ENTREVISTA A LEONARDO CAJAL, BIOGRAFO DEL JEFE POLICIAL MUERTO EN 1909

“Ramón L. Falcón fue quizás el primer mártir del siglo XX”

En una época en que se pretende reivindicar a ciertos actores de nuestro pasado, cobra relieve la figura del funcionario asesinado por un anarquista. Una revisión histórica con ecos en el presente.

“El cambio de nombres en los institutos de formación se fundamenta en la obligación del Estado de construir una sociedad donde todos sus espacios, en particular las instituciones formadoras, proclamen valores democráticos y el respeto a los derechos humanos”, fundamentaba en 2011 el entonces Ministerio de Seguridad encabezado por Nilda Garré al anunciar que la Escuela de Cadetes de la Policía Federal Ramón L. Falcón cambiaba su nombre por Comisario Angel Pirker.

Semanas atrás, la actual administración libertaria, en boca de su ministra de Seguidad, Patricia Bullrich ordenó que se reestablezca a la institución su nombre original. “Por una cuestión ideológica, le sacaron el nombre y yo instruyo al jefe de la Policía Federal Argentina, para devolver la verdad. Es para nosotros un valor innegociable”, afirmó.

En este marco, la próxima reedición del libro ¿Por qué Falcón – El hombre y su tiempo, de Leonardo Cajal (Editorial Areté, 248 páginas), es un oportunidad para abordar la figura del exjefe de Policía y su accionar en los albores del siglo XX.

Para ello dialogamos con su autor el historiador Leonardo Cajal sobre la exhaustiva investigación que realizó durante un año por diferentes archivos, hemerotecas y bibliotecas y que le posibilitó el hallazgo de documentación inédita. “La difícil tarea de desaprender lo aprendido para conocer la verdad”, fue uno de los disparadores de su trabajo, según destacó.

 

HOMBRE DE ESTADO

 

-Una de las características de Falcón fue su versatilidad. ¿Cuáles fueron sus principales cargos públicos?

-El se distinguió desde el comienzo en el Colegio Militar de la Nación, ya que fue el primer cadete, creo que eso marcó y aportó en su austeridad y espíritu de sacrificio y arrojo. Egresó con medalla de oro, lo que lo llevó a ser ayudante del presidente Sarmiento, y desde ahí comienza un ascenso estrepitoso en su carrera militar. En 1877, luego del “motín de los Gabanes” del 21 de junio de 1876, cuando los cadetes del Colegio Naval se niegan a ir al sur, el presidente Nicolás Avellaneda le encarga reorganizar el Colegio Naval, ya con el grado de Teniente Primero del Batallón N.º 3 de Infantería. A partir de ese momento pasa a servir en la Armada, donde aflora su espíritu docente. Tengamos en cuenta que él es miembro fundador y docente del Colegio Nacional de La Plata y miembro fundador del Club Gimnasia y Esgrima de La Plata. Estas dos funciones lo destacan como un gran educando de las artes, las ciencias y, por sobre todo, el deporte. Pero también incurre en la política, distintas funciones, todas ellas por su entereza moral y su honestidad. Ya en 1891 fue Director de la Administración de Aguas Corrientes y Director del Banco Provincia; en ese mismo año asume como Senador provincial en Buenos Aires. Luego, en 1898, asume como Diputado Nacional, para luego, por decisión del presidente José Figueroa Alcorta, ser nombrado Jefe de la Policía de la Capital. Un militar, con cualidades en la política, pero por sobre todo con una capacidad única para la docencia y la planificación, algo que se verá en su más grande creación, la Escuela de Cadetes de Policía, una institución de formación adelantada a su época.

-En lo humano..¿Podría destacar alguna característica en particular?

-Su patriotismo, su humildad, su honestidad. Falcón fue un hombre que sintetizó el sacrificio con verdadero espíritu cristiano, de dar sin esperar nada a cambio, y que llevó a los hechos aquello que pregonaba: el arrojo, el sacrificio.

 

DESCONOCIMIENTO

 

-¿Por qué quedó en la historia sólo como el jefe de Policía y es desconocida su extensa trayectoria?

-Por intereses. No es malo que las corrientes historiográficas tengan intereses; lo malo es que esos intereses no busquen la verdad y solo sirvan para confundir y beneficiar a pequeñas minorías interesadas en desorientar a los pueblos. Ocurre con el descubrimiento de América, ocurre con la mal llamada “Conquista del Desierto”. Ese relato, teñido por los mismos pregoneros de falacias y mentiras, alcanza también a Ramón Falcón. Fíjese que lo acusan de que “el coronel Falcón había sido el mejor oficial del general Roca en el exterminio de los pueblos originarios en la denominada Campaña del Desierto” (Osvaldo Bayer). No solo es una vil mentira, producto de una imaginación oscura y tormentosa, sino también un signo terrible de desconocimiento de nuestra historia, por la simple razón de que Falcón llega para los actos del 25 de mayo de 1879 a Choele Choel como instructor de la Escuela Naval, navegando por mar y río a bordo de un vapor.

-¿Por qué la prensa de su época le fue hostil?

-Por la simple razón de que la “libertad de prensa”, en algunos momentos de la historia, actúa más como “libertad de empresa”. Lo que quiero decir es que la prensa de aquel entonces atacó con fuerza al gobierno de Alcorta, y Falcón, desde la Jefatura de Policía, recibió el grueso de las críticas. No eran críticas dirigidas a él en particular, sino que estaban orientadas al gobierno nacional. Falcón no solo conocía de política, sino que era un cuadro militar que, sin entrar en ucronías, aspiraba a ser gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Tengamos en cuenta que el cargo de Jefe de Policía, en ese entonces, era un cargo político, de constante consulta para el armado de leyes nacionales y ordenanzas municipales. Por otro lado, Falcón tenía pensado, según un informe del 16 de mayo de 1909, una semana después de los hechos del 1º, rescatar un viejo proyecto de ley sobre delitos de prensa, una ley que reprimiera los desbordes de la prensa. Tengamos presente que había publicaciones que enseñaban a armar bombas caseras. Creo que este último proyecto de Falcón es una de las razones por las cuales recibió el lamentable tratamiento que algunos medios de la época le dispensaron.

 

IMAGEN NEGATIVA

 

-¿Influyó eso en la imagen negativa que se quiso instalar sobre él?

-La construcción de la imagen negativa de Falcón responde más bien a los años ’70. Luego de las dos últimas dictaduras se construye un personaje que sintetiza el aparato represor del Estado: un militar, jefe de Policía, y esa construcción se potencia a partir de 1983. Osvaldo Bayer tiene mucho que ver con esa metamorfosis en torno a la figura de Falcón. Su obra Anarquistas expropiadores, Simón Radowitzky y otros ensayos es un compendio de artículos publicados en la revista Todo es Historia entre 1967 y 1971.

El artículo original, el primero que publica Bayer en esa revista, es sobre el asesinato de Falcón. Aparece en el número 4, del año 1967, en pleno primer año de la Revolución Argentina. Bajo el título “Simón Radowitzky ¿Mártir o asesino?”, el autor escribe: “Ha sido un ataque cobarde por la espalda, por adelante tal vez nunca se hubiera atrevido. Falcón siempre creyó en que su cara y su mirada de halcón pararían la mano de cualquiera que atentara contra su vida. (…) Ni siquiera él ha podido decir: ‘soy el coronel Falcón’. Su Barranca Yaco está allí, en la avenida Quintana y Callao”.

Este mismo apartado aparecerá en las futuras publicaciones del libro antes mencionado, pero de la siguiente forma: “Falcón siempre creyó que su cara y su mirada de halcón pararían la mano de cualquiera que atentara contra su vida. Ahora está postrado en avenida Quintana y Callao, desangrándose por sus piernas rotas”. Este párrafo es solo un ejemplo: en el ensayo “intervenido” del libro, la figura de Falcón se presenta como la de un asesino de obreros. Creo que el contexto de postdictadura favoreció la instalación de este relato. Lamentablemente, generó mucho daño a la unidad nacional: clavó una cuña que otros historiadores se encargaron de seguir golpeando, separando la comunión entre fuerzas de seguridad y sociedad. Y, por supuesto, instaló un discurso cargado de resentimiento, odio y justificación de venganza a través de la mentira. Fíjese que se termina justificando la muerte, un doble asesinato, de la manera más vil y cobarde, pero lo que es peor aún, se llegó a justificar la muerte de dos inocentes.

DOS HECHOS

-Hubo dos hechos que lo tuvieron como protagonista: la “Huelga de Inquilinos” de 1907 y la “Semana Roja” de 1909. ¿De qué se trataron?

-La “Huelga de Inquilinos” estuvo planificada en un congreso anarquista que se desarrolló en Roma el año anterior. Por supuesto que los inquilinos tenían justas razones para protestar, pero el desempeño del Jefe de Policía fue ejemplar, distando muchísimo del relato instalado. Jamás reprimió, por varias razones. Primero, repito, por el justo reclamo de quienes se alojaban en los conventillos. Tengamos presente que muchos policías vivían también en esos conventillos. Además, Falcón actuó siempre como mediador entre los inquilinos y los encargados de conventillo. Eso se puede comprobar en todos los diarios de la época. Es más, muchas veces el propio Ramón Falcón hacía caso omiso a la orden de desalojo, hecho que generaba críticas de los periódicos porque el Jefe de Policía “no hacía cumplir la ley”.

Por otra parte, lo de la “Semana Roja” del 1º de mayo de 1909 es mucho más delicado. El problema se ocasionó en uno de los encuentros de las dos centrales obreras de aquel entonces, la concentración de Plaza Lorea, lugar de reunión de la FORA (Federación Obrera Regional Argentina), mientras que el encuentro socialista, desarrollado en Plaza Constitución, se realizó con total normalidad.

Volviendo a Plaza Lorea, los hechos de violencia estaban programados por parte de los anarquistas, que desde el barrio de Caballito venían saqueando armerías y provocando destrozos en tranvías, carros y distintos negocios. Sobre las muertes producidas, fueron cinco las víctimas fatales y treinta y nueve los heridos de bala, entre ellos cuatro policías. Las autopsias realizadas confirmaron que los proyectiles no fueron los utilizados por la Policía y, en todos los casos, la trayectoria de los disparos era ascendente, lo que echa por tierra la hipótesis que responsabiliza a los agentes, dado que se encontraban a caballo. Considero que estos hechos tenían como objetivo un intento revolucionario, similar al que tiempo después realizarían contra el gobierno democrático de Hipólito Yrigoyen, en 1919, conocido como la “Semana Trágica”. Era el mismo grupo anarquista cuyo objetivo fue desestabilizar al gobierno, en el contexto de la Revolución Rusa (1905–1917).

-¿Se puede afirmar entonces que la participación de Falcón en estos dos hechos no fue la de un “sanguinario represor o verdugo” como la historia tendenciosa intentó establecer de manera subjetiva?

-Es tal cual lo expresa usted. Falcón en todo momento intentó calmar los ánimos de quienes se iban a manifestar, conociendo de antemano las intenciones de quienes se iban a manifestar. Tuvo un acto de buena voluntad liberando a once dirigentes anarquistas. Falcón, como hombre de la política, jamás tuvo la intención de usar las armas para dañar a los manifestantes. Cientos de testigos declararon que los disparos efectuados por el personal policial se efectuaron hacia arriba, tratando de disuadir a los grupos violentos. Fíjese que en mi libro publico cientos de cartas de vecinos de la zona y comerciantes en apoyo al buen accionar de la fuerza policial. No son los representantes de la oligarquía, sino vecinos, gente de a pie y comerciantes. Esa es la verdad.

-La minuciosa narración que realiza en el libro sobre su asesinato en 1909 por el anarquista Simón Radowitzky es realmente dramática. ¿Qué rescataría de ese episodio?

-La integridad de un funcionario del Estado, Falcón debería ser ejemplo para todos los funcionarios. El sacrificio, el honor, la entereza de un hombre probo. Falcón jamás olvidó quién era y dónde estaba y para qué estaba, un siervo de su pueblo, que pudo salvarse si hubiera sido atendido en una clínica; sin embargo, decidió que priorizaran la vida de su secretario, mientras que él, por propia voluntad y formación, decidió esperar la atención del servicio público. Integridad es una palabra que rescato de ese hecho lamentable de nuestra historia. Un mártir, quizá el primero del siglo XX.

Un acto de reparación

 

-¿Qué análisis le merece la decisión del actual Gobierno Nacional de que el Instituto de Formación de oficiales de la PFA volverá a llamarse Ramón L. Falcón?

-Considero que fue un acto de reparación necesaria para la memoria de una institución centenaria como la Escuela de Cadetes de la Policía Federal Argentina, pero, por sobre todo, una institución fundante de la Nación. Conviene recordar que Juan de Garay, al fundar la ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María de los Buenos Ayres, lo hizo acompañado por dos alcaldes de la Santa Hermandad, la primera fuerza policial heredada de Castilla. En esa genealogía profunda del Estado argentino, la restitución del nombre no constituye un mero gesto administrativo, sino un acto que repara la dimensión simbólica sobre la cual se asienta la continuidad institucional de una fuerza fundante de la argentinidad.

Por otro lado, entiendo que esta reparación histórica excede ampliamente los límites de lo policial. Se trata de un hecho que demuestra que, a pesar de los embates del tiempo y de las distorsiones narrativas mal intencionadas, la verdad termina imponiéndose. Y nuestra Argentina, tantas veces desgarrada por relatos que tratan de monopolizar la legitimidad histórica, necesita, de una vez por todas, que la verdad triunfe. El cambio de nombres fue mucho más que una decisión política, la restauración del nombre Cnel. Ramón Lorenzo Falcón para la Escuela de Oficiales, y la del Comisario Alberto Villar para la de suboficiales, responde a la presión que ejerce la verdad sobre un relato que se construyó sobre mentiras, incomprensión histórica y sobre una imposición que forzó la interpretación del pasado con el único fin de fragmentar la patria a través. Dijo el Papa León XIII: “La primera ley de la historia es no atreverse a mentir, la segunda no temer decir la verdad”. Tengamos siempre presente que “Solo la verdad nos hará libres” (Veritas vos liberabit) , y Falcón, al igual que la Patria, es una verdad que espera por todos nosotros.