Siete días de política

Pulseada pareja la de Milei con los sectores establecidos

A medida que se acerca el balotaje aumentan las adhesiones de los grupos de poder (UIA, CGT, Iglesia, partidos políticos, etc.) a Massa, pero la respuesta social sigue siendo una incógnita.

El resultado de la primera vuelta tuvo dos efectos inmediatos: el primero, eliminó cualquier opción de cambio moderado o “camino del medio”. Fijó un clivaje que es el de los hartos con el kirchnerismo versus los asustados por la posibilidad de que Javier Milei arrase con el modelo de los planeros, la superpoblada burocracia estatal, el capitalismo de amigos, etcétera. El voto en blanco o la abstención significan un apoyo indirecto al peronismo. La polarización es inevitable porque obedece a la lógica del sistema.

El segundo efecto fue un fortalecimiento de la candidatura de Sergio Massa y el creciente optimismo peronista, fenómeno que en los últimos días mostró indicios de mermar. Las mediciones del Instituto Patria comenzaron a detectar un aumento del traspaso de los votos de Patricia Bullrich y de Juan Schiaretti al libertario. En el caso de la candidata de JxC, el trasvasamiento de votos habría aumentado del 20 al 60%.

Reflejo de esta situación son las encuestas difundidas la semana pasada. Un cuadro comparativo muestra que de 18 mediciones, 6 dieron arriba a Massa, mientras 12 lo dieron a Milei. En el grupo hay una consultora “K” que hizo dos mediciones y ambas dieron adelante al candidato peronista. (Ver “Las devaluadas encuestas”).

En este mar de dudas el “establishment”, preocupado por la posibilidad de que un salto al vacío de los votantes consagre a Milei, comenzó a pronunciarse a favor del candidato de UxP que garantiza el “satu quo”. Lo habían hecho primero los sindicatos y la Iglesia a través de los curas villeros que reflejan las posiciones de la papa Bergolgio, y fueron seguidos por la Unión Industrial, los radicales alfonsinistas, los denominados intelectuales, la farándula, el Conicet, etcétera. La campaña negativa sobre el “peligro Milei” incluyó hasta economistas extranjeros. Un susto importante.

Sin embargo, las dudas sobre la eficacia de la campaña negativa persistieron por diversas causas. La primera es el cansancio de la sociedad con la dirigencia de todo tipo responsable del fracaso económico, del crecimiento de la pobreza, de la inoperancia y de la corrupción.

Por eso los dirigentes pueden tener poder, pero carecen de autoridad para formar opinión pública. Su rechazo afecta poco las chances hasta de un personaje extravagante, de un recienvenido a la política, sin equipo ni cuadros que puedan llevar a la práctica una serie de ideas de dudosa viabilidad.

La dirigencia política después de haber arrasado con el sistema republicano y federal, puso en crisis el representativo. Hoy mucho más del 60% de los votantes no se siente representado por los partidos, lo que habilita aventuras como la de La Libertad  Avanza.

Pero la campaña de Massa tiene también una parte positiva que apunta a presentarlo como un moderado, un peronista de centro, previsible y abierto al diálogo. Alguien que no recortará planes, ni dinamitará el capitalismo de amigos y que al mismo tiempo asegura un gobierno con cargos para todos y un ministro de economía no peronista.

Este planteo, sin embargo, tiene sus contratiempos. Una, que eso ya lo ofreció Alberto Fernández con los resultados a la vista. Dos, que sigue atado al kirchnerismo y no da señales de tomar distancia de la vicepresidente aun en medio de escándalos como el del espionaje que compromete a la Cámpora en el tramo decisivo de la campaña. Y tres, que no repudió el juicio político a la Corte Suprema, un intento torpe de amedrentar a la Justicia del que debería haberse alejado hace tiempo.

En resumen, la falta de coherencia le quita credibilidad y lo empuja hacia la única arma que todavía puede darle resultado: la campaña del miedo a Milei, aunque esta estrategia también presenta problemas. El central, que a los potenciales votantes del libertario las malas políticas económicas les han quitado tantas cosas que también parecen haberles quitado precisamente el miedo.

El verdadero problema de Milei no es la campaña sucia del peronismo, sino el propio Milei que cree que eliminado el Banco Central va eliminar simultáneamente al populismo. Razona que si los políticos no pueden emitir más dinero espurio para financiar su demagogia, se acabará la tragedia de la inflación que destruyó la moneda y la economía en las últimas ocho décadas. Una teoría mecanicista y de un simplismo absurdo, que bordea el pensamiento mágico.

En suma la confrontación clásica ente el populismo y el antipopulismo se da en esta ocasión con un personaje inclasificable en representación de la libertad económica y la austeridad fiscal. Queda apenas una semana para saber cómo terminará, algo que dependerá en buena medida de un factor clave como la fiscalización para evitar el robo de votos y la imagen final que proyecten ambos candidatos en el debate de esta noche.