El análisis del día

Reconfiguración: la solución exógena

El domingo 19 de noviembre se consumó en las urnas del balotaje un capítulo relevante de la reconfiguración del sistema político. Ese proceso, que venía desplegándose en los últimos años bajo la forma de la disgregación de las coaliciones y del ocaso de los principales liderazgos, se precipitó con el triunfo del candidato de La Libertad Avanza sobre el peronismo y la previa derrota (y posterior ruptura) de Juntos por el Cambio.

DE CANDIDATO A PRESIDENTE ELECTO
Si Sergio Massa representaba como camino hacia la reconfiguración una reforma del sistema desde dentro, con la promesa de dejar atrás la grieta inmovilizadora y convocar a un gobierno de unión nacional con representantes de diferentes fuerzas políticas, sociales y empresariales, el voto ciudadano prefirió el camino que ofrecía Milei: barrer el escenario con un outsider y dar paso, a suerte y verdad, a una experiencia diferente aunque luciera aventurada.
Irónicamente, al convertirlo en presidente electo, ese voto ya empieza a transformar la naturaleza de outsider de Milei antes aún de hacerse formalmente cargo del gobierno: naturalmente recaen sobre él responsabilidades que no tenía como candidato y que se le han traspasado con una elección que lo empoderó en la misma medida en que desarticula, desfleca y desempodera al gobierno saliente. Las fechas formales indican que el cambio se produce el 10 de diciembre. Los hechos determinan su propia cronología.
En la noche de su victoria (consguida además por una diferencia notable, que ni él ni su círculo imaginaban) Milei no había aun avanzado en la mutación desde el rol de candidato a la condición de Presidente. Su discurso fue todavía el de jefe de una parcialidad que hablaba con y para los suyos (a quienes suele definir como “argentinos decentes”). No mencionó a los 14 millones y medio (44,3 por ciento) de ciudadanos que votaron a Massa ni mencionó el hecho de que su contendiente lo había llamado para reconocer su triunfo y felicitarlo inclusive antes de que se dieran a conocer los primeros datos oficiales.

DOS CUCHARADAS DE REALISMO
Pero a las pocas horas hubo evidencias de que el realismo que impone el compromiso presidencial empezaba a operar sobre él (en la entrevista que concedió al canal de cable TN admitió que estaba “más pragmático”).
En verdad, la reconfiguración plena del sistema reclama una estrategia de unidad nacional (para usar la formulación de Massa o la que supo emplear Juan Schiaretti), de “ampliación de la plataforma de gobierno” o “nueva mayoría” ( según el fraseo de Horacio Rodríguez Larreta, entre otros). Que el voto haya preferido un cambio exógeno no cambia la importancia estratégica de aquel objetivo: la unión nacional es una política de convergencia y participación colectiva, más indispensable aún, si se quiere, para un gobierno que puede ostentar el fuerte respaldo de la opinión pública (un respaldo que, no obstante, se canalizó por otras vías a la hora de renovar el Congreso y poderes provinciales.
El pragmatismo creciente del presidente electo emana de la comprensión paulatina de ese cuadro complejo. No habría que confundir esa actitud con la “tranquilidad” y el apego a las formas que Mauricio Macri vive recomendándole al presidente electo, ni a algún tipo de dependencia política del expresidente, como sugieren fuentes próximas a éste.
En rigor, Milei parece empeñado en demostrar que, si bien ha aceptado de muy buen grado la colaboración del macrismo en la fiscalización del comicio y parece dispuesto a seleccionar a algunos hombres o mujeres de esa matriz política para cubrir puestos en la estructura de su gobierno, en modo alguno consentirá formas de cogobierno como las que pretenden ciertos cuadros del PRO macrista.
El Presidente electo tomó desde el principio al pie de la letra la idea de que la ayuda que le prestaba ese sector era “incondicional”, como juraron tanto Macri como Patricia Bullrich, y está dispuesto a hacerla realidad. Si bien se mira, varios políticos sugeridos por el expresidente y la excandidata para puestos prominentes (Federico Pinedo para cancillería, Javier Iguacel para la presidencia de YPF, Germán Garavano para Justicia, Guillermo Dietrich para Infraestructura) quedaron fuera de esos destinos (y quizás de otros de reemplazo).

PESCAR EN OTRAS PECERAS
Milei está reclutando cuadros principalmente entre ex compañeros de trabajo en Aeropuertos Argentina 2000, la plataforma empresarial de Eduardo Eurnekián y entre ejecutivos de otras grandes empresas nacionales (caso Techint).
En un asunto central, como es la política hacia el sector agroalimentario, Milei ha elegido a un técnico de mucho prestigio y de fluidos vínculos con esa actividad. Se trata de Fernando Vilella, ex decano de la Facultad de Agronomía de la UBA. Vilella es el autor de la expresión “Vaca Viva”, para subrayar que en la bioeconomía la Argentina tiene una fuente de crecimiento y exportaciones análoga a lo que Vaca Muerta significa en el campo energético. El futuro secretario asegura que las retenciones que afectan a los principales cultivos (soja, maíz, trigo) serán paulatinamente eliminadas hasta quedar en cero al final del período presidencial de Milei.
El presidente electo sondea también en la pecera de los partidos (se basa en el lema de que aquel que sea de la casta y se sume a la gestión libertaria pasa a convertirse en un “argentino decente”). La idea de atarse a una alianza predominante o exclusiva con el macrismo no parece ser una solución práctica para el libertario. La fuerza legislativa que puede aportar Macri es, sin duda, mayor que la que ha cosechado La Libertad Avanza, pero lo que suma no es suficiente para garantizar la aprobación de leyes.
Por otra parte, el Presidente tiene abierta la vía de un diálogo directo con los gobernadores que supieron referenciarse en Juntos por el Cambio (de eso se ocupa el ministro del Interior en ciernes, Guillermo Francos) y no necesita pagar el peaje en la casilla del expresidente. Cuando se habla de gobernadores, vale aclarar, una reflexión paralela puede hacerse sobre los que son de origen peronista: ellos tampoco necesitan intérpretes.

LA INDISPENSABLE UNION NACIONAL
En la Cámara de Diputados, Milei parece estarse orientando a buscar una presidencia que pueda tenere puentes hacia el bloque más numeroso y, en principio, más difícil: el del peronismo. Parte de la idea de que el macrismo y sus aliados están en primera instancia forzados a respaldarlo: ¿acaso van a ponerle la proa después de haber roto Juntos por el Cambio para apoyarlo? Ese cálculo perjudica sobre todo las chances de Christian Ritondo, impulsado por Patricia Bullrich (no tanto por Macri, que prefiere jugar unos boletos en favor de Miguel Pichetto). El beneficiario de aquellas reflexiones puede ser Florencio Randazzo, que además de buen diálogo con muchos diputados peronistas, cuenta con el valor agregado de ser un puente hacia Juan Schiaretti, el gobernador (saliente) de Córdoba, que exhibió una propensión a los libertarios (olfateando cómo se iba a pronunciar el 75 por ciento de su provincia).
La búsqueda plural permite conjeturar que Milei entrevé la necesidad de una covergencia nacional que, sin renunciar a ideas y objetivos propios, ofrezca gobernabilidad y contribuya a perfeccionar prioridades y determinar los ritmos y formas adecuadas para su concreción. El pragmatismo de Milei se mostró en su actitud de diálogo con el presidente saliente (un Alberto Fernández oportuno para el rito de pasaje), un paso que constituye una señal de civilización política.
Otro hecho: Milei instruyó a quien será su canciller, Diana Mondino, para que el presidente de la República Popular China, Xi Jinping, sea invitado a su asunción el 10 de diciembre. Xi Jinping envió un mensaje de con gratulación al presidente electo por su victoria y la canciller formuló la invitación. No se trató de una formalidad: Milei estaba rectificando en los hechos una afirmación equívoca de su campaña, que creaba cortocircuitos con el principal cliente de Argentina en el mundo. Más trascendente aún: el presidente electo atendió con naturalidad el llamado del papa Francisco, un gesto del Pontífice que permitió a Milei dar por zanjados los desatinos verbales (propios y de su mentor ideológico, Benegas Lynch) cometidos durante la campaña. Se ha mencionado la gestión de esa llamada por parte de la futura canciller y de un oftamólogo que atiende al Papa. No habría que dejar de lado la prédica del arzobispo porteño, Jorge Ignacio García Cuerva el mismo domingo del comicio: “No decidamos con miedo. Nada bueno podemos hacer si tenemos miedo (…) la crisis social se ha profundizado porque nos tenemos miedo unos a otros”.
A decir verdad, los argentinos votamos sin miedo, pese a los cruces de campañas que dramatizaban los rasgos menos agradables de cada uno de los rivales. La campaña se acabó. Ahora es responsabilidad de todos (pero siempre la cuota mayor es la de quien tiene poder, de quien ha vencido) desactivar los mecanismos que han subsistido y frenar la tentación de venganza de algunos. “En la derrota, dignidad; en la victoria, magnanimidad”.