PRIMERA GRAN EXPOSICION EN EL REINO UNIDOSOBRE SU VIDA Y LEGADO
San Francisco a través del arte
La National Gallery se interroga por qué el santo cautivó a tantos artistas a lo largo de los siglos, con una muestra que reúne obras de Botticelli, Zurbarán, Murillo, Caravaggio o El Greco. En exhibición hay desde paneles medievales a retablos, reliquias y manuscritos.
¿Por qué San Francisco de Asís es una figura de tanta relevancia en nuestro tiempo? La National Gallery de Londres dedica en estos días la primera gran exposición de arte del Reino Unido a explorar la vida y el legado de una de una de las personalidades más inspiradoras y veneradas de la historia, no solo para el catolicismo.
La exposición, que presenta el arte y la imaginería de San Francisco (1182-1226) desde el siglo XIII hasta nuestros días, invita a conocer de cerca su radicalismo espiritual, su compromiso con los pobres y su amor a Dios y a la naturaleza, aunque también se adentra en las otras lecturas que se han hecho más recientemente del santo, como la de aquellos que quieren ver en él un “ecologismo embrionario”, una “lucha por la paz” o “una apertura al diálogo con otras religiones”.
La muestra presenta más de 40 obras de arte procedentes de colecciones públicas y privadas europeas y americanas, que abarcan más de siete siglos.
Abarca desde algunos de los primeros paneles pintados medievales, reliquias o manuscritos, hasta un cómic de Marvel.
La exposición busca arrojar luz sobre cómo San Francisco cautivó la imaginación de los artistas, cómo evolucionó su imagen a lo largo de los siglos y cómo su atractivo universal trascendió el tiempo, los continentes y las distintas tradiciones religiosas.
Reúne pinturas de la Colección de la National Gallery de Sassetta, Botticelli y Zurbarán con préstamos internacionales que incluyen obras de Caravaggio, Murillo y El Greco, así como obras de Stanley Spencer, Antony Gormley, Andrea Büttner, el artista de Arte Povera Giuseppe Penone y un nuevo encargo de Richard Long.
VISION MISTICA
San Francisco era hijo de un próspero comerciante de seda. Vivió la vida típica de un joven adinerado, pero su desilusión con el mundo que lo rodeaba fue en aumento.
Acontecimientos como la traumática experiencia de la guerra, el encarcelamiento y una larga enfermedad le hicieron replantearse su vida.
Una visión mística de Cristo en la iglesia de San Damián y su encuentro con un leproso le cambiaron la vida.
Renunció a todas sus posesiones, herencias y patrimonio, y abrazó la vida de penitente siguiendo las huellas de Cristo, fundando la orden de los Hermanos Menores.
En 1224 recibió los estigmas (heridas que aparecen en el cuerpo de una persona en los mismos lugares que las que se hicieron en el cuerpo de Cristo cuando fue crucificado).
Estos hechos contribuyeron a extender su popularidad como predicador, defensor de los pobres, amante de la naturaleza con una radicalidad asombrosa.
La vida y los milagros de Francisco se prestaron a la creación de imágenes y fueron una gran fuente de inspiración para los artistas.
Aparte de los del Nuevo Testamento, Francisco es probablemente el santo más representado en la historia del arte, y la popularidad del movimiento franciscano creció de la mano de la rápida difusión de imágenes -realizadas por algunos de los más grandes artistas- que relataban su semejanza y su leyenda.
Los historiadores del arte calculan que en el siglo siguiente a su muerte se realizaron unas 20.000 imágenes de Francisco, sin contar las que aparecen en manuscritos iluminados.
La primera sala de la exposición presenta a Francisco a través de obras como San Francisco en meditación (1635-9, National Gallery), de Francisco de Zurbarán, que muestra al santo en profunda meditación con su hábito remendado, pero también evocaciones más contemporáneas.
Obras como Sin título (para Francisco) (1985, Tate), de Antony Gormley, adoptan una forma más abstracta, dejando sólo los estigmas y el gesto de Francisco.
River Avon Mud Crescent (2023), de Richard Long, convierte el material más humilde -el barro- en algo espectacular y cargado de simbolismo, mientras que su obra encargada para la exposición -A Walk for Saint Francis- registra una serie de experiencias y vistas con palabras dispuestas en un sencillo patrón circular.
En la segunda sala, los paneles de Sassetta para el Retablo de Santo Sepulcro (1437-44, National Gallery) muestran una de las más célebres "biografías visuales" del santo, siguiendo los pasos de las primeras biografías escritas de Tomás de Celano y San Buenaventura.
A medida que crecía la popularidad del movimiento franciscano, también lo hacía el número de frailes menores, como Francisco llamaba a sus seguidores, que se extendieron por toda Europa, estableciendo conventos, construyendo iglesias franciscanas cada vez más grandes con una rica decoración pictórica, instigando un florecimiento de la producción artística y arquitectónica en el crítico periodo de cambio artístico que condujo al Renacimiento.
El texto de presentación de la muestra preparado por la National Gallery señala como una paradoja del arte franciscano que algunas de las iglesias más magníficas de la Baja Edad Media, con sus monumentos, capillas funerarias, retablos y frescos, fueran creadas por una orden de frailes mendicantes, comprometidos con la pobreza. Pero se trata solo de una paradoja aparente, si no se olvida que el objeto de esa pobreza es un radical desprendimiento del mundo y el objeto del esplendor artístico es la alabanza a Dios.
PRIMERAS OBRAS
En la tercera sala de la exposición se reúnen algunas de las primeras obras dedicadas a Francisco, como un retablo que muestra a San Francisco con milagros póstumos (hacia 1253, Museo del Tesoro della Basilica di San Francesco in Assisi), pero también obras posteriores inspiradas en esta temprana tradición, como el San Francisco de Asís con ángeles de Sandro Botticelli (hacia 1475-80, National Gallery).
Los dibujos de Matthew Paris en la Chronica maiora (Parker Library, Corpus Christi, Cambridge) presentan algunas de las primeras representaciones inglesas de San Francisco.
Tras el Concilio de Trento, celebrado entre 1545 y 1563, la imaginería de Francisco floreció con renovada intensidad y se convirtió en uno de los santos más representados, rivalizando con la ubicuidad de su imagen en los siglos XIII y XIV.
En la sala Cuatro de la exposición se incluyen pinturas que exploran el misticismo de Francisco de formas novedosas, como San Francisco recibiendo los estigmas (1590-5, National Gallery of Ireland), de El Greco; San Francisco abrazando a Cristo crucificado (1668-9, Museo de Bellas Artes, Sevilla), de Bartolomé Esteban Murillo, y la primera obra maestra de Caravaggio, San Francisco de Asís en éxtasis (hacia 1595, Wadsworth Atheneum, Hartford).
Francisco creía que la naturaleza es el espejo de Dios. Llamaba "hermanos" a todas las criaturas, incluso predicaba a los pájaros y supuestamente convenció a un lobo de la ciudad italiana de Gubbio para que dejara de atacar a los lugareños si accedían a alimentarlo.
Veía a Dios reflejado en la naturaleza. En el himno que compuso, Cántico del Sol, da gracias a Dios por el Hermano Sol, la Hermana Luna, el Hermano Viento, el Agua, el Fuego y la Tierra.
Muchas de las historias que rodean la vida de Francisco cuentan que sentía un gran amor por los animales y el medio ambiente, y estas historias le proporcionaron enormes fuentes de inspiración artística.
En la Sala Cinco de la exposición se muestran algunos grandes ejemplos, como Frate Francesco e Frate Sole de Giovanni Costa (1878-86, The Castle Howard Collection), Vogelpredigt (Sermón a los pájaros) de Andrea Büttner (2010, colección privada) o Albero porta-credo/Door Tree-Cedar de Giuseppe Penone (2012, cortesía de Giuseppe Penone, Turín y Gagosian).
A su muerte, en 1226, sus seguidores predicaban su mensaje por toda Europa y más allá. Pero Francisco ya había renunciado al liderazgo de su orden, consternado por el giro cada vez más mundano y materialista que estaba tomando.
Las opciones radicales de Francisco se exploran en la sala seis de la exposición con objetos como la extraordinaria reliquia del hábito de Francisco procedente de Santa Croce, Florencia, una serie de litografías de Arthur Boyd (1965, Museo Británico), Sacco de Alberto Burri (1953, Fondazione Palazzo Albizzini, Collezione Burri, Città di Castello) y San Francisco ante el sultán de Fra Angelico (1429, Museo Lindenau de Altenburg). En 1228, Francisco fue declarado santo por el Papa Gregorio IX.
SANTA CLARA
Una pequeña parte de la exposición está dedicada a Santa Clara (16 de julio de 1194-11 de agosto de 1253), una de las primeras seguidoras de Francisco. Tras su muerte, la orden que fundó fue rebautizada con el nombre de Orden de Santa Clara, comúnmente conocidas hoy como Clarisas.
En la exposición se presentan obras como Santa Clara rescatando a un niño devorado por un lobo (1455-60, Museo de Bellas Artes de Houston), de Giovanni di Paolo, y Belén con San Francisco y Santa Clara (1647, colección privada), de Josefa de Óbidos.
San Francisco de Asís sigue siendo una figura atractiva e inspiradora para cristianos y no cristianos, para pacifistas y ecologistas, para quienes claman por la justicia social, para utópicos y revolucionarios, para amantes de los animales y para quienes trabajan por causas de solidaridad humana.
“La historia de las imágenes de San Francisco es también la historia de cómo se ha percibido a Francisco a lo largo del tiempo”, destacó Gabriele Finaldi, director de la National Gallery y co-curador de la muestra.
“A lo largo de los siglos han surgido diversos Francisco a medida que se han destacado, adoptado, promovido e, inevitablemente, apropiado y manipulado diferentes aspectos de su persona. Esta exposición explora algunos aspectos de esta fascinante historia", añadió.
"Desde su Umbría natal, la imagen de San Francisco se difundió rápidamente hasta convertirse en un fenómeno mundial. Desde las primeras biografías escritas por Tomás de Celano y San Buenaventura (siglo XIII) hasta los primeros retablos y murales pintados (en particular los atribuidos a Giotto y sus colaboradores en la iglesia superior de San Francisco de Asís), la vida de Francisco se convirtió en un ejemplo digno de imitación y, hasta hoy, en una fuente continua de fascinación artística", señaló por su parte el otro curador, Joost Joustra, conservador asociado de investigación en arte y religión de la National Gallery.