Reapareció el Papa Francisco para presidir la misa de Vigilia Pascual

Ciudad del Vaticano (EFE y AP) - Después de haber desistido a último momento de encabezar el vía crucis en el Coliseo para cuidar su salud, el papa Francisco presidió ayer la misa de la Vigilia Pascual en la basílica de San Pedro, donde pidió "que se aleje la desesperación para los pueblos destruidos por el mal y golpeados por la injusticia".

En esta larga celebración de casi 3 horas, en la que se conmemora la espera de la resurrección de Jesús, el Pontífice participó en todos los ritos y leyó con voz algo congestionada su homilía.

En medio de una gran expectativa tras su sorpresiva ausencia en la víspera, Bergoglio ingresó al templo, oscuro y silencioso, para ocupar la silla que lo esperaba y bendecir un cirio pascual con cuya llama se encendieron otros hasta iluminar toda la basílica.

"A veces sentimos que una lápida ha sido colocada pesadamente en la entrada de nuestro corazón, sofocando la vida, apagando la confianza, encerrándonos en el sepulcro de los miedos y de las amarguras", puntualizó el Pontífice, que habló de “escollos de muerte, todas las experiencias y situaciones que nos roban el entusiasmo y la fuerza para seguir adelante".

Entre esos escollos mencionó los decesos “de nuestros seres queridos, que dejan en nosotros vacíos imposibles de colmar; los fracasos, los muros del egoísmo y de la indiferencia, que repelen el compromiso por construir ciudades y sociedades más justas y todos los anhelos de paz quebrantados por la crueldad del odio y la ferocidad de la guerra".

Asimismo, aseguró que "Jesús es nuestra Pascua, aquel que nos hace pasar de la oscuridad a la luz, que se ha unido a nosotros para siempre y nos salva de los abismos del pecado y de la muerte, atrayéndonos hacia el ímpetu luminoso del perdón y de la vida eterna”. 

SIMBOLISMOS

Durante la ceremonia,  cargada de simbolismos, el Vicario de Cristo marcó la vela con la inscripción de la primera y la última letra del alfabeto griego -alfa y omega- que simbolizan que Dios es el principio y el fin.

Luego fue el turno de la tradicional procesión con la entrada de los concelebrantes en mutismo absoluto y a oscuras para representar la ausencia de luz tras la muerte de Jesucristo.

Sólo después de que el diácono pronunció tres veces la frase 'Lumen Christi' (La luz de Cristo) se encendieron las luces de la basílica y arrancó la misa ante 6.000 fieles.

Esta ceremonia respeta la tradición de los primeros años de la Iglesia, la de los catecúmenos, los adultos que aspiraban a convertirse al cristianismo y, por ello, también se celebró la bendición del agua, donde el Papa bautizó a ocho adultos de diferentes nacionalidades: cuatro italianos, dos coreanos, un japonés y un albanés.

PRESENCIA CONFIRMADA

El Vaticano confirmó que Francisco oficiará la misa de Resurrección y pronunciará su discurso Urbi et Orbi (a Roma y el mundo) en el que reza por el fin de las crisis globales.