Qué sectores ganan con el crédito

Por Jorge Day *

Si la economía se estabiliza en precios, y el gobierno logra un equilibrio fiscal sustentable, podría pensarse que habrá mayor oferta de créditos bancarios en el futuro. Con menor inflación, los depósitos regresarían al sistema bancario (más para prestar), y el gobierno utilizaría menos fondos de los bancos (más préstamos para el sector privado).

Así, un interrogante es si realmente se incrementará la demanda por créditos. En un primer momento, en una economía recesiva, no debiera esperarse un aumento sustancial. Pero si la actividad económica comienza a repuntar, podría esperarse mayores pedidos por préstamos. Siendo así, ¿qué sectores se verían más favorecidos?

MAS OFERTA

Argentina es un país de muy bajo crédito bancario (7% del PBI versus un 84% en Chile). Para incrementar ese crédito se deben cumplir dos condiciones: i) que los bancos reciban más depósitos (así tienen más fondos para prestar), y ii) que los destinen al sector privado.

Eso es lo que no ha ocurrido en los últimos seis años (o más). Con oscilaciones, los depósitos en pesos, netos de inflación, han estado estancados, con una fuerte caída en los últimos meses. Por otro lado, esos pocos fondos se habían destinado en forma creciente a financiar al gobierno nacional, vía letras del Banco Central.

Con la nueva gestión, existe una cierta esperanza de un cambio de tendencias en préstamos. Unas finanzas públicas equilibradas implicarían menos fondos a destinar al sector público, y más al privado. Además, si la economía se estabilizara, en algún momento, los depósitos comenzarían a repuntar.

Es decir, si se cumple este pronóstico optimista, debiera incrementarse la oferta de préstamos al sector privado. Un interrogante es a qué ritmo lo hará. La expectativa es que el aumento en depósitos sea lento en principio, puesto que se basa en la confianza. Más rápido puede ser el cambio de destino de los préstamos, más hacia el sector privado.

SEGMENTOS

Para responder, hay dos puntos a considerar: a) cuáles son los sectores que usualmente toman más crédito, y b) cuáles son sus perspectivas para los próximos años.

Un comentario previo. Un sector se puede ver favorecido directamente al recibir un crédito del sistema bancario, e indirectamente cuando lo reciben sus clientes. Por ejemplo, buena parte de los préstamos al consumo benefician al comercio. Otro son los créditos hipotecarios que se otorgan a personas y favorecen a la construcción.

En general, los préstamos se toman para realizar inversiones y para el desempeño normal de cada actividad (capital de trabajo, y para exportar). En un país económicamente estancado, y con bajo financiamiento, es dable pensar que en los últimos tiempos los créditos para capital de trabajo hayan tenido mayor preponderancia.

Entre las actividades que necesitan más capital de trabajo están el agro, la industria (y dentro de ésta, la agroindustria) y la construcción.

¿Eso dicen los datos? Un primer indicador es el crédito bancario que recibe un sector, como porcentaje de su PBI. Mientras mayor sea su valor, indica que es más intensivo en el uso de créditos. En concordancia con el párrafo anterior, Agro e Industria aparecen entre los principales usuarios. Llamativamente, también aparecen el sector Financiero y el de Electricidad, Gas y Agua

Otro indicador relevante es el crédito sectorial como porcentaje del total de créditos otorgados a empresas. En este caso, cambia en parte el ranking, porque está influido por el peso de cada sector en la economía. Por ejemplo, la industria es uno de los que más aportan al PBI, y por eso pasa a estar en el primer puesto del nuevo ránking, seguido del Agro y el Comercio.

Además, como se mencionó anteriormente, hay otros sectores que se benefician en forma indirecta, cuando los préstamos son otorgados a sus clientes, como el caso de la Construcción. Los bancos han prestado menos, pero no ha cambiado significativamente la cartera de sectores clientes

PERSPECTIVAS

Sabiendo que estamos en un país económicamente inestable (difícil de predecir), el planteo se hará desde dos puntos de vista. El primero está pensado en los créditos para inversiones. Para que aumenten, deben

mejorar las perspectivas sobre la economía nacional, confiando en que crecerá a un ritmo razonable.

La actual administración está más a favor de la actividad privada, pero la transición por ahora no es para nada sencilla. Actualmente, estamos transitando un periodo recesivo.

Además, el contexto externo no es tan favorable como en 2002/3, con dólar caro, precios internacionales y economía mundial que comenzaban a crecer. Por lo tanto, la impresión es que el proceso del crecimiento económico argentino será lento, y si así fuese, también el de la demanda por créditos.

Igualmente, a favor le jugaría una menor inflación, que reduce la incertidumbre, y permite tener una idea más precisa de los flujos de fondos de los distintos proyectos de inversión. También está la recuperación tarifaria, que favorece al sector de Electricidad y Gas, que periódicamente requieren inversiones.

El segundo punto de vista considera los préstamos para Capital de Trabajo. Como vimos, hay varios sectores que son intensivos en el uso de esos créditos. Para 2024 se espera un mejor año para el agro (especialmente pampeano), con una mejor cosecha que la del año pasado.

En los otros sectores, el panorama viene complicado, especialmente por la fuerte caída en el poder de compra de la población, que impacta negativamente en varios sectores intensivos en créditos (industria, comercio, e indirectamente, la construcción). Estamos a la espera de su repunte.

DIRECCION

¿Hacia dónde debería ir direccionado el crédito? Sabiendo que cada economía tiene su encanto (y sus diferencias), una manera de responder a esa pregunta es observar cómo es en otros países, más estables y con mayor financiamiento. Tomemos como referencia la dinámica de ese crédito en Chile.

Acorde a los datos, en ese país el crédito bancario al sector privado equivale al 84% de su PBI. Desagregado por tipo de clientes, la mayor parte se destina a empresas (45% del PBI) y luego a vivienda (un 28% del PBI). Más lejos están los créditos al consumo y al comercio exterior.

La situación de Argentina es bien diferente. No sólo por el bajo nivel de créditos sino además porque han estado más concentrado en el consumo. Siendo así, si la economía argentina comenzase a crecer y siguiese la tendencia chilena, podría inferirse que los créditos que más aumentarían proporcionalmente serían los destinados a empresas y los hipotecarios. Algo de esto último se está visualizando en estos días.

Puede haber mayor oferta de créditos y, si la economía repunta, también lo haría su demanda. Un tema no menor es a qué costo. En ese sentido, se deben destacar algunos puntos clave. Por un lado, a la hora de solicitar un préstamo se considera importante la necesidad de reducir algunos costos, como el impuesto a los ingresos brutos, con altas alícuotas. También deben considerarse la presencia de restricciones para otorgar créditos.

Por otro lado, están las tasas de interés. En primer lugar, está el UVA. Aunque es un mecanismo razonable a aplicar en un contexto inflacionario como el nuestro, en los últimos años han surgido preocupaciones al respecto, especialmente a partir de mediados de 2018, cuando los salarios se rezagaron fuertemente respecto de la inflación. Ese fenómeno hizo más gravoso el pago de las cuotas de esos créditos.

En estos últimos meses los salarios se han vuelto a rezagar. La pregunta es qué esperamos para el futuro. Si la economía retomara un sendero de crecimiento, la actual preocupación sobre esos créditos resultaría menor.

También debe agregarse cómo serían las tasas si se eliminan el cepo. Este mecanismo genera que los fondos de empresas no accedan fácilmente al dólar oficial. Por lo tanto, los depositan en bancos a tasas muy bajas (50% anual un plazo fijo, con una inflación todavía muy alta). Esas tasas bajas se debieran ver reflejadas en las de los créditos.

Ahora, si desaparece el cepo, es posible que las tasas pasivas se incrementen y también así las activas. Esta situación puede generar cierta desconfianza en tomar préstamos en estos tiempos.

CONCLUSION

Si se cumplen las expectativas del actual gobierno, iríamos a una situación con mayor oferta de crédito bancario para el sector privado. Aunque sería un proceso lento, es una buena noticia.

La clave es si vendrá acompañada de una mayor demanda. Claramente, no ahora en un periodo recesivo. En el corto plazo depende de la velocidad de recuperación de la economía nacional. Por ahora no se observan motores que generen un gran boom.

El contexto externo no es tan beneficioso como lo fue en otras épocas (ejemplo: 2003 en adelante). Tampoco habrá un impulso fiscal, dada la política de sanear las finanzas públicas.

En el mediano plazo, si se logra una menor inflación, y la política económica permite una mayor actividad privada, se darían las condiciones necesarias para un crecimiento económica sostenible en el tiempo, que vendría apoyado por más financiamiento bancario.

El Norte está claro. Esperemos que la transición no se alargue tanto. En ese contexto, los sectores más favorecidos serían aquellos más intensivos en capital del trabajo (agro, agroindustria, industria, comercio), y también los más vinculados a la inversión (construcción y el sector energético).

* Economista del Ieral de la Fundación Mediterránea.