Protestas multitudinarias en Hong Kong

 

Las autoridades de la región semiautónoma de Hong Kong cometieron un grave error. Sin mayores discusiones previas, enviaron a la Legislatura local un proyecto de reglamentación de las extradiciones que contenía una suerte de cheque en blanco en virtud del cual las autoridades locales podían decidir la extradición de los habitantes de Hong Kong para ser juzgados en los tribunales normales de China. Fuera de Hong Kong, entonces.

Las protestas se originaron porque parece evidente que con el régimen antes mencionado se viola el principio de "un mismo país, dos sistemas legales diferentes", sobre el cual pretendidamente se edificó, hasta el año 2047, la aceptación de la soberanía china en Hong Kong. 
Ocurre que a diferencia de lo que sucede en toda China, los habitantes de Hong Kong están acostumbrados a ejercer, sin mayores interferencias gubernamentales, sus libertades personales esenciales principio que, por todo lo que supone con relación a los estilos de vida, los habitantes de Hong Kong defienden a brazo partido. Por esto, si bien Hong Kong ya no es una colonia británica sino parte de China, sus ciudadanos gozan de derechos y garantías que desgraciadamente no existen en el resto del país, que vive sumergido en el más absoluto autoritarismo.

La sospecha fundada de los habitantes de Hong Kong es que la norma antes mencionada, contra la que hoy protestan, puede transformarse de pronto en un instrumento para poder juzgar a los disidentes políticos fuera de Hong Kong, sin mayor transparencia.

Las protestas que en su comienzo fueron pacíficas, evolucionaron y, de pronto, grupos pequeños desprendidos de ellas invadieron el Consejo Legislativo de Hong Kong. Si bien es cierto que el gobierno chino, al menos hasta ahora, sólo ha proferido amenazas a la distancia y ha actuado con ponderable prudencia, también lo es que si la violencia se reitera podría encontrar en ello una suerte de justificativo para silenciar las protestas, recurriendo al uso de la fuerza. Si esto de pronto sucediera, el futuro de Hong Kong podría dejar totalmente de lado -cual letra muerta- la cuota de autonomía de la que hoy goza la ex colonia británica. 

IMPRUDENCIA

La imprudencia de los manifestantes incluyó pintadas sobre el emblema actual de Hong Kong y el izado de una bandera colonial británica, hoy en completo desuso, así como toda suerte de mensajes en grafiti, pintados sobre las paredes de los principales edificios públicos. También apareció un grupo disidente con cascos de plástico amarillo, armado con paraguas, con los que se vieron obligados a retroceder, en su desigual esgrima frente a una carga de la policía china antimotines que pretendía restablecer el orden. 
Todos los años, cada 1º de julio, los habitantes de Hong Kong manifiestan su apoyo a los principios y valores que defienden, que son aquellos con los que atravesaron la era colonial británica. Con esos principios y valores no fueron oprimidos, sino que pudieron vivir en una normalidad que ahora temen perder a manos del autoritarismo chino.
Entre los reclamos que alimentaron las protestas multitudinarias están el cese de las persecuciones a los movimientos políticos locales de oposición, así como la liberación de algunos de sus dirigentes, hoy presos por el presunto delito de disentir. 
Entre los habitantes de Hong Kong existe además la sospecha generalizada que desde Beijing se trata constantemente de lastimar los cimientos del Estado de Derecho al que ellos están acostumbrados. Y puede bien ser así.

BUSCAN DEMOCRACIA

Reflexionando sobre lo que sucede en Hong Kong, el presidente norteamericano Donald Trump, manifestó su apoyo a las protestas, explicando que sus actores "buscan democracia", agregando enseguida una manifestación más indirecta, pero bien importante: "Algunos gobiernos no quieren democracia".
Desde Londres, el canciller británico Jeremy Hunt, al condenar, también él, los episodios violentos en Hong Kong, hizo un llamamiento a todas las partes, incluyendo a las autoridades de Hong Kong, a las que alentó a tratar de entender "las causas profundas" de lo sucedido. Esto es la existencia de una profunda preocupación, derivada de la sensación generalizada de que las libertades fundamentales en Hong Kong han comenzado a ser cercenadas. 

Ante lo que sucede, el propio canciller de Taiwán, Joseph Wu, expresó que la gente en Hong Kong ha comenzado a enojarse, sintiéndose frustrada ante la idea de que el principio declamado de un mismo país, dos sistemas es apenas un biombo, un engaño, o más bien una mentira, como muchos en su momento efectivamente temieron. 

Las protestas callejeras incluyen ciertamente al gobierno local. Pero cabe recordar que sus autoridades políticas sólo pueden elegirse de entre un listado de candidatos previamente preparado por el gobierno central de China. A lo que se suma que el candidato que de pronto resulte elegido es, formalmente, designado por el propio Consejo de Estado de China. Esa estructura electoral tiene poco y nada de abierta, transparente y democrática.

PASO A PASO

El gobierno chino aprovecha cuidadosamente cada oportunidad para ir extendiendo su soberanía sobre la vida de Hong Kong. Ejemplo de esto es que hoy se puede viajar de Hong Kong a China, así como de regreso, en modernos trenes de alta velocidad. No obstante, todo lo que ocurra en la operación de esos trenes, dentro o fuera de Hong Kong, está sometido a la ley de China y a la jurisdicción de sus tribunales. Todo.

El gobierno chino hoy maneja la operación de la infraestructura de Hong Kong y proyecta su desarrollo en conjunto con lo que corresponde a la localidad de Macao, sin que lo que específicamente tiene que ver con Hong Kong se maneje, en modo alguno, con individualidad.

Como suele también suceder con los regímenes autoritarios, las autoridades chinas han comenzado a no renovar los permisos extendidos a los corresponsales de prensa extranjeros que, desde hace largo rato, trabajan desde Hong Kong. Con esto pretenden uniformar los mensajes que llegan a los habitantes de Hong Kong desde los medios de comunicación masiva. Otra forma de controlar la opinión pública que también está siendo utilizada es la que tiene que ver con las constantes amenazas dirigidas a los corresponsales de prensa críticos de lo que sucede en Hong Kong, así como de la concentración de medios de difusión que comienzan a mirar y escribir sobre lo que ocurre en la ex colonia británica a través de un mismo prisma o cristal. Esto sucede pese a que la generación más joven, que se ha sumado abiertamente a las protestas, nunca vivió gozando de las libertades civiles y políticas que existieron en Hong Kong cuando la región fuera una colonia británica. 

Lo cierto es que el movimiento de protesta que naciera en Hong Kong en el año 2014 bajo la imagen de una sombrilla, continúa saliendo masivamente a la calle. Lo que hoy sucede pareciera ser parte de un temor común respecto de un devenir inevitable en dirección hacia el autoritarismo. 
En los tiempos en que Hong Kong fuera una colonia británica sus habitantes nunca pudieron elegir a sus autoridades de modo directo. Por eso no debiera extrañar demasiado que Gran Bretaña, al entregarlos indefensos a las autoridades chinas, jamás les ofreció lo que les debió haber ofrecido, esto es poder gozar de la ciudadanía británica y tener la posibilidad de establecerse como británicos, en cualquier rincón del Reino Unido.

Por lo expresado más arriba, parece evidente que las protestas atronarán, por un buen rato, las calles de Hong Kong. Frente a la dura realidad china, soy sumamente escéptico acerca de que esas protestas puedan efectivamente alcanzar sus objetivos. El gobierno comunista chino les ha dado la espalda desde el inicio y seguirá haciéndolo en el futuro. Ocurre que ni China es una democracia, ni sus autoridades quieren que lo sea. Dentro o fuera de Hong Kong, ciertamente.

* Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.