Propaganda, narrativa y elecciones: la mentira como razón superior

Y, después, algún cerebro privilegiado del Partido Interior elegiría esta o aquella versión, la redactaría definitivamente a su manera y pondría en movimiento el complejo proceso de confrontaciones necesarias. Luego, la mentira elegida pasaría a los registros permanentes y se convertiría en la verdad. 
'1984', George Orwell

Decía en la nota “Debates políticos: ¿disonancia cognitiva, propaganda o hipocresía?” de la semana pasada que nuestra mente selecciona y procesa la información de manera particular para cada individuo y que esto se realiza a través de filtros que llamamos sesgos cognitivos y, en caso de que esa información sea leída de alguna manera errónea, esto se conoce como distorsiones cognitivas. A su vez, cuando la evidencia entre la información aparentemente real y la que es fruto del proceso interno es conflictiva, estamos en lo que conocemos como disonancia cognitiva. Esta última es la operación mental por la cual intentamos disminuir la tensión originada en ese desacuerdo interno, mediante explicaciones o seudo razonamientos que disminuyen esa incongruencia.

Todos estos procesos son conocidos desde siglos de una manera u otra quizás intuitivamente, o de manera más versada cuando leemos a Sun Tzu y El arte de la Guerra o, particularmente, “El príncipe” de Maquiavelo o tantos otros. Pero, quizás, empezó a ser sistematizado a partir de Edward Bernays y su obra “Propaganda”, que ya hemos citado en otras oportunidades. 
Existen innumerables obras sobre la mentira o más piadosamente la modificación de la narrativa en la política, como son la de la tantas veces citada Hanna Arendt y su libro “Verdad y política”, donde habla sobre el empleo de la mentira en el espacio público-político. Más recientemente (2015), el autor Alexandre Koyré va aún más lejos en “La función política de la mentira moderna”, donde escribió: “…nunca se ha mentido tanto como ahora. Ni se ha mentido de una manera tan descarada, sistemática y constante”. 
Comentaba la semana pasada que de todas maneras el dilema entre los errores cognitivos de lectura de la realidad por parte de los candidatos y medios, o simplemente la manipulación, nos lleva a que en un caso son incapaces de comprender la realidad y en el otro claramente busca manipular a seres que consideran de alguna manera inferiores y/o pasibles de ser engañados y manipulados.
Esto ya lo tenía en claro Edward Bernays cuando decía en su libro ‘Propaganda’: “La manipulación consciente e inteligente de los hábitos y opiniones organizados de las masas es un elemento importante en la sociedad democrática. Aquellos que manipulan este mecanismo invisible de la sociedad constituyen un gobierno invisible que es el verdadero poder gobernante de nuestro país. ...Somos gobernados, nuestras mentes moldeadas, nuestros gustos formados, nuestras ideas sugeridas, en gran parte por hombres de los que nunca hemos oído hablar. Este es un resultado lógico de la forma en que está organizada nuestra sociedad democrática... En casi todos los actos de nuestra vida diaria, ya sea en la esfera de la política o los negocios, en nuestra conducta social o nuestro pensamiento ético, estamos dominados por un número relativamente pequeño de personas... que entienden los procesos mentales y sociales. patrones de las masas. Son ellos quienes mueven los hilos que controlan la mente del público”.
ESTUDIO DE LA MENTIRA
Los escritos y estudios sobre la mentira vienen desde la antigüedad y desde los más diversos enfoques o fuentes. Así, Kant en un debate con Benjamin Constant se pregunta sobre un pretendido derecho a mentir por filantropía y lo expresa en su obra “¿Hay derecho a mentir?”. También San Agustin se plantea diferenciar qué es mentira y qué no, o Foucault y Derrida, para hablar de autores más cercanos, abordan el mismo tema de mentira y espacio público. Es decir, la mentira, o si queremos la modificación del relato como instrumento de control social, ha sido motivo de interés desde hace mucho tiempo.
El planteo de Kant sobre el aspecto “filantrópico” de la mentira es interesante reactualizarlo toda vez que quien manipula/miente en muchos casos se excusa y escuda en que hay una razón o bien superior. El político/manipulador (no todo político por antonomasia) se convence que un bien superior justifica el engaño.
Cuando asistimos en la última semana (solo para tomar este espacio temporal, no porque esté limitado a éste) al incremento de las maniobras u operaciones psicológicas, no se puede desconocer que no es un fenómeno casual sino algo programado con un fin.
Si bien el argumento de la película de 1989 “Sexo, mentiras y video” es completamente alejado de la manipulación de la opinión pública, esas mismas palabras del título servirían para calificar muy precisamente lo que hemos estado viviendo esta semana, cuando las operaciones psicológicas implicaban y usaban esos tres elementos o armas de propaganda.
En épocas de inmediatez y redes sociales, videos cortos, imágenes impactantes, frases cortas y descontextualizadas… la propaganda se instaló de manera flagrante, ya quizás urgidos por la proximidad de la elección. 
Es interesante escuchar a “especialistas” en narrativa o en lenguaje corporal o en interpretación de imágenes o inclusive especialistas en fakenews, en un contexto en el que cada vez parece ocupar menos espacio algún dato concreto o cierto que lleve algo de esperanza, mientras solo se busca provocar el impacto. Los especialistas en manejo de redes e influencers se han convertido en estrellas y así la verdad -y de paso el interés en nuestro bienestar- ha pasado a segundo plano.
Al mismo tiempo de este proceso local, uno más terrible en Medio Oriente que aniquila miles de personas también es objeto de las más variadas formas de manipulación psicológica. Una cita atribuida a Esquilo y aplicable a ambos escenarios es que “en la guerra, la primera víctima es la verdad”.
Como dice Bernays, unos pocos que conocen los mecanismos de la psicología de masas, son los que mueven los hilos. No es una teoría conspirativa sino que es lo que ocurre y está extensamente estudiado y documentado. Quizás estar alerta sirva para ser más libres o, al menos, tener mayor control de los propios procesos mentales.
BIENESTAR MENTAL
El martes último se conmemoró el Día Mundial de la Salud Mental. Esto a veces nos hace pensar en enfermedades, o entidades clínicas, pero quizás sea momento de entender los múltiples caminos que llevan al bienestar mental. Uno, quizás el más importante, es la libertad de pensamiento.
El ser libres mentalmente, el no ser tratados como rebaño digno de ser manipulado burdamente, quizás deba ser uno de nuestros reclamos básicos, ante la instancia electoral próxima.