Salaberry, el embajador del tango­

Entrevista exclusiva en Costa Rica con el ex representante argentino en ese país­. Fue futbolista, abogado y productor de radio. Estuvo siete años como ministro en la Patagonia y tres como embajador. Sin embargo, cansado de la sociedad, le dio un giro notable a su vida. Hoy hace shows y enseña el 2x4 en universidades y hospitales costarricenses.­

El encuentro es en Escazú, una coqueta ciudad al norte de San José, Costa Rica, lugar donde se afincan varias de las embajadas del mundo. Su casa es modesta y sin demasiados lujos, pero alcanza para un hombre que dejó los privilegios de diplomático para convertirse en una figura del tango, ritmo que los costarricenses -dice- "aman por elección".­

Oscar López Salaberry, ex embajador argentino en Costa Rica, no olvida sus raíces ni para preparar la comida: asado y un buen vino mendocino. Las costumbres, claro está, no las ha perdido pero tampoco se arrepiente del viaje: los costarricenses ya lo tomaron como propio y hoy disfruta de una vida de shows, bailes y de enseñar el 2x4 en escuelas y hospitales de este país centroamericano.­

Nacido en Trelew, Chubut, su camino había empezado bastante lejos de allí: probó suerte como futbolista en La Boca, un lugar emblema para cualquier tanguero y centro de la pasión de la mitad de los argentinos. Pero como les ocurre a muchos chicos que no llegan a Primera, luego de un año en la Reserva decidió volcarse al estudio.­

"Como decía mi madre, a veces la vida te muestra que si no es por ahí, no hay que forzar las cosas", dice Salaberry. Así es como dejó el césped xeneize para dedicarse al Derecho y empezar a militar en el justicialismo, agrupación donde conocería años más tarde a Carlos Menem, allá por 1985, quien luego de designarlo titular de la Comisión de Desarrollo en la Patagonia (Conadepa) lo eligió para representar a la República Argentina en el exterior.­

- ¿Cómo fue la transición hacia a la música?­

- Yo siempre digo que cumplo etapas y cierro persianas. Aquí logré una embajada muy activa, donde le impuse la misma dedicación que cuando estaba en la Patagonia. Terminé ese ciclo y me volví a la Argentina, en ese entonces era abogado, pero me daba cuenta de que la sociedad no perdona el éxito. Es una sociedad muy hipócrita, porque se rasga las vestiduras por la corrupción pero cuando encuentra a alguien que no está manchado lo minimiza. Luego de siete años de ministro y tres como embajador, me costaba volver a insertarme. Sin embargo, como dice Steve Jobs, hay que darle crédito a la intuición: yo sabía que tenía que volver a Costa Rica. Entonces armé un proyecto y volví a San José. Lamentablemente no salió bien y se cae al año, ahí se me derrumba todo. Me quedo sin trabajo en un país que no era el mío y encima con mi mujer a la que le diagnostican cáncer. Me quedé en la calle. Todo hacía suponer que me tenía que volver nuevamente, pero yo soy terco y me decía: tengo que salir adelante. Aproveché para reinventarme. Me compré un bandoneón para aprender a tocar, si es que aprendí (risas), y hoy vivo dando clases para universidades y grupos de tango.­

- ¿Por qué el tango?­

- Yo me metí en el tango de una manera espectacular, porque venía del folclore y cuando descubro el bandoneón para mí fue como una cosa mágica. El tango se puede tomar como una música más o como el hecho cultural más importante del Río de la Plata en 100 años, sin exagerar. Y nosotros (NdR: por el conjunto de músicos que lo acompaña), estamos haciendo música desde ese punto de vista, porque en 1880 llegaron 6 millones de inmigrantes (casi una Costa Rica a la Argentina).­

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SEMANA DEL TANGO­

En la semana mundial del tango, donde el pasado 11 de diciembre se dieron homenajes en todo el planeta al zorzal criollo, Salaberry lamenta que el sistema educativo argentino no tenga en sus currículas la enseñanza de este ritmo, una de las principales tradiciones culturales de la patria.­

"En la educación del argentino medio no está el tango. Por eso a veces digo que el tango no existe. ¿Existe en la tv abierta?, ¿en la radio? Sí existe en el mundo, y acá en Costa Rica todavía más, tienen un conocimiento y afecto hacia el tango que nos permite vivir de él. Pero en la Argentina casi no hay actos sobre el Día Mundial del Tango, que también es por el nacimiento de Julio de Caro. Por eso aquí yo me he propuesto llevarlo a las universidades, al hospital de niños, donde los chiquitos al principio me miraban raro y después me decían: `cuando vuelva yo quiero bailar con usted eh' (risas). En la Argentina sólo existe el `tango for export' y el marketinero Mundial de Tango en agosto, porque le conviene al gobierno turísticamente. En cambio para el mundo es Patrimonio intangible de la humanidad.­

- ¿Cómo toman los ticos el 2x4?­

- Ellos no son tangueros, son gardelianos. Saben mucho de Gardel, para ellos es lo máximo. Yo lo pongo como un ícono, pero también a Julio de Caro, a Piazzolla, a Troilo. Entonces explico las dos escuelas que surgen a partir de 1920 con la escuela tradicionalista de D'Arienzo a la cabeza y la evolucionista con De Caro. Piazzola lo copia a éste, y desarrolla lo que ya había hecho en el '20.­

- En otra entrevista explicaba que el surgimiento del bandoneón en la Argentina fue algo confuso...­

- Sí. El bandoneón surge en 1825 para música sacra, y termina en un prostíbulo en la Argentina. Si bien hay varias versiones, nadie sabe cómo llegó ahí. Unos dicen que fue un marinero que no podía pagar y lo dejó, pero lo importante es que llegó y se adueñó del tango. No nació con él, porque el tango se empezó a tocar con la guitarra, la flauta traversa, el clarinete y el violín. A mí el bandoneón me cambió la vida, hoy tengo 4, ¡y me quiero comprar uno que están haciendo en Alemania!­

- ¿Qué es lo que más le gusta de tocar?­

- Tocar el bandoneón es muy físico. Exige mucha fuerza pero es un sonido que no se puede samplear. Los japoneses, que samplean todo, no pudieron. Hasta el golpe de la rodilla ayuda al bandoneón. Yo me enamoré de él, tanto que sigo tomando clases con Ezequiel Uhart amén de los shows. Estoy trabajando más que muchos músicos que están en la Argentina a los que no les llego ni a los tobillos.­

- ¿Influyó el fallecimiento de su esposa en este cambio profesional?­

- No, porque mi mujer ya estaba con cáncer. Cuando ella ya estaba mal yo fui para adelante con esto del bandoneón. Salimos a pelearla así en un país que no era el nuestro. Un amigo siempre me dice: `Oscar, con la mitad de las cosas que te pasaron a vos, muchos se pegan un tiro'.­

- Quienes lo conocen dicen que sacó esa fuerza de voluntad de su mamá...­

- Totalmente. Ella es una positiva 100%. Por ejemplo, con mi esposa no sufrimos porque salíamos a pelearla todos los días. Nos levantábamos y decíamos: hoy estamos vivos. A mí me puede pasar mañana un bus por arriba pero para mí existe el hoy. Esta filosofía de vida la apliqué en esas circunstancias. ­

- Lo que más sorprende de usted es que es un hombre positivo, y el argentino es negativo por naturaleza.­

- (Risas) Sí, es verdad. Hay que valorar las cosas mínimas. Yo tengo dos hijos, nietos, a mi madre que todavía vive. Por eso siempre recuerdo a Facundo Cabral cuando decía que "uno no está deprimido, está distraído", porque no ve todas las cosas. Acá vivo sencillo, nada de lujos, pero vivo súper bien. Y hoy mi objetivo es tocar como Piazzolla, como Leopoldo Federico, bailar como Juan Carlos Copes (que no sé si lo voy a lograr) pero compito conmigo mismo, no con el que tengo al lado. Esto que tengo en el tango lo tengo como persona. Mis hijos están orgullosos (creo) de que su padre estuvo 10 años en el máximo nivel político y hoy puede caminar tranquilo por cualquier parte, cuando poca gente de la política puede decir lo mismo.­

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JOBS­

Tatín habla con emoción cuando recuerda el discurso de Steve Jobs en la Universidad de Stanford, "que es una pieza de colección que se lo recomiendo a todo el mundo".­

"El afirmaba que lo peor que le pudo pasar fue el despido de Apple, pero lo peor terminó siendo lo mejor. ¿Por qué? Porque compró Pixar, y luego ésta fue comprada por Apple, y así quedó en mejor posición que antes. A mí, mis amigos me decían: a tu edad no vas a poder aprender a tocar el bandoneón. Hoy miro para atrás y veo: hice esto, hice lo otro, a veces cosas que no tienen sentido. Lo mismo que decía él''.­

- Se lo nota como una persona que da mucho.­

- Sí, porque como decía Max Jiménez, un personaje muy interesante de la cultura costarricense que murió en la Argentina en 1948, "dar es como recibir". Los músicos me quieren matar cuando no cobro nada, pero yo sé que eso traerá cosas positivas más adelante. Lo fundamental es saber dar: si yo me regalo todo el tiempo no sirve. Es saber dosificar. Si todos los días voy a tocar gratis al hospital de niños me estoy equivocando, porque sino ¿de qué vivo? A mí no me costó nada ir hace unos días a tocar para los chicos, eso me llenó el corazón. Y más cuando uno de ellos me escribió por Facebook: "Profe, ¿cuándo vuelve con el tango?". ¡Y tenía 8 años! Eso me ensancha el alma. El tema es no hacerlo todo el tiempo. Ser buena persona paga, mucho más que ser mala persona. Hay que ser buen padre, buen hijo, buen amigo. Antes todos querían ser como Gardel, y el tango tiene mucho de eso porque termina siendo un estilo de vida. ­

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