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RIVER GOLEO Y ES EL UNICO PUNTERO
Con dos goles de Angel, uno de Ortega -en la foto luce inalcanzable para los rivales- y otro de Cardetti, River le ganó 4-1 a Talleres en el Monumental y se afianzó en la cima del torneo Apertura, ya que San Lorenzo perdió 2-1 el clásico con Huracán y quedó a cuatro puntos, aunque Boca está a dos.
A cinco minutos del final, Hernán Díaz ya se aprestaba a ingresar al juego, según mostraba el cartel luminoso en reemplazo de Pablo Aimar, cuando todo el estadio comenzó a ponerse de pie para explotar en una ovación y un saludo de aquéllos en el mismo momento que el Payaso encaró hacia el banco de los suplentes. Ponía la piel de gallina ver tamaña demostración de agradecimiento por el fútbol desplegado por el 10, rayando en lo más alto de la consideración. Es que no había sido para menos ver en acción a esa diminuta figura, un extraño espécimen en medio de tanta medianía futbolera.
Hasta llamó la atención, cuando alguien que vestía una casaca con la banda roja cruzada en el pecho, musitó por ahí que "estos muchachos parece que triunfan cuando se les da la gana". Ni más ni menos esa fue la impresión que dejó este River llamado ya a llevarse un nuevo título para su rica historia, que solamente podrá pelearle el Boca de Carlos Bianchi. Ya en el propio inicio, quedaba en claro que esa noche del miércoles frente a Independiente había sido tan sólo producto de una mala perfomance.
Efectivamente, con Claudio Husaín -cada vez más jugador- y el Toto Berizzo dando cátedra al mejor estilo del centrojás de otros tiempos, los millonarios empezaron a encontrar rápidamente los caminos, por medio del incomensurable Aimar, para desairar a un Talleres que, pese al esfuerzo que quería realizar, empezaba a pagar tributo a su inferioridad ante un adversario netamente superior. Así fue que, después de una cesión acertada de Angel que Saviola envió desviada, apareció el talento en escena.
El Payaso, de quién otro podía tratarse, casi contra el banderín del córner, le vendió un buzón al pobre de Sotomayor metiéndole un caño de aquéllos con su suela, al tiempo que sacaba un centro venenoso que no pudo retener Cuenca y que el colombiano pasó por caja a cobrar. Fue el anuncio de un dominio que, pese a las inconstancias del Conejo y de Ortega, ya se trasformaba en abrumador. Entonces llegó un disparo del hombre de Río Cuarto que encontró la base del poste izquierdo en su camino y otras tantas llegadas para liquidar el pleito.
UNA LLEGADA TRAS OTRA
Después fue el propio Saviola quien se comió un gol tras una perfecta habilitación del Burrito y también Angel quedó a un paso de otra conquista. Pero, de tanto machacar, River llegó al segundo en el zapato zurdo de Ortega, mientras Aimar seguía dando clase, no solamente de cómo pegarle a la pelota como los dioses, sino de encarar con esos piques que ridiculizan a cualquiera. Así se fue el primer tiempo, con la sensación de la goleada estaría al caer cuando retornaran al campo.
Más todavía cuando, a poco de reiniciado el juego, arribó otra obra maestra de Pablito, que metió un estiletazo para que el turco Husaín se atreviera a sacar un centro de esos que duele y el colombiano mandara al fondo de la red. Pasaron dos minutos para Claudio Martín sancionara un penal de esos que no se ven y permitir que Cuenca descontara. Más que ser un impacto para los locales, fue una especie de inyección anímica para Talleres que se animó algo aprovechando cierta dejadez de River que, sin embargo, tuvo tiempo para que Cardetti anotara el cuarto, precisamente un rato antes que Pablo Aimar se fuera homenajeado por haberle rendido un culto a la pelota.
Jorge Grilli
Notas: Esteban Bekerman y Gustavo Grilli
Fotos: Gustavo Carabajal