En 1986, en las `barbas' de Pablo Escobar en Colombia, Juan Pablo II dijo: "El tráfico de drogas es hoy lo que era el tráfico de esclavos en el siglo XVII, impedir a las víctimas al ejercicio de su libertad y ahora con la destrucción de la personalidad''.
Atendí a un paciente que durante un año trabajó en un bunker; cuando llegó era un joven que había perdido sus atributos humanos. Si el cerebro tiene tres estructuras: el `homo sapiens' racional con lóbulo frontal como eje de todo, el piso que nos emparenta con los mamíferos y su estructura instintiva y el piso que nos emparentan con los reptiles y simios, llamado cerebro simiesco que funciona en base a automatismos. En Jorge (18 años), así se llamaba él, era un ser humano degradado a lo mamífero y a lo simiesco.
Aislado, hablaba poco, era apático y estaba vacío de contenidos. Los estudios de imagen cerebral hablaban de un proceso neurodegenerativo evidente. En su cerebro no había signos de vitalidad y las zonas infartadas eran muchas. Se había transformado en un `zombie' que vagaba por la institución. Percibí que solo cambiaba de actitud cuando la madre lo visitaba desde Rosario una vez por semana para las reuniones familiares que eran precedidas por una mateada y dulces que le traía en forma de tortas y una caricia persistente en la nuca. Ahí revivía. Nutrición emocional, relacional materna y alimenticia. Amor materno, eje de un cambio. La caricia como eje de los cambios.
Analizando estos cambios durante meses lo llamaba todos los días a mi consultorio y compraba medialunas en una panadería que compartíamos con una bebida caliente y así entablamos diálogos que lo fueron acercando a los grupos de terapia y a las distintas actividades. Tardó el proceso de humanización y de toma de conciencia de la enfermedad adictiva y la renuncia a la misma, pero con la ayuda de la familia hoy trabaja fuera de toda adicción en la gomería del padre.
El era un explotado moderno. Si Marx viviera diría que la droga es precisamente el "opio de los pueblos''. La revolución pendiente tiene en las drogas una de sus herramientas junto con la desfamiliarización, la pobreza y la desescolarización. Lo demás lo hará el `neuro-marketing' (con mucho dinero atrás para publicistas) que demostrará la inocuidad para la salud del consumo y las bondades del `consumo cuidado' aun en edades en que el cerebro no ha terminado de desarrollarse.
Desde los 2000, la Argentina queda horadada por el narcotráfico con un consumo que banalizado comienza en la primera pubertad (12 años). Muchos docentes observan esto y no quieren meterse e incluso muchos también fuman porque la diferencia con los 2000 es que la población adulta consumidora es muy grande (patologías depresivas, orfandad del sentido de la vida están ahí, junto con un vacío de ser y una agonía del amor evidente en parejas múltiples fracasadas con hijos por doquier y muchos de ellos abandonos). Muchos padres e hijos consumen en distintos horarios o juntos observándose en su decadencia física y psíquica.
Las pastorales de los barrios populares en drogadependencia de la Arquidiócesis de Rosario ha emitido en estos días un comunicado que muestra la gravedad de la situación: "Lloramos por la ciudad que amamos''; "se va constituyendo de modo incipiente un para-estado que no rota cada cuatro años y que en el tiempo se consolida en su estructura de poder económica y financiera ofreciendo armas, abogados, protección y otros muchos recursos''. Alerta sobre los índices de muerte, los deterioros psiquiátricos evidentes, las barbaries desatadas, las discapacidades motrices, accidentes cerebrovasculares, etc.
Piden tratamientos residenciales para niños y adolescentes abandonados; tratamientos residenciales para consumidores; casas para pacientes con severos problemas de salud mental; refugios para personas en situación de calle, etc. Lo básico de lo básico. Lo olvidado y/o repudiado desde hace más de 20 años con `cancelación' de los pensaban diferente al paradigma progresista mientras crecía la barbarie.
Buceando en mi memoria recuerdo a dos grandes maestros cuando estudiaba en los Estados Unidos y en Italia. W.O Brien, en Nueva York, decía en 1985 como director de `Day Top' (centro de rehabilitación): "Recuerde que cada adicto en su carrera de consumo hace 4 al mes (la principal vía de propagación es liberar sin trabas el consumo porque el que convida a amigos es el es que propaga) y que la vida útil del consumidor es de 10 años y 5 si consume opiáceos''. El contagio, me enseñó, es psicosocial.
En Italia recuerdo dos conceptos de gran L. Cancrini cuando, al invitarlo a Buenos Aires a disertar, me preguntó si en esa villa de Ezeiza se distribuía drogas. Le respondí que no sabía; entonces me pidió que lo llevara a ver un partido de fútbol para escuchar los cánticos de las barras y de los hinchas. En River escucho las loas a la marihuana de `Los borrachos del tablón'. Ahí me dijo que el problema ya está instalándose porque cuando en la villa y en los espectáculos populares aparece la droga como valorada empieza la inundación. El comparaba a la epidemia con una inundación. Luego, en México cenando en una comida inolvidable me dijo: "Cuando hay mucha droga en un barrio y muchos adolescentes, gana la droga''.