Una leyenda forjada a base de ‘Magos, espadas y rosas’

Recital de Rata Blanca. Músicos: Walter Giardino, guitarra líder; Adrián Barilari, voz; Danilo Moschen, teclados; Alan Fritzler, batería, y Juan Pablo Massanisso, bajo. El miércoles 19 en el Movistar Arena.

Pocas bandas argentinas han sido, a través del tiempo, tan queridas y a la vez injustamente maltratadas. Rata Blanca surgió allá por 1985, fundada por Walter Giardino tras un breve paso por V8, y alcanzó su pico de popularidad en 1990 con el icónico ‘Magos, espadas y rosas’. A partir de allí, su historia fue una verdadera montaña rusa: presencia en programas de tevé, un recordado show en Vélez y, para disgusto de quienes se consideran metaleros de ley, presentaciones en bailantas.

Pero las huestes de Giardino no se amilanaron. Continuaron su camino entre múltiples discos, varias formaciones y un interregno de algunos años, demostrando siempre no sólo que seguían vigentes, sino que su poder de convocatoria crecía con cada regreso. Eso quedó claro el miércoles por la noche en el Movistar Arena, cuando, tras un tiempo sin presentarse en el país, volvieron a colgar el tan ansiado cartel de ‘sold out’. ¿La excusa? Celebrar los 35 años de ‘Magos, espadas y rosas’.

 

NOCHE ARROLLADORA

La velada comenzó de manera inusual: el público debió esperar más de media hora para que Rata Blanca subiera al escenario, algo poco habitual en ellos. Y aunque el arranque fue potente, el sonido no estuvo a la altura. Temas como ‘Hijos de la tempestad’, ‘Sólo para amarte’ y ‘El beso de la bruja’, pese al entusiasmo del público, no sonaron como se esperaba.

Sin embargo, a partir del quinto tema todo cambió. El audio se acomodó y la banda recuperó la fuerza y nitidez que la caracteriza. Así se sucedieron canciones de su extensa discografía como ‘Cuando sane tu corazón’, ‘Los ojos del dragón’ y ‘El círculo de fuego’, además de todas las del álbum homenajeado, como ‘El camino del sol’, ‘Haz tu jugada’ y ‘Días duros’.

Con el correr de la noche, la pasión creció. Hubo espacio para clásicos infaltables como ‘El sueño de la gitana’ y ‘Chico callejero’, dos emblemas del primer disco, y la eterna ‘Mujer amante’, que ya no necesita presentación.

 

UNA BANDA EN FORMA

A lo largo del recital, quedaron en evidencia las vigencias intactas de sus dos pilares: Walter Giardino volvió a demostrar por qué es uno de los guitarristas más respetados del rock argentino y mundial, con solos precisos, intensos y ejecutados con una maestría indiscutible.

Por su parte, Adrián Barilari exhibió una calidad vocal que sigue asombrando pese al paso de los años. Su afinación impecable y su carisma generaron un ida y vuelta constante con el público, recompensado cada vez con ovaciones.

El resto de la banda completó el cuadro con profesionalismo: Danilo Moschen, en teclados; Juan Pablo Massanisso, en bajo, y Alan Fritzler, en batería, aportaron solidez y potencia para sostener el show.

 

A LA ALTURA

El final llegó con ‘Aún estás en mis sueños’, la inoxidable ‘La leyenda del hada y el mago’ y la vigente ‘El último ataque’. Fueron tres horas de show que no hicieron mella ni en los músicos ni en el público. Y aunque el inicio no fue ideal, la banda rápidamente enderezó el rumbo para culminar con un cierre apoteótico.

Rata Blanca volvió a demostrar no solo todo su poderío, sino también por qué sigue siendo la banda más convocante del heavy nacional. Su vigencia, lejos de ser un mero recuerdo de tiempos gloriosos, se sostiene en una combinación de talento, oficio y una conexión con el público que pocas agrupaciones conservan tras casi cuatro décadas de carrera. Lo del Movistar Arena no fue sólo un recital, fue la confirmación de que, más allá de todo, Rata Blanca ocupa un lugar indiscutible en la historia del rock argentino. Y mientras Giardino y Barilari sigan subiendo al escenario con esta energía, su leyenda seguirá escribiéndose a puro riff y emoción.

 

Calificación: Muy bueno