El estrés por calor ocurre cuando el Indice de Temperatura y Humedad (THI) alcanza niveles lo suficientemente altos como para interferir con los mecanismos de adaptación de los animales, afectando negativamente su salud y desempeño productivo. Bajo una situación de estrés por calor, las vacas lecheras experimentan un aumento de su temperatura corporal y su frecuencia respiratoria, un menor consumo de materia seca y producción, pérdida de estado corporal, acidosis ruminal, menor capacidad de respuesta inmune y problemas reproductivos.
Además, el estrés calórico también tiene impacto sobre la cría de las vacas. Es así que el calor durante el final de su gestación afecta negativamente la salud, el crecimiento, e incluso la futura producción de leche de esa ternera.
Luis Ignacio Vidaurreta, Consultor Técnico en Lechería de la firma Provimi, recomienda prestar atención a determinados aspectos claves relacionados con el manejo y el bienestar animal, sumados al balance adecuado de las dietas y la utilización de tecnologías específicamente diseñadas para controlar el estrés calórico en las vacas lecheras.
"Entre estos aspectos se puede mencionar: 1) Adecuada sombra y refrescado. 2) Buen suministro y disponibilidad de agua. 3) Apropiados niveles y calidad de fibra (control de acidosis). 4) Balance mineral adecuado: sodio, potasio, diferencia catinica/aninica. 5) Fuentes de proteína y grasa "by-pass". 6) Uso de tecnologías específicas: nuestra división, dependiente de Cargill Animal Nutrition & Health recomienda dos soluciones innovadoras especialmente diseñadas para combatir el estrés calórico: ICE, mezcla de aditivos que reducen la temperatura corporal y los efectos nocivos del estrés calórico sobre las vacas lecheras, y NutriTec, el último desarrollo, producto de fermentación de levaduras que contiene más de 300 metabolitos, los cuales poseen efectos positivos sobre la salud y la producción, aún en situaciones de estrés calórico", indica el especialista.
Seis meses
Cabe señalar que en nuestro país, durante seis meses aproximadamente, el 70% del rodeo lechero bovino se encuentra expuesto en mayor o menor medida a los efectos adversos que ocasiona el estrés calórico. Tomar medidas de prevención adecuadas y a tiempo para evitar el impacto es la mejor herramienta de manejo en los tambos. Adecuación del ambiente y las instalaciones, adaptar las rutinas cotidianas del tambo y la oferta de agua y sombra a las vacas son acciones necesarias para prevenir los efectos adversos en tambos, independientemente de sistemas de producción y/o escala (semipastoriles o confinamiento).
En la vaca lechera se produce en condiciones de calor excesivo, humedad relativa ambiente elevada (60%) y radiación solar intensa, y trae aparejados problemas sanitarios, reproductivos y una disminución del rendimiento en producción de leche, básicamente por menor consumo de alimento, que oscila en disminución entre un 20 y 30% y equivale a una pérdida de 1,5 a 2 kg leche/vaca/día.
Debe considerarse que la temperatura confortable para la vaca lechera, con un valor de humedad relativa ambiente razonable, oscila entre los 7 y 28 C. Si los valores de temperatura, humedad y viento cálido superan su límite de confort, la vaca tiene dificultad para disipar el calor corporal.
En este caso, se pueden observar signos clínicos del estrés calórico como jadeo, aumento de frecuencia respiratoria, hipertermia (temperatura mayor a 38,5C), disminución de la rumia y signos subclínicos como menor consumo de alimentos, trastornos digestivos, inmunosupresión y en terneros de crianza artificial, también problemas respiratorios y/o digestivos.
Los terneros nacidos durante época de estrés térmico sin ambientes controlados pueden sufrir problemas de salud. La frecuencia respiratoria (si las vacas respiran más de 80 veces por minuto significa que sufren severamente estrés calórico) y la hipertermia resultan ser los dos indicadores fisiológicos o signos clínicos de la vaca que sufre estrés térmico. Cuando se prolonga en el tiempo, se puede observar además una disminución de los valores de producción de hasta un 20%, y problemas reproductivos tales como bajas tasas de preñez, mortalidad embrionaria y menor fertilidad. Esta situación relacionada con menor intensidad y duración de los celos y menores tasas de fertilidad global. Las vacas del lote preparto, los lotes de alta producción y la crianza artificial son los más afectados por el calor y la humedad. Los animales jóvenes son más sensibles al calor.
CRIANZA ARTIFICIAL
En la crianza artificial de terneras, también se detecta un aumento en la proporción de animales enfermos (terneros que nacen más débiles y el postparto en las vacas se complica). El lote de vaca seca y corral de partos son el punto crítico donde el confort es importante y prever los efectos del estrés calórico es esencial.
En meses de temperatura elevada, se recomienda a los productores lecheros el control y la prevención a través de proveer sombras, agua segura necesaria de bebida en bebederos suficientes y funcionales, alimentación e instalaciones adecuadas para minimizar los efectos del calor sobre la salud de las vacas.
También acordar los horarios cuando las vacas caminan al sol, modificar horarios de ordeñe y evitar arreos en horas de calor excesivo en algunas zonas del país (entre las 10 y 18 horas) relativos a la entrada y salida de las vacas a la sala de ordeño y coordinar con la industria las horas de retiro de la leche.
Otras recomendaciones consisten en proveer a los animales de sombras estratégicamente ubicadas, en el corral de espera pre-ordeñe y los comederos (media sombra); ventilación adecuada en la sala de ordeñe, sea fija o móvil; agua en cantidad y calidad suficiente, contenida en bebederos con capacidad de satisfacer los requerimientos después de cada ordeñe (80 a 100 litros de agua por día en vacas de alta producción). Se sugiere dietas que cubran los requerimientos nutricionales pero posean una baja actividad endógena fermentativa, a fin de reducir el calor producido en la digestión. Estas dietas son llamadas dietas frías.