JUAN PABLO MENESES REESCRIBE EL CHILE CONFLICTIVO DE SU INFANCIA

Recuerdos de un pasado traumático

El escritor y periodista chileno Juan Pablo Meneses acaba de publicar Una historia perdida, su más sentida y compleja novela. Un viaje retrospectivo al momento más traumático no solo de su infancia, sino de la historia moderna de Chile, aquel 11 de septiembre de 1973, cuando su capital, Santiago, fue bombardeada por el ataque que inició el golpe de Estado de Augusto Pinochet, el cual derrotó al gobierno socialista de Salvador Allende. Aquella mañana, un niño de cuatro años, desobedece la orden de su mamá de no abrir la puerta de su casa porque caían bombas y no hizo más que asomar su cara a la vereda para que un ensordecedor estruendo lo tirara al piso, en un episodio que marcaría su vida, su personalidad y sus vínculos sociales.

“Lo relatado al principio de Una historia perdida es un hecho biográfico. Me sucedió a mí. Pero luego se va separando de mi vivencia personal. Me gusta que el lector vaya abriendo puertas a medida que va avanzando por la historia. No me interesa ofrecer un libro que cierre por todos lados, sino que lo puedan completar, investigar, googlear. Lo más increíble que me sucedió en mi corta carrera de escritor, fue darme cuenta que lo del golpe del 73 en Chile no lo saben todos los ciudadanos. En mi país muchos desconocen la historia”.

-¿Cómo llegó a esa conclusión?

-Cuando empecé a investigar esta historia que tenía tan presente, me di cuenta que la Fuerza Aérea la escondió por completo. No hay fotos, no hay registros. Para la historia chilena sólo existe esa postal de la Casa de la Moneda en llamas y Allende suicidándose. De los otros bombardeos, nada. Nadie sabía que hubo varias bombas que cayeron en Santiago, muchas en diferentes antenas de radio, una en la casa de Salvador Allende, que es la que cayó a 150 metros de la mía, y otra en un hospital militar. Fue un bombardeo a toda la ciudad. Un recuerdo que me di cuenta que sólo lo tiene la gente que lo vivió de cerca. Entonces ahí, en base a testimonios y relatos de vecinos y conocidos, completo el libro.

-¿Cómo podría describir esa fatídica mañana de septiembre?

-Fue una cuadrilla de aviones Hawker Hunters soltando bombas sobre toda la ciudad. Y cuando mi madre me dice “no salgas a la calle que puede llegar a caer una bomba”, era porque en la radio estaban advirtiendo que estaban bombardeando todo Santiago. Lo loco fue que para mí esa era una anécdota familiar hasta que tomé conciencia de lo que había representado para mi país. Una anécdota que me dejó atrapado en el psicoanálisis para siempre. Que tu mamá te diga a los cuatro años que no abras la puerta porque te puede caer una bomba y te cae una bomba, es fuerte.

DOS CAMINOS

-Cualquier periodista hubiese tomado esa historia como su llegada al mundo editorial, sin embargo este es su duodécimo libro.

-Es que nunca pensé escribirla. La comentaba en charlas, en presentaciones y entrevistas pero nunca la consideré para un libro. Era como mi currículum vitae o mi documento de identidad. Porque yo arranqué en la literatura desde la ficción y después como cronista, hasta que entendí que podía unir los dos caminos en un mismo libro.

-¿Qué lo motivó a escribirla?

-La muerte de mi madre fue un disparador decisivo. La mía era una anécdota coral y me quedé sin una de las protagonistas principales. Creo que le debía este libro. Al menos dejarlo para la herencia emotiva familiar. Es un recuerdo que vuelve a mi mente muy seguido y espontáneamente. Por ejemplo, yo recién navegué muchos años después de aquella mañana de la bomba, pero cuando me subí a un barco y sentí cómo el piso se movía, me acordé inmediatamente de cómo se movió el piso de mi casa cuando yo caí de cola al haber explotado la bomba. Y así con miles de sensaciones. Entonces antes que los recuerdos se vayan borrando y la gente que vivió esa época vaya desapareciendo, sentí dejarla plasmada en un libro.

Creador del concepto “Periodismo portátil” (que en la actualidad se convirtió en una Universidad virtual de Periodismo), que desarrolló cuando en el año 2000 se compró una cámara digital y comenzó a recorrer el mundo con sus crónicas escritas en la computadora que fuese, Juan Pablo Meneses (Santiago, Chile, 1969), editó entre muchos otros libros, Equipaje de mano, Hotel España y la trilogía Periodismo cash que incluye La vida de una vaca, Niños futbolistas y Un dios portátil. Vivió en Barcelona, ocho años en Buenos Aires entre el 2002 y el 2010 y ahora reside en su Santiago natal, junto a su mujer y dos hijos, Vicenta y Pascual.

“A lo largo de mi vida -explicó- fui descubriendo que siempre estoy queriendo irme pero siempre termino volviendo. Pensar que mi vida desde hace 25 años se divide entre distintas ciudades y aviones, pero siempre estoy volviendo a Santiago. Viví en Barcelona, en Buenos Aires y en Nueva York, pero ahora estoy en Santiago con mis dos hijos. Un niño bombardeado por una dictadura puede provocar un cronista latinoamericano que no sabe dónde está ni hacia dónde va, pero va, a paso firme y logrando cosas en el camino”.

-Llegó a Buenos Aires en el 2002. Aquí, la bomba ya había estallado.

-Recuerdo en el avión a unas monjas argentinas con una guitarra como viniendo a una misión de paz. Buenos Aires estaba devastada. Los bancos tapiados con rejas, locales cerrados, el centro vacío. Era una ciudad bombardeada y sentí quedarme. Fueron ocho años maravillosos donde profundicé mi trabajo de periodista con mi blog “Crónicas argentinas”.

LEER Y CONTAR

-Los periodistas tienen la necesidad imperiosa de contar lo que sea. ¿En su caso?

-Mi formación periodista viene de la lectura de las revistas que recibía mi padre que eran opositoras a la dictadura. Esa era la forma de hacer resistencia. Era como seguir una novela del horror por semana por correspondencia. Cada nuevo capítulo era una revista que nos llegaba a la casa. Y de adolescente yo quería contar a la gente cuál era la verdad de lo que pasaba en mi país. No era eso que veíamos en la tele o leíamos en el diario. Era lo que pasaba en la calle, cuando iba a comprar, que tenía a un militar con una metralleta vigilando el régimen impuesto.

-Su concepto “periodismo portátil” hoy es una Universidad virtual.

-Yo siempre quise irme de Chile pero no tenía la posibilidad hasta que me gané un premio y me fui a vivir a España. Llevé sólo una cámara digital que me salió mucha plata y todo el mundo desconocía. Iba a los lugares, sacaba fotos, escribía en los cibercafés de cualquier barrio u hotel, y así conté historias que fueron publicadas en distintos medios. Llegué a tener mi blog “Crónicas argentinas” en Clarín durante mis años en Buenos Aires. Esa forma de hacer periodismo, la convertí en cursos y hoy orgulloso puedo decir que es una Universidad virtual a la que pueden anotarse alumnos de cualquier parte del mundo.

-Con la herida cicatrizada por su libro y sus dos hijos, podría decirse que fijó residencia en Santiago.

-Lo cierto es que ahora estoy a pleno con la paternidad. Mi hija tiene tres años y mi hijo uno. Pero por el contrario, la idea ahora es moverse con ellos. Aprendo muchas cosas de ser padre y quiero volcarlas en crónicas y compartirlas. Creo que viajar con ellos es descubrir un mundo nuevo, incluso en los sitios donde ya estuve. El periodismo portátil con ellos tiene otras aristas.