Buena Data en La Prensa

¿Quién lo sabe?

¡Cuántas veces hemos escuchado que ya éramos una sociedad adulta! ¡Cuántas otras escuchamos que aún eramos un pueblo demasiado inmaduro! Tanto de una como de otra posición podemos encontrar fundamentos en la realidad. Quizás la verdad esté en un prudente término medio y nos encontramos zigzagueando entre los dos polos.

Siempre dicen que las adversidades, si son asimiladas y bien elaboradas, ayudan a crecer. Y ya que como país tenemos una colección interesante de adversidades que fuimos recolectando a lo largo de nuestra historia reciente, sería oportuno revisar que hemos logrado conseguir con ella.

UN CUENTO CHINO

Una antigua historia oriental nos va a servir de introducción.

Había una vez, un viejo campesino que solo tenía un caballo para trabajar su campo. Un día, el caballo se le escapó. Todos sus vecinos se acercaron a él para consolarlo por la mala suerte de haber perdido su única herramienta de trabajo, pero él insólitamente les respondió: ¿Mala suerte o buena suerte? ¿quién sabe?

Después de un tiempo, el caballo regresó junto con una tropilla de caballos salvajes. Los vecinos también se acercaron a felicitar al anciano por su buena suerte. Ahora tendría muchos más caballos de los que hubiera podido comprar con años de labor. El anciano les respondió nuevamente con calma: ¿Mala suerte o buena suerte? ¿quién sabe?

En esos días, el hijo del anciano quiso domar a uno de los caballos y el animal se rebeló de tal forma que tiro al jinete y lo dejó muy herido. Todos se acercaron al padre para reconfortarlo. Él con la misma tranquilidad de siempre les respondió con sus consabidas palabras: ¿Mala suerte o buena suerte? ¿quién sabe?

Al poco tiempo, cuando el hijo estaba aún convaleciente, el reino entró en guerra y fueron reclutados todos los jóvenes. Obviamente, al hijo del anciano lo dejaron que se recupere y se libró de la guerra. ¿Eso fue buena suerte?, ¿O fue mala suerte?… ¿¡Quién sabe!?

NO ES MAGIA

En la historia al personaje le brotaban vicisitudes de todo tipo. Lo que parecía un gran regalo, le resultaba un inconveniente y de lo adverso le nacían nuevas posibilidades de mejora. Sirva este preámbulo para que pensemos algunos hechos que pudieron haber servido como factores intervinientes preparatorios para el escenario político en el que nos encontramos hoy: extremadamente duro, pero esperanzado.

Los hechos sociales no surgen de la noche a la mañana. Siempre es posible encontrar un antecedente que da justificación a lo que se presenta. Y si bien hay quienes puedan adjudicar el advenimiento de este nuevo gobierno -que promete cambios radicales- casi exclusivamente a “las fuerzas del cielo”, podemos elegir tres hechos, que en su momento fueron lamentables, pero que nos condujeron a optar casi por un salto al vacío, pero con confianza en que podíamos salir adelante.

ADVERSIDADES

¿Buena suerte o mala suerte? ¿Quién sabe? Repetía el anciano una y otra vez. Los resultados se veían una vez que el tiempo corría.
Tal es el caso de tres adversidades que en las últimas décadas hemos sufrido los argentinos. De cada una de ellas, con dolor, el pueblo aprendió algo.
En el 2001, “que se vayan todos” fue el clamor popular. De la crisis de la salida de la convertibilidad, del corralito, la inflación, el default y el corte en la cadena de pagos aprendimos que con los mismos de siempre no iba a ser posible la salida. Es cierto que luego del cimbronazo, volvieron los mismos, pero la idea quedó flotando en el ambiente.

El 2018, nos trajo la gran desgracia de que se ponga en duda el derecho a la vida. Los derechos humanos tambalearon cuando se vio atacada la vida de los más vulnerables: los niños por nacer, precisamente de la mano de un mandatario que se anunciaba provida y de un partido en cuya plataforma no figuraba la intención de legalizar el aborto. Nos conocimos, nos unimos, tejimos redes y formamos una inmensa ola celeste de la que aprendimos que juntos y con el objetivo claro era posible enfrentar poderes mundiales y salir airosos.

El bienio 2020/2021 con su insólita cuarentena, sus normas ridículas, contradictorias y científicamente incongruentes, nos hizo redescubrir que la libertad es un bien invaluable. Sentimos el abuso de poder en carne propia y surgió una sincera y necesaria rebeldía.

PROCESO DE RESTAURACION

Los mismos de siempre que vinieron a servirse de nosotros, ya no nos sirven, unidos podemos derrotar, aún a los poderosos, bajo la bandera de la libertad. No es magia haber llegado hasta aquí, después de un proceso de más de dos décadas.

Algunos hablan de una nueva era para Argentina, prefiero pensar en un proceso de restauración. Se avecinan cambios. ¿Mala suerte o buena suerte? ¿quién sabe?

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