LA MIRADA GLOBAL

Rusia no tiene reparos en atacar a civiles indefensos en Ucrania

Desde el inicio mismo de la ilegal agresión militar rusa a Ucrania se puso en evidencia que los líderes políticos y militares rusos no tienen el menor empacho en agredir, lastimar y asesinar a los civiles inocentes. Esto pese a que la normativa que prohíbe que se los ataque en los conflictos armados internos e internacionales. La violación rusa de las normas que protegen a los civiles inocentes ucranianos ha sido una constante. No sólo en Kiev y su derredor, sino, además, en otros escenarios de operaciones militares contra Ucrania. Difícilmente la historia pueda condonar a los rusos, atento a que la agresión contra Ucrania, por su gravedad, se muestra al mundo entero, particularmente a través de la televisión, y las imágenes certifican lo sucedido más allá de toda duda razonable. La verdad es inocultable y lo sucedido pasará a la historia como un conjunto de actos repugnantes que ofenden a la conciencia de Occidente.

    No se trata de episodios aislados sino de una conducta repulsiva que conforma un modo de actuar no sólo brutal, sino también salvaje. La imagen de la Federación Rusa está dañada, por buenas razones. Y no será nada fácil recomponerla.

    El Viejo Continente está absorto y el resto del mundo también. Lo cierto es que ya comienzan a verse las consecuencias del andar brutal ruso. La comunidad internacional acaba de apartar a Rusia del propio Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. A mi modo de ver, con absoluta razón. Las atrocidades cometidas, por su dimensión, son inocultables. Por ello, es cierto, Rusia no puede permanecer en el Consejo de Derechos Humanos del ente multilateral. La reacción aludida de la comunidad internacional parece correcta y era anticipable y hasta previsible.

    En América Latina, no obstante, los Estados que son ostensiblemente vasallos de la Federación Rusa, continuaron sin embargo en su condenable conducta. Concretamente, tres Estados cuyo actuar no luce independiente, no acompañaron la decisión de excluir a Rusia del Consejo de Derechos Humanos. Sólo mencionarlos por sus nombres evita la sensación de sorpresa ante lo sucedido. Se trata de Cuba, Nicaragua y Bolivia.

. De esa manera están renunciando una y otra vez al actuar independiente que sus respectivos pueblos merecen. Con sus conductas evidencian que sus decisiones responden a la influencia que a lo patrón ejerce la Federación Rusa. Los casos de Cuba, Nicaragua y Bolivia son lamentables y alimentan la tristeza de todos aquellos que reclaman para América Latina un andar efectivamente independiente. Denunciar el vasallaje es imperativo y, además, el único camino que de pronto puede conducir al cambio radical de conducta que la Federación Rusa debe realizar.

    Cuando hay ya uniformidad de pareceres frente a la conducta rusa, la denuncia de las violaciones exige una crítica constante que se está produciendo, felizmente. Ojalá lo sucedido en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas se mantenga y extienda. Se trata de defender una de las normas más trascendentales del derecho de la guerra: aquella que prohíbe atacar a los civiles inocentes. Mientras tanto, debe continuar la presión sobre el tema que ejerce la comunidad internacional.