La política poblacional en general y, la Argentina en particular, tiene un objetivo prioritario: promover la natalidad. Así dicho, podría tratarse de un propósito bien intencionado pero no concreto. Hace falta, entonces, agregar algunas otras características a dicha finalidad. Una de esas notas que debe unirse a la promoción de la natalidad es la de la justicia social.
La explicación de esta política poblacional como promoción de la natalidad con justicia social es sencilla. La familia, es decir, la sociedad doméstica fundada en el matrimonio, es el seno en el que surge la vida humana. En ella, los niños por nacer son acogidos y los nacidos son alimentados y educados. Por este motivo, por ser la célula básica de la sociedad, cuya culminación es la comunidad política, la familia es una institución que debería considerarse de interés público en razón de su directa conexión con el bien común. La familia es la primera y principal escuela de civismo y, por lo tanto, de patriotismo.
La Constitución Nacional Argentina ofrece un marco jurídico adecuado para promover la natalidad cuando sanciona que corresponde al Congreso de la Nación “proveer lo conducente… al progreso económico con justicia social” (CNA, art. 75, inc. 19). Si se tiene presente que la conformación de un estado se debe a una relación sinérgica entre autoridad, población y territorio, podrá concluirse que toda política, en sentido amplio, es poblacional pero, en sentido estricto, lo es aquella que se ordena más directamente al bien de los ciudadanos y habitantes de un país. Así, los hombres necesitamos el alimento del cuerpo y el del alma, es decir, alimentarnos –Santo Tomás asocia este deber familiar con el orden de la generación– y ser educados –del mismo relaciona el deber familiar con el orden de la perfección–.
El orden económico es el que se ocupa de proveer por las necesidades de los hombres en el ámbito material pero, por estar asociado a la vida humana a modo de condición, dado que es necesario cierto bienestar para practicar la virtud, también se subordina al bien común político.
Como fue dicho, el orden económico es una condición pero, por otra parte, no es la más importante de las manifestaciones sociales de la vida humana. Así es cómo la aludida justicia social o “justicia del bien común” no se agota en la provisión de los bienes económicos. La justicia social, todavía más que los bienes económicos, incluye los bienes más nobles de la vida humana en cuanto a la facilitación del acceso a los mismos. En este caso, se trata de la educación como “escuela en la práctica de las virtudes”.
Justicia social, por otra parte, que es una tarea de corresponsabilidad entre la clase gobernante y el pueblo.
PROTECCION Y DEFENSA
De este modo, se puede apreciar que promover la natalidad con justicia social no es solamente adoptar medidas para que haya más nacimientos. Con más nacimientos no alcanza. De lo que se trata es de que esas nuevas vidas sean acogidas, cuidadas y defendidas en el ambiente familiar. Familia, a su vez, protegida y defendida por la comunidad política. Demás está decir que cualquier facilitación que se le quiera brindar a un divorcio para hacerlo más rápido mediante resoluciones gubernamentales es algo contrario a la familia. Lo lamentable en un país como la Argentina es que, desde 1987, en que se sancionó la ley del divorcio, se ha “naturalizado” tal práctica que, siempre que puedo lo recuerdo, el diputado argentino Arturo Bas denominaba “el cáncer de la sociedad”. Mediante la legalización y/o facilitación del divorcio, el Estado le está quitando a la familia, es decir a la célula básica de la sociedad, la estabilidad propia del matrimonio. Es decir, está faltando a sus propios deberes respecto de la justicia social.
En la Constitución Nacional Argentina, en cambio, se encuentra todo un programa de política poblacional con sentido nacional que requiere, en primer lugar, ser conocido por la “clase dirigente”. La mayoría no tiene idea de qué se trata eso llamado “Constitución Nacional” y, si alguna idea tiene, se trata de aproximaciones desvinculadas entre sí, es decir, de acuerdo a los propios intereses.
En conclusión: de lo que se trata es de promover la natalidad con justicia social a fin de edificar un patria que, como quisieron Los Chalchaleros, fuera “fuerte y generosa” y “libre y orgullosa”. Y poblada con buen criterio político.