Fantasmas del pasado

Rusia invade Finlandia

Una película de origen finlandés, El soldado desconocido, un libro, La Muerte Blanca, son los que dan origen a este artículo. Finlandia, el país de los mil lagos, hace frontera con Rusia a lo largo de 1.340 kilómetros.

El 30 de noviembre de 1939, más de 400.000 soldados soviéticos, miles de tanques, aviones de guerra y artillería pesada, cumplieron el mandamiento del líder de la URSS, Iósif Stalin: entrar y aplastar a Finlandia. Comienza la Guerra de invierno.­

El motivo, Stalin exigía que Finlandia moviera la frontera de 30 a 40 kilómetros, que cediera el control de varias islas y regiones del Artico y que arrendaran a la URSS la península de Hanko por 30 años, para instalar una base naval.­

Stalin, repetía a sus camaradas, riéndose: "Como no podemos mover Leningrado (situada a 40 km de Finlandia), tenemos que mover la frontera''. Paranoia y sarcasmo de un dictador.

Ese día, a las 9 en punto, la población de Helsinki, se despertó con el clamor de las bombas, que caían sobre la ciudad; la guerra había comenzado.

Stalin, al igual que ahora Vladimir Putin, pensaba en una victoria rápida: después de todo, la URSS disponía de la maquinaria bélica más grande y poderosa de Europa, y Finlandia, un país pequeño, con una economía en desarrollo y apenas 4 millones de habitantes.­

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DAVID CONTRA GOLIAT­

­Desde lo militar, la diferencia era abismal, Rusia disponía de 500.000 hombres y reservas, 2.500 tanques, 4.000 aviones y 1.000 piezas de artillería pesada.­

Finlandia, 200.000 hombres, 32 tanques, 100 aviones y 200 piezas de artillería.­

Como en Ucrania hoy, David contra Goliat.­

El invierno, en el que transcurrió esta guerra, fue uno de los más duros, con temperaturas cercanas a los 40° bajo cero; cualquier soldado herido, estaba sentenciado a morir congelado.

Esto constituyo, uno de los tantos errores del Ejército Rojo, como también el desconocimiento de la geografía del país, marcada por lagos, terrenos irregulares, carreteras pequeñas, mal pavimentadas, rodeada de frondosa arboleda.­

Se movían en largas y lentas columnas, sus uniformes oscuros sobresalían en la nieve y, seguros de una pronta victoria, ni siquiera llevaron ropa de invierno apropiada.­

El color de sus uniformes, los hacia presa fácil de los francotiradores, uno de ellos considerado el más letal de la historia, Simo Häyhä,  apodado La Muerte Blanca, responsable de 505 bajas soviéticas.­

Su oficialidad estaba pobremente entrenada y cualificada, producto también de las purgas que realizaba Stalin.­

Los soldados finlandeses eran expertos en esquí de fondo, camuflados en blanco y tremendamente hábiles en sus esquíes, se desplazaban rápidamente, usaban su conocimiento del terreno accidentado, y constantemente derrotaban a las tropas enemigas.­

Utilizaron, una táctica, que fue vital, cortaron las líneas de suministros, con lo cual, los tanques se quedaban sin combustible, y las tropas sin alimentos.

Como en Ucrania hoy, David contra Goliat.­

La humillación era insoportable; Stalin, al igual que Putin hoy, enfurecido, cambió de comandante y mandó otros 500.000 soldados, 4.000 tanques y 3.000 aviones.­

El gobierno finlandés, sabía que, sin la ayuda de potencias occidentales, no tenía más remedio que, aceptar las demandas soviéticas.­

Tras 105 días de lucha, el 12 de marzo de 1940, Finlandia firma un tratado de paz, cediendo el 11% de su territorio

El balance final de la guerra de invierno fue, de 200.000 bajas y 600.000 heridos para el ejército ruso, frente a las 21.400 bajas y 43.000 heridos, para el ejército finlandés.­

La invasión de Ucrania por parte de Putin recuerda los enfrentamientos del Ejército Rojo, con las fuerzas finlandesas en el siglo pasado, en los que Helsinki no cedió al autoritarismo de Stalin, y logró preservar su soberanía pese a perder más del 10% de su territorio.

Ese invierno, recuerda como una pequeña nación escandinava sorprendió al mundo, resistiendo a la invasión y humillando al ejército más poderoso.­