Pugilismo y política

Sergio Massa lució la agresividad estudiada y profesional de un boxeador avezado. Frente a él, Javier Milei pareció improvisado e ingenuo. Esto no necesariamente lo perjudica: el público empatiza naturalmente con el peleador que percibe como más débil, valora el golpe ocasional que deja trastabillando al rival, y percibe rápidamente la diferencia entre una retórica planeada y la expresión espontánea y desordenada de un apasionamiento transparente, sin malicia ni segundas intenciones.

De todos modos, la pregunta que deja en pie el último debate entre candidatos antes del balotaje del próximo domingo tiene que ver con la credibilidad: ¿a quién le creyó más el público? Massa intentó por todos los medios hacer que Milei perdiera los estribos, y no lo logró. Machacó tanto con la campaña del miedo que terminó por llevarla al ridículo. Apeló al golpe bajo de los carpetazos, y no consiguió que su rival se apartara de la tozuda, convencida reiteración de los pilares básicos de su propuesta: decencia en la gestión de gobierno, libertad para los ciudadanos. Uno podría seguir hablando de este debate, pero el lenguaje seguiría teñido por el pugilismo.

Massa se mostró agresivo en los primeros rounds, pero luego sus golpes perdieron eficacia; Milei se fue recuperando vuelta a vuelta, colocó algunos puños dolorosos, y asestó una estocada cuando apeló a votar sin miedo mientras sonaba la campanilla final.

El lenguaje del cuadrilátero se justifica sin embargo porque lo visto en la Facultad de Derecho nada tuvo que ver con lo que nuestra cultura entiende como debate: intercambio y confrontación de ideas sobre un tema previsto. Tal cosa no existió, porque el debate entre candidatos es otra ficción de nuestra democracia, como es ficción su división de poderes, o su carácter representativo y federal. Lo único real de nuestro sistema político, lo único que más o menos se ajusta a lo que se supone que debe ser, es el comicio.

El día de la elección los ciudadanos vamos a las urnas, damos nuestra opinión, y mal que mal esa opinión se respeta. El comicio nos espera dentro de una semana, y allí tendremos en una sola cifra todas las respuestas sobre qué candidato ganó en definitiva la confianza del electorado y qué dirección habrá de tomar nuestro futuro como Nación. No faltemos a la cita.