El presidente Donald Trump procura remozar la Doctrina Monroe. No queda claro cuál será la profundidad de la actualización y hasta donde quiere llegar. Veremos. Lo cierto es que ha despertado el interés norteamericano por América. La decadencia europea y el auge del narcotráfico para destruir las bases morales de este continente han alertado a la actual élite yankee. Y no sin razón, solo un ejemplo. El hijo del guerrillero Masetti, amigo y compañero del Che, afirma en su libro “El Furor y el Delirio”: “El rumor del tráfico de drogas relacionado con Cuba se remonta a fines de los años setenta; entre los revolucionarios aquello no chocaba porque era una forma más de hacerle la guerra al imperialismo”.
Volviendo al siglo XIX repasemos, entonces, las razones que tuvo el presidente Monroe a través de su Secretario de Estado, Quincy Adams, de aquel escrito de 1823.
DERROTA DE NAPOLEÓN
Derrotado Bonaparte en 1815 Europa procuró recomponerse luego de quince años de guerra ininterrumpida. Buscó hacerlo en los términos políticos de los triunfadores, esto es bajo regímenes monárquicos absolutistas, como si la Revolución Francesa jamás hubiera ocurrido. Los vencedores se juramentaron como Santa Alianza, en el Congreso de Viena, comprometiéndose a aplastar las ideas liberal-republicanas propias de la revolución de 1789, tanto en Europa como en América.
En este dislate participaron las potencias reaccionarias de Rusia, Prusia, Austria, Inglaterra, Francia restaurada con Luis XVIII y finalmente España.
El primer intento de invasión para instalar el orden conservador ocurrió en 1815 cuando Fernando VII envió a América una flota al mando del general Morillo que recaló en Caracas ocasionado estragos en aquella región. Con el tiempo lo arreglaría Bolívar.
Mientras tanto aquí en el Río de la Plata, ante ese clima europeo, se convocó a un Congreso en 1816 que declaró la Independencia. El 6 de julio en sesión secreta habló Belgrano a los Diputados con el objetivo de describir la situación europea que conocía al detalle, allí dijo: El viejo continente ha perdido las esperanzas y el entusiasmo en nosotros desde el momento que caímos en la anarquía y el desorden. No habrá ayuda de allí, sino todo lo contrario. Las ideas han mutado de republicanas a monárquicas. De modo que conviene a nuestras provincias una forma de gobierno monárquica temperada si no queremos sufrir las consecuencias de una invasión de los aliados. La monarquización europea continuó muchos años más. En este marco debe ser comprendida la declaración del Presidente Monroe siete años después.
LA SANTA ALIANZA
La Santa Alianza se reunió en distintas oportunidades: Aix la Chapelle (1818). Troppau (1820) Leybach 1821, y Verona (1822) en este último se abordó la situación española de permanente inestabilidad. Es que Fernando VII, restaurado en 1814, ahora en 1820, organizó una nueva fuerza militar para recuperar América, alentado por el zar de Rusia, hombre irresistible a cuanta reina y soberana europea se le acercara, incluso al mismísimo Napoleón, nada logró con Fernando, un gandul insensible a la belleza.
El ejército se sublevó al mando del general Riego el 1° de enero de 1820 obligando a Fernando a jurar la Constitución de 1812. La Santa Alianza estalló de ira y determinó que Francia se hiciera cargo del problema, esto es poner en caja a los rebeldes españoles. Ante la invasión francesa a España los EE.UU. reaccionaron.
LA DOCTRINA MONROE
Si bien la invasión se realizó para restaurar el absolutismo fernandino en España, el temor que la intromisión alcanzara a América, según lo estipulado en Verona en 1822, se había generalizado. El éxito de la Santa Alianza en España podía empujar a Francia y a Rusia a buscar colonias en América. Inglaterra esto lo veía muy mal de modo que George Canning, canciller británico, invitó a Monroe a actuar en conjunto, lo que implicaba no solo los asuntos americanos sino involucrarse en los europeos, aspecto que contradecía el legado de Washington: “La regla fundamental de nuestra conducta con las naciones extranjeras es esta: extender entre ellas nuestras relaciones comerciales, pero mantener con ellas el menor contacto político posible”.
Monroe, entonces, consultó el asunto con Jefferson y Madison (expresidentes) quienes le aconsejaron que aceptara la propuesta inglesa. Sin embargo fue su Secretario de Estado Quincy Adams quien se opuso a toda acción conjunta con Inglaterra y redactó la declaración atribuida a Monroe. Es extensa de modo que no la citaremos en su totalidad. Antes diremos que los EE.UU. reconocieron la independencia de sud américa en 1822 enviando representantes a cinco países iberoamericanos, entre ellos nosotros. Inglaterra lo haría en 1825.
En orden de aparición lo primero que se propone es arreglar la pretensión Rusa sobre Alaska, tanto, como del sur oeste marítimo norteamericano convocando al Zar a una negociación amistosa, que se alcanzó en 1824 Luego parar las ambiciones españolas de recuperar sus colonias, entre ellas México en un operativo de pinzas con el zar y las intenciones de la Santa Alianza, fundamentalmente Francia, de morder nuevamente territorios en América habiendo perdido Santo Domingo y la Loussiana, que fue vendida a EE.UU. por Napoleón para continuar sus guerras en Europa.
Seguidamente y lo más importante: “El sistema político de las potencias aliadas es esencialmente diferente del de América. Corresponde a nuestra franqueza y a las relaciones amistosas que existen entre los EE.UU. y aquellas potencias, declarar que consideramos peligrosa para nuestra paz y seguridad toda tentativa de ellas para extender su sistema a una porción cualquiera de este hemisferio. Es imposible que las potencias aliadas puedan extender su sistema político a cualquier parte de uno u otro continente sin poner en peligro nuestra paz y seguridad. La verdadera política de los EE.UU. continúa siendo dejar a las partes entregadas a sí mismas”.
Si se lee con atención y sin prejuicios lo que se observa de aquella declaración es el temor de las autoridades norteamericanas a la tendencia de la Santa Alianza a monarquizar todo. Temor a la reacción antidiluviana europea más que a la ocupación territorial. Aunque una no va sin la otra.
¿QUE QUIERE TRUMP?
Sus críticas al modelo político y cultural europeo lo hacen consecuente con Monroe. El woquismo imperante en Europa no es la modernidad es la manifestación palmaria del atraso, como el monarquismo en el siglo XIX. El signo de la bestia, la decadencia.
Si Trump está dispuesto a romper con Europa, se verá, mientras tanto es la oportunidad de que Argentina encuentre a los EE.UU. de nuestro lado y a Inglaterra del otro, como con Quincy Adams. Quizás haya una brecha y suceda una oportunidad. Frente a la nada no es poco esta perspectiva. Milei a partir de su vínculo con Trump podría intentarlo. Es tan solo una idea. De hacerlo tendría que ser rápido por aquello de que nada es para siempre.
EL PERONISMO DEBIERA ACEPTAR LA IDEA
El peronismo en cualquiera de sus variantes debería aceptar si tiene en cuenta que siendo Presidente el general Perón, según afirman ciertos peronistas que lo escucharon en algún lado, que en enero de 1974 y en el marco de una nueva Resolución de Naciones Unidas, la 3160, el viejo General habría aceptado una oferta de condominio sobre la soberanía de las Islas. No hay documentación. Sin embargo algo debió haber pasado porque el informe Franks y esto sí es cierto (realizado por los Servicio de Inteligencia Británicos) hace mención que: “Hacia fines de 1973 se pensó que la actitud argentina se estaba endureciendo, y por vez primera había señales de que el gobierno argentino del presidente Perón podría estar preparando planes de contingencia para la ocupación de las islas” (Franks) “Ante los riesgos de una acción económica y militar contra las islas, se debía discutir con el gobernador de las Malvinas la probable reacción de los isleños ante la posibilidad de condominio como alternativa a una transferencia de la soberanía. El gobernador y el embajador británico en Buenos Aires opinaron que la idea era plausible. Perón habría aceptado el condominio pero fue Inglaterra quien se echó atrás. Antes de que esto pudiera concretarse, las elecciones generales de marzo de 1974 llevaron a un cambio de gobierno. Asumió un gobierno laborista. Se iniciaron conversaciones con el gobierno argentino, pero, ante la continua negativa de los isleños se decidió que no tendría sentido continuar de lo que se informó en agosto de 1974 al gobierno argentino”. (Franks)
El mismo informe dice que la única manera de parar toda acción belicosa consistía en hacernos creer que las negociaciones continuaban.
Nota al pie. El informe Rattembach, que juzgó a la cúpula militar responsable de la ocupación, no dice nada al respecto. Inglaterra advierte la disposición de Perón, Rattembach y Sanchez de Bustamante lo ignoran. Es raro. Sea como fuere se abre una posibilidad de plantear nuevamente un condominio. América para los americanos. Y proteger en conjunto el mar argentino depredado por chinos y europeos.
