ECOS DEL DEBATE

¿Quién rivalizará con Milei?

Todo el interés del segundo y último debate entre los candidatos previo a la elección del próximo 22 de octubre se centró en un único asunto: quién emergería de él con mayores posibilidades de competir en una eventual segunda vuelta con el favorito absoluto Javier Milei.

Ese lugar está en disputa entre Patricia Bullrich y Sergio Massa, postulados por las siglas políticas opuestas que condujeron el país durante los últimos ocho años y lo llevaron a la situación desesperante en todos los frentes en que se encuentra.

Como en la primera ronda, aunque con mayor claridad y precisión, Bullrich sobresalió en la polémica y se desdibujó a la hora de presentar propuestas. A la inversa, su rival Massa, blanco del fuego graneado de los demás contendientes, no pudo responder a una andanada de críticas por demás fundamentadas, y aunque planteó una serie de propuestas coherentes y bien dirigidas, flaqueó en términos de credibilidad, especialmente al rozar el acuciante tema económico. ¿Cómo creer que a partir de diciembre podrá hacer bien lo que no logró en un año de gestión?

Si todo dependiera de este debate, podría pensarse que Bullrich mejoró sus chances de ingresar a un balotaje. Pero Bullrich viene corriendo desde más atrás que Massa, y probablemente una eventual mejoría no la lleve más allá de un empate.

De Miriam Bregman debe destacarse su eficacia expositiva y su coherencia conceptual, incluyendo su descripción del conflicto del Medio Oriente. Juan Schiaretti repitió su acertada defensa de los intereses del interior del país, y exhibió un flanco cuestionable en su proclamada adhesión a la Agenda 2030, una posición que sostiene desde hace varios años.

El cordobés le permitió a Javier Milei dejar indudablemente en claro su rechazo al marxismo cultural implícito en ese programa globalizador.

Fue uno de los mejores momentos de Milei, que durante el resto del debate no se apartó de su libreto conocido.

Su otro gran momento fue el del cierre, cuando dijo que sus competidores venían a proponer ante las cámaras de televisión soluciones a los problemas que ellos mismos habían creado, y se preguntó cómo alguien podría esperar que cambiaran las cosas votando a los mismos de siempre.

Aunque estaba incluido en el orden del día, ninguno de los aspirante presidenciales dijo una palabra sobre la defensa nacional.