EN ‘LA DECISION DE KARLA’, NICK HARKAWAY REVIVE AL PERSONAJE DE GEORGE SMILEY
Reaparición del espía más famoso
El autor, uno de los hijos de John Le Carré, escribió la novela para prolongar el universo narrativo de su padre, quien murió en 2020. Podría ser el comienzo de una nueva serie de libros.
La muerte en 2020 de John Le Carré, el maestro absoluto de las novelas de espionaje, dejó un vacío a la vez que generó múltiples y tentadoras oportunidades literarias.
En los cinco años que pasaron desde el deceso del autor de El topo se conoció al menos una obra póstuma del escritor británico, aparecieron una reveladora biografía y las memorias de una antigua amante, y circuló una selección de sus cartas que arrojó más luz sobre su turbulenta vida amorosa. Pasado un tiempo prudencial, quedaba abierto el camino para que se conocieran nuevos aportes.
Ahora es Nick Harkaway, el menor de los cuatro hijos de Le Carré y también escritor, quien resolvió tomar el testigo resucitando a George Smiley, el espía más famoso creado por su padre.
Levó adelante esa tarea en una nueva novela, La decisión de Karla (Planeta), un proyecto con el que sus herederos decidieron responder a la "lista de deseos" que les dejó su padre al morir, en diciembre de 2020.
"La carta decía: hagan dinero con mi legado, cuiden de mis nietos, pásenlo bien y, por cierto, consigan que llegue a ser el escritor más famoso de la historia en lengua inglesa", recordó Harkaway en una reciente entrevista con la agencia EFE.
Al hijo le gusta imaginar que el célebre novelista escribió la carta sentado con un vaso de whisky y pensando en lo "muy divertido" que sería su lectura póstuma.
EL ENCARGO
En vista de tamaño encargo, la familia de Le Carré pensó que la mejor manera de mantener vivo su legado era dar continuidad a su más exitosa serie de novelas de espionaje.
Es la que corresponde al ciclo de obras ambientadas en la Guerra Fría, al que pertenecen clásicos como El topo (1974), El honorable colegial (1977) y La gente de Smiley (1979).
Cuando se reunieron para abordar el tema, Harkaway, autor de novelas de ciencia ficción y misterio como Gnomon, Angelmaker o Titanium Noir, se presentó con una lista de candidatos a prolongar la serie, pero su hermano le convenció de que tenía que ser él quien asumiera el reto.
"Mi primera reacción fue negarme, porque era el mundo de mi padre, porque se trata de un icono del siglo XX y porque ha definido el modo en que la gente ve la Guerra Fría -aclaró-. Pero enseguida me di cuenta de que todo eso eran en realidad motivos para hacerlo, por el desafío que significaban".
Lo que siguió fue un tiempo de inseguridad y vacilación mientras avanzaba el proceso de escritura. Cuando Harkaway tuvo terminado un primer manuscrito se lo envió a Joe Hill, el hijo de Stephen King, en quien vio, con razón, “a una de las pocas personas en la Tierra que se puede decir que entienden la magnitud de mis temores en torno a este libro”.

EL PERSONAJE
George Smiley es un personaje que tiene mucho del propio Le Carré, quien fue espía antes que escritor.
Tuvo su debut como personaje secundario en la tercera novela de Le Carré -y primera de gran éxito-: El espía que surgió del frío (1963). Eso fue un decenio antes de que se consolidara como el protagonista en la trilogía antes mencionada.
Pero entre esa tercera novela -que fue llevada al cine por Martin Ritt, con Richard Burton como protagonista-, y El topo -que tuvo otra célebre adaptación protagonizada por Gary Oldman, además de una serie televisiva anterior que encabezó el incomparable Alec Guinness-, había casi "una década perdida" y es ahí donde se ubica el desarrollo argumental de La decisión de Karla.
La trama de la nueva novela indaga justamente en cómo hizo Karla para pasar de ser un agente soviético más a convertirse en el "archienemigo" de Smiley.
EN 1963
La historia arranca en la primavera boreal de 1963, cuando Smiley abandonó su agencia secreta, Circus (una versión literaria del MI6), pero su jefe, Control, lo convence de que vuelva para aceptar un último encargo.
Este caso se vincula con una emigrante húngara, un agente ruso que ha desertado y la desaparición del hombre al que debía asesinar.
Imitando la forma morosa y compleja que tenía Le Carré de estructurar sus novelas, el personaje Karla aparece avanzadas las dos terceras partes del libro.
Harkaway procuró también imitar algunos rasgos del ritmo y el estilo de su padre, si bien eludió la adopción directa de recursos como los monólogos interiores que evocan antiguos interrogatorios o las extensas citas de supuestos informes confidenciales.
El argumento, señaló el diario británico The Guardian, avanza con lentitud a medida que se va acumulando una tensión que desembocará en el enfrentamiento entre presas y cazadores, más alguna escena intermedia de acción vibrante que transcurre en la capital húngara, Budapest.
“Los admiradores tendrán mucho para disfrutar” en la novela, opinó The Guardian. “Pero no hace falta ser un fanático para gozar con el libro”, que es un “homenaje amoroso a un padre complicado”, además de una “novela excelente por derecho propio”, agregó el periódico londinense.
Este último título bien podría ser el primero en una nueva serie de libros. Así lo insinúa el final de La decisión de Karla, que deja los suficientes cabos sueltos para sospechar que la historia tendrá pronto una continuación.
LECCIONES
Harkaway, que al igual que su padre usa un seudónimo -su apellido real es Cornwell-, está convencido de que aún hay mucho que aprender sobre la Guerra Fría, una época marcada por la deshumanización y el desprestigio de la verdad.
"No es que haya similitudes con la actualidad, es que se trata de una continuidad, la Guerra Fría es producto de las decisiones tomadas en la primera mitad del siglo, es el puente entre el pasado y el presente -observó-. Ahora tenemos la invasión rusa en Ucrania, las líneas estratégicas son las mismas, hay un flujo continuo de violencia".
En ese contexto, Smiley representa al hombre que lucha por preservar la moral, en una permanente lucha interior acerca de "qué y a quién es posible sacrificar y hasta dónde es posible llegar sin convertirte en lo mismo que el enemigo al que te enfrentas".
"Tiene un superpoder en la empatía, pero es capaz de suprimirla con rudeza para hacer lo que sea necesario, esa tensión está siempre ahí", distinguió Harkaway.
ESPIA ESQUIVO
Con más de 60 millones de ejemplares vendidos en 36 idiomas, Le Carré ha sido uno de los escritores más leídos de las últimas décadas.
Hijo de un padre estafador y maltratador, John Le Carré trabajó como espía al servicio de Su Majestad británica durante casi una década.
Fue integrante del MI5 (inteligencia interior) y del MI6 (espionaje extranjero), una faceta que, más allá de sus novelas, siempre trató de abordar con suma discreción y diferentes velos informativos que ocultaran su verdadero papel en esos organismos, por lo que ese período de su vida dista de haberse aclarado en todo su alcance.
Pero lejos de la imagen misteriosa y erudita que a menudo proyectaba Le Carré, su hijo menor se animó a definirlo como un hombre "divertido y lleno de una profunda alegría".
"Existe esta idea en la literatura de que la tristeza es profunda y la alegría no, pero él era un hombre alegre en el sentido más profundo", subrayó Harkaway.
Le Carré fue también un escritor comprometido, que en los últimos años de su vida hizo más explícita una visión del mundo crítica del gobierno británico, de sus estructuras de poder y de las miserias de sus organismos de inteligencia, todo lo que cual terminó por asociarlo a ciertas posiciones de izquierda.
Harkaway la resumió con otras palabras, menos politizadas: "La esencia del compromiso personal y político de mi padre era la compasión".
