¿Qué impuestos hay que bajar en la Argentina?

La Libertad Avanza prometió talar la presión fiscal durante la campaña electoral. ¿Qué tributos deberían reducirse o eliminarse? El economista Hernán Lacunza advierte del peligro de quitar impuestos antes de bajar el gasto público.

La campaña electoral de Javier Milei se erigió sobre las columnas del credo liberal. Pregonó el candidato el recorte del gasto público, la dolarización y la poda de impuestos ya que, según suele recalcar, los tributos son una estafa perpetrada por el Estado.

“Con la mía no” es una frase repetida por los liberales que desdeñan el rol del Estado. Del puñado de promesas diseminadas a mansalva antes de las elecciones, algunas quedaron sin cumplir. La dolarización parece estar archivada y de la reducción de impuestos casi no se habla. Muy por el contrario, algunos aumentan.

La pasada semana la Academia Nacional de Ciencias Económicas invitó a disertar al economista Hernán Lacunza, exministro de Economía de la provincia de Buenos Aires y también de la Nación durante la gestión Macri. En el encuentro, moderado por el profesor Juan Carlos De Pablo, el experto hizo foco en qué tipo de impuestos deberían bajarse primero para aliviar la presión fiscal sobre el contribuyente.

PASO A PASO

* “¿Qué impuestos bajar primero? La pregunta supone que hace falta bajar impuestos y que hay espacio para hacerlo. También supone que se pueden bajar más de uno”.

* “Primero: inflación, que es el más ineficiente y altera todo el andamiaje de la economía. Es muy regresivo también. Lo pagan principalmente los pobres mientras que los ricos tienen viviendas, dólares, autos y plazos fijo UVA para protegerse contra la inflación.

* “Hay un vínculo causa-efecto entre déficit e inflación. Cuando sube el déficit se financia con emisión monetaria y entonces sube la inflación. También hay una correlación directa entre inflación y pobreza”.

* “Hace falta equilibrio fiscal para eliminar el impuesto inflacionario. La gente no queda afuera cuando hay ajuste sino cuando hay desajuste”.

* “Segundo: el gasto. Hay que bajarlo. El gasto público en proporción del PBI se parece a los países desarrollados. Argentina es el peor en materia de crecimiento y el anteúltimo en suba de impuestos”.

* “Para que haya espacio para bajar impuestos hay que reducir el gasto público. Hemos subido el gasto en los últimos veinte años antes de subir el ingreso. Creció mucho entre entre principios de 2000 y 2015”.

* “Hubo un shock permanente de suba de gasto que llegó a los 40 puntos del producto y subió la presión impositiva para financiarlo. En los países escandinavos la presión tributaria es del 40% y en Singapur es del 20%. Yo prefiero vivir en Dinamarca, pero lo que no se puede es recaudar 20 y gastar por 40”.

* “¿Dónde subió ese gasto? Entre 2000 y 2015 el aumento del gasto se dio principalmente en subsidios; la Asignación Universal por Hijo; el sistema previsional y el empleo público provincial”.

* “En el Gobierno de Macri bajaron los subsidios pero no cambió el tema jubilaciones. Sí bajó el empleo provincial. Subieron los intereses de la deuda. En el ultimo gobierno, el de Alberto Fernández, volvieron a subir los subsidios, las jubilaciones y los gastos sociales. Creció el gasto primario”.

* “En cuanto a la presión impositiva, se subieron impuestos que son más progresivos, más deseables. Subió Ganancias a las personas físicas, seguridad social, ingresos brutos y subieron también las retenciones a las exportaciones”.

* “La estructura impositiva dista de tener eficiencia y equidad. Tiene una respuesta agotada y orgánica a la crisis del momento. Suma parche sobre parche”.

RUMBO

* “Argentina recauda menos de impuesto a la renta que América Latina y la OCDE. Eso es Ganancias a las personas físicas y jurídicas. Seguridad social es menos que la OCDE. Al consumo gravamos más que al resto del mundo. Hay impuestos al cheque, Ingresos Brutos y derechos de exportación que en otros países no existen. Estos se crean cuando todo el resto del entramado impositivo no alcanza. Por cada 1.000 pesos unos 100 son de Ingresos Brutos”.

* “De nuevo, ¿qué bajar? De todo hay para bajar. Impuestos al trabajo, es decir desgravar los salarios más bajos. Segundo, a la producción. Los más nocivos son cheques, sellos e Ingresos Brutos. También la tasa de Seguridad e Higiene municipal, que es la versión local de ingresos brutos. Las retenciones a las exportaciones y el Impuesto País, que corre el riesgo de hacerse permanente. Y está también el IVA, que es un impuesto al consumo”.

* “Ahora no hay espacio para bajar los impuestos. No se nos debe ocurrir bajar impuestos antes de bajar el gasto. Lo primero en bajar debe ser el impuesto inflacionario. Dejemos de darle a la maquinita. No se puede bajar todo esto de un saque. Hace falta tiempo y reordenar la economía”.

* “El impuesto PAIS es una distorsión en el mercado de cambios. Ya es el 10% de la recaudación y se corre el riesgo de que quede de manera permanente”.

* “Hay que reducir ingresos brutos, sellos y el Inmobiliario, pero también se debe armonizar la base de valuación fiscal de todas las provincias”.

DISTRIBUCION

* “Las provincias se llevan una porción creciente de los recursos desde hace 20 años. La Nación bajó del 71 al 66% de la recaudación nacional. Parte de eso se da por la suba del empleo provincial. De cada 100 habitantes 5 son empleados públicos. No es negocio eso. Si seguimos confundiendo federalismo con sálvese quien pueda vamos mal. Nadie se va a salvar si el riesgo país tiene 2.000 puntos más”.

* “También están los impuestos al trabajo. Siete de cada diez personas son informales o cuentapropistas. Se les habla de derechos laborales y no saben lo que es. El escenario está empeorando”.

* “No se puede ser pendular frente a lo medular. En el 2017 hicimos una reforma con el consenso fiscal. En 2019 cambió el gobierno y suspendió todo: subió retenciones, impuesto al cheque y bienes personales. La mitad de los diputados eran las mismas personas que votaron en contra lo que habían decidido en 2017. Ese país no tiene destino ni de crédito ni de inversión”.

* “La visibilidad es una distorsión en el proceso decisorio. Si vamos a dejar impuestos invisibles, dejamos todos los malos, los que no se ven en las facturas. La visibilidad es un criterio de economía política. Hay que vencer esa distorsión para diseñar un programa eficiente, progresivo y equitativo”.

* “El IVA es uno de los más eficientes y uno de los menos regresivos porque cada uno paga de acuerdo a su consumo. Los países a los que nos queremos parecer también basan sus impuestos en algo parecido al IVA y a los ingresos. La alícuota del 21% es relativamente alta”.

* “Los petroleros no pagan ganancias. No podemos hacer un sistema tributario nacional teniendo en cuenta 24 alícuotas diferentes. Tenemos un subsidio a zonas frías. Al final, administramos cada vez más pobreza”.

Recuperación en V, una utopía

Por Carlos Pérez *

La estanflación sigue vigente, aunque es evidente la desaceleración de la inflación habida cuenta el ajuste fiscal, la astringencia monetaria, el ancla cambiaria y también el deterioro salarial.

Este descenso de la inflación (con la inflación núcleo en un dígito) y la bonanza financiera (baja del riesgo país y brecha cambiaria en torno al 20%) contrastan con una economía real en mal estado, con una recesión económica elevada y profundizándose aún.

La actividad económica se retraerá unos 4,3 puntos en 2024, sin considerar el impacto positivo del agro (+1,2 puntos el impacto sectorial, -3,1% contando al agro). El PBI per cápita se ubicó en el primer trimestre en niveles de 2005, con la mayoría de los sectores económicos en rojo.

Hacia delante, los motores de crecimiento no son claros. Con ingresos reales similares al 2003/2004 y una revisión de tarifas de servicios públicos que limita el poder adquisitivo de las familias, los sectores vinculados al consumo difícilmente presenten una rápida reactivación.

Asimismo, la falta de un horizonte despejado para la inversión también limitará la dinámica de rubros como la construcción o la producción de bienes de capital. De esta forma, en nuestro escenario base la recuperación económica se demora, previéndose una leve mejora hacia el

tercer trimestre, si bien recién en 2025 se recuperará el nivel previo.

Así, la salida de la recesión difícilmente tome la forma de una “V”. En este sentido, retornar a la senda de crecimiento requiere de la recuperación del consumo, con una baja de la inflación que permita una recomposición real de los salarios y una mejora de la inversión, de la mano de la liberación de restricciones cambiarias y la necesaria sustentabilidad sociopolítica del esquema económico.

Además, para que el sector externo continúe en la senda positiva, es preciso una mejora de la competitividad de la mano de una baja de la presión tributaria y una mayor productividad.

La actividad económica muestra una evolución negativa desde noviembre del año pasado, dinámica que se acentuó luego del cambio de administración, tras una importante corrección de precios relativos sumado a un apretón monetario y fiscal de magnitud.

De hecho, los últimos números oficiales de la actividad económica exhibieron una baja del 4,4% i.a. en promedio entre diciembre y enero (-4,9% i.a. sin agricultura), aún sin el impacto pleno de la recesión. Esto es una caída de magnitud similar a la verificada luego del salto cambiario

de agosto de 2018 (-5,1% i.a. promedio entre septiembre y octubre de 2018 y -7,3% i.a. entre noviembre y diciembre del mismo año).

En este sentido, los primeros registros sectoriales de marzo muestran una profundización de la contracción económica. En detalle, el sector de la construcción exhibió una baja del 23,1% i.a. en el primer bimestre según el Indec, mientras indicadores adelantados sugieren una baja en torno al 40% en marzo (-40% i.a. el Índice Construya y -43,1% i.a. los despacho de cemento al mercado interno).

Por su parte, la producción de automóviles disminuyó un 29,4% i.a. en el tercer mes, luego de caídas del 19,7% i.a. en el primer bimestre. En cuanto al consumo, la recaudación de IVA DGI se retrajo un 19% i.a. en el tercer mes, también acelerando el ritmo de baja (-12,6% i.a. en el bimestre).

En sintonía, los patentamientos de autos y motos se retrajeron un 35,9% i.a. y 41,6% i.a., respectivamente en

el tercer mes. Por su parte, las ventas minoristas de CAME reflejaron una nueva fuerte caída interanual en marzo (-12,6% i.a.), con una merma del 3,2% frente al segundo mes del año.

De esta forma, en el primer trimestre del año, el PBI se habría contraído un 5,8% i.a., lo que en términos trimestrales implica un descenso del 3,6% frente al último cuarto del 2023.

En nuestro escenario de mayor probabilidad de ocurrencia, se prevé una caída del PBI en torno a los 3,1 puntos en el año, aunque alcanzaría una baja de 4,3 puntos excluyendo el agro. Los sectores vinculados a las actividades primarias y rubros ligados a ellos se ubicarían en verde, destacándose el agro luego de la sequía extrema del año previo.

Por su parte, aquellos más pro-cíclicos y ligados a la demanda local, como la construcción, la industria y el comercio interno evidenciarían caídas de entre 6 y 13 puntos.

 

* Director de la Fundación Capital.