sanitarios”, como los planes con devolución. Como el gigantesco barril sin fondo de los presupuestos y de los negociados provinciales. Los gobernadores son mayoritariamente millonarios en dólares. Y muchos intendentes. Milagros de la política nacional. Pero inventan todos los días un rubro sagrado que “no puede ser desfinanciado”. 

Y coronando el desfile de Carnaval, pese a que fue silenciado por los medios amigos y los artistas populares, la inaceptable impudicia de los líderes planeros del Chaco que han llegado a la bajeza inconcebible e imperdonable de prostituir mujeres para darles a cambio un plan. Impunemente, hasta ahora, tanto en la justicia como en los medios, como en el Congreso, como en las calles. Silencio de jefes piqueteros. Silencio de radio. Silencio de diario. Silencio de panelistas. Silencio de TV. Silencio de los políticos. Todos, como Cristina Kirchner, enamorados de la Patria que los parió.