Rodney: Las desventuras del ministro norteamericano en Buenos Aires

El 28 de febrero de 1817 César Augusto Rodney llegó a Buenos Aires, al frente una misión encargada de investigar e informar la conveniencia de reconocer la independencia de las repúblicas sudamericanas, enviada por el presidente Monroe. En calidad de secretario lo acompañaba Enrique M. Brackenridge que luego escribió el libro ‘Voyage to South América’ en el que dejó interesantes noticias sobre Buenos Aires y Montevideo, comitiva que permaneció por poco más de dos meses.
Rodney era hijo de un militar, y sobrino de César, uno de los firmantes del acta de la independencia de los Estados Unidos, había nacido en enero de 1772. Abogado, miembro del partido demócrata, legislador, ministro de Justicia desde 1807 a 1811 durante las presidencias de Jefferson y Madison, era un hombre de confianza de las administraciones y un buen servidor de los intereses de su patria. Miembro del Senado, el presidente Monroe lo designó por decreto del 27 de enero de 1823, ministro plenipotenciario en el Río de la Plata, a pesar de su mala salud.
Acompañado por su familia hizo el viaje a bordo de la corbeta de guerra The Congress, al mando del capitán Biddle vía Gibraltar. La noticia de la designación de Rodney se conoció en nuestra ciudad por los diarios de Nueva York el 1º de mayo, el agente norteamericano John Murray Forbes escribió ese día al secretario de Estado, John Quincy Adams: “Esta noticia solo descansa en la autoridad de los diarios. Si fuera cierto, mucho desearía que el Ministro llegara antes del 25 de este mes, aniversario de la Independencia”.
Forbes esperaba ansiosamente a Rodney, más que tuvo un accidente con un caballo y deseaba tomarse una licencia y reponer su salud; pero el enviado no llegaba debido a serias diferencias con el capitán de la corbeta que lo traía, al punto que en setiembre abandonó la nave en Río de Janeiro y fletó el bergantín mercante Sally, aunque demoró la partida porque las autoridades brasileñas insistieron en revisar el equipaje, a pesar de la investidura diplomática.
Forbes, a quien vamos a seguir ya que es una valiosa fuente documental, informó a Adams el 19 de noviembre estar “sumamente ocupado con el desembarco y la instalación de Mr. Forbes y de su numerosa familia. Sólo tengo para decir que el barco Sally, ancló en la rada exterior en la tarde del 13 del corriente, pero debido al mal tiempo sólo pude visitarles por primera vez el sábado 15 por la mañana; esa misma tarde desembarcaron y se alojaron provisoriamente en mi casa”. El 18 tuvo oportunidad de presentarlo en audiencia privada al ministro Rivadavia, “ocasión en que entregó su nombramiento y el mío”; el gobernador Rodríguez estaba ausente al frente del ejército pero tan pronto como regresara iba a recibir a Rodney “con todo el ceremonial del caso, pero las funciones diplomáticas de la Misión quedan desde ahora iniciadas”.

ESTADO DE SALUD
Rivadavia retribuyó la visita al enviado, y le informó que el gobernador estaba de regreso y fijaron para el 24 de noviembre la recepción oficial. El estado de salud de Rodney no era bueno y apuntó Forbes: “Espero y confío que pueda antes de ese día recobrar fuerzas suficientes. Contrasta su debilidad con su fuerza de voluntad, para moverse y conversar como lo hace todos los días. He sido invitado por el ministro Rivadavia a una conferencia, para concertar los detalles de la ceremonia de presentación de credenciales, que necesariamente habrá que acomodar al estado de salud de Mr. Rodney”.
Al tiempo que los diarios daban la noticia del arribo del enviado, su salud no era la mejor, como que el 22 escribió: “El estado de debilidad se acentúa y no puede abandonar la cama. Veré al ministro de Gobierno esta mañana para postergar la ceremonia del próximo lunes”. Esa noche lo vio tranquilo, confortable, sin dolores y animada conversación, pero a la una de la madrugada tres compatriotas le avisaron a Forbes en nombre del médico que lo llamaba a consulta pues “Mr. Rodney se estaba muriendo”. Mejoró, pero supuso que había sido rescatado de las garras de la muerte, “pero mucho me temo que los violentos remedios que ha sido necesario aplicar en esta crisis. Sólo le permitirá sobrevivir en un estado de prolongada y extrema debilidad”.

ATAQUE APOPLÉTICO
El 24 sufrió un nuevo ataque apoplético, Forbes le había aconsejado se atendiera con el doctor Henry William Hope Bond, un joven médico norteamericano, natural de Maryland, de 24 años, que habría de casar con María Manuela, una de las hermanas de Juan Manuel de Rosas. Le aplicó una medicación y a pedido del enfermo lo trasladó a un hotel americano donde fue atendido con todo confort. Pero un nuevo episodio lo puso al borde de la muerte y fueron llamados en consulta los médicos Oughan y Lepper. “Se llamó a la señora que apareció con cuatro de sus hijas, justamente en momentos en que Mr. Rodney parecía estar agonizando. ¡La escena que se produjo es más fácil de imaginar que de escribir! Aparte de la copiosa sangría, se le aplicaron ventosas en la parte posterior del cuello y baños de mostaza en los pies. Permaneció más de una hora en completo letargo, boca y nariz espumantes de sangre. Al fin, reaccionó de ese estupor, para hacer en un estado, como de verdadera locura. Quiso levantarse del lecho, clavó su vista salvajemente sobre todos aquellos que le rodeaban, rompió las vendas de sus brazos y fue necesaria la ayuda de personas muy fuertes para inmovilizarlo…”. Contrariando la orden de los médicos insistía en beber abundantemente agua fría y rehusaba las medicinas que le recomendaban, con el argumento que nadie conocía mejor que él su constitución física. Tomó una porción de sales en agua, y “bajo la acción de todos estos recursos pudo aligerar su intestino, entregándose enseguida a un sueño apacible y ahora está muy mejorado”.
El 3 de enero, nuevamente, Mr. Forbes envió un informe a Adams, dándole cuenta que “con la constante atención de los médicos y de su familia, él ha ensayado un moderado tratamiento de mercurio, que ha mejorado mucho, si no totalmente curado, el estado de su hígado”. Finalmente el 27 de diciembre hizo la presentación de credenciales, agregó “Mr. Rodney se siente mucho menos preocupado, después de haber consumado esto, que es uno de los grandes objetivos de su misión”.
El periódico Argos describió el acto oficial, a la una de la tarde del día previsto el oficial mayor del Ministerio de Relaciones Exteriores, acompañado del edecán del gobernador pasó en el coche oficial por la casa de Rodney, quien ascendió en compañía de Forbes rumbo a la fortaleza. En el momento de avistarse la carroza se izó la bandera nacional, afirmándola de un cañonazo, y una guardia de artillería con bandera y banda le rindió los honores de ordenanza. El doctor Escarrranea del Tribunal de Justicia y el coronel Pedro Andrés García lo esperaban en el primer descanso de la escalera para introducirlo al salón en el que se encontraba el gobernador, con sus ministros, oficiales del ejército, el Senado del Clero, legisladores, del Tribunal de Medicina y distinguidos ciudadanos. Rodney dijo unas palabras en inglés resaltando el motivo de su misión y lamentando la enfermedad que le había privado de cumplir antes el cometido. Todas las palabras las tradujo el mismo Rivadavia, quien fue el encargado de responderle, después de entregar las cartas credenciales, los presentes tomaron asiento y conversaron un rato amablemente, para retirarse con el mismo ceremonial de estilo.
Algunos amigos aconsejaron al enviado se fuera al campo o a Montevideo a descansar, pero esto no fue posible, seguía en cama el 2 de enero, “en un estado de postración que tenía alarmado a su médico, temeroso de un retorno del ataque apoplético. Mi opinión personal es que su vida, mediante constantes cuidados, apenas podrá prolongarse varias semanas o a lo sumo algunos meses”. Triste presagio sobre el que habremos de referirnos en una próxima nota.