Producción mata precios bajos

Después de la sequía de los últimos años la cosecha mostrará fuertes rindes. Eso logrará contrarrestar la inestabilidad de los precios internacionales.

Por Franco Artusso *

Las cotizaciones observadas y futuras de la soja en el Mercado de Chicago arrojan un precio medio de u$s 424 por tonelada para esta campaña (marzo–agosto 2024), un valor que es 22% inferior al del ciclo previo (u$s 544 /ton) y que se ubica un 32% por debajo de picos recientes en términos reales (u$s 625).

El precio internacional actual y esperado para la soja es bastante flojo en relación a los valores observados en el pasado:

* Los registros del 2024 entran en el podio de los peores registros de los últimos 17 ciclos agrícolas (desde 2006/07), apenas arriba de 2019/20 y 2018/19 (8 y 10%,

respectivamente). Hay que retroceder hasta inicios del siglo para encontrar valores significativamente más bajos en términos reales (por caso, ciclos 2001/02 y 2002/03).

Resultan un 18% inferiores al promedio de los 22 ciclos agrícolas del siglo (u$s 516 / ton), 43% inferiores al máximo (u$s 745 / ton, registrado en 2011/12 al inicio del segundo mandato de Cristina Kirchner) y un 33% superiores al mínimo de la serie (u$s 319 / ton en 2001/02).

* Se encuentran por debajo del precio promedio de los últimos cuatro mandatos presidenciales: 22% inferior a la media de los cuatro ciclos agro sucedidos con Alberto Fernández (u$s 545 / ton); 4% inferior a la media de Macri (u$s 440 / ton); y 32-34% inferior a le media de CFK1 y CFK2 (u$s 626 – 644 / ton, respectivamente).

El precio actual de la oleaginosa es levemente superior a la media de Néstor Kirchner (u$s 413 / ton), siempre comparando a dólares de hoy (ajustados por inflación de Estados Unidos).

* Las cotizaciones observadas y futuras para el maíz arrojan un precio medio de u$s 171 por tonelada en el Mercado de Chicago para esta campaña (mar–ago 2024), un valor 28% inferior al del ciclo previo (u$s 238 /ton) y 41% inferior al de los picos recientes en términos reales (u$s 289 / ton, promedio de los ciclos 2020/21 – 2021/22). Al igual que en el caso de la oleaginosa, el precio actual / esperado para el cereal también resulta flojo en relación a los valores del pasado.

* Se trata del segundo peor registro de los últimos 17 ciclos agrícolas (desde 2006/07), sólo en 2019/20 se estuvo peor (-9%).

* Resulta 24% inferior al promedio de los 22 ciclos agrícolas del siglo (u$s 225 / ton), 56% inferior al máximo (u$s 386 / ton, registrado en 2011/12 al inicio del segundo mandato de Cristina Kirchner) y 25% mayor al mínimo (u$s 137 / ton en 2004/05).

* Al igual que en el caso de la soja, también se encuentra por debajo de los precios promedio de los últimos cuatro mandatos presidenciales: 30% inferior a la media de los cuatro ciclos agro que tocaron a Alberto Fernández (u$s 243 / ton); 8% inferior a la media de Macri (u$s 185 / ton); y 38-41% inferior a la media de CFK1 y CFK2 (u$s 288–276 / ton, respectivamente). El nivel actual es muy similar, levemente superior, a la media de Néstor Kirchner (u$S 168 / ton), siempre comparando a dólares “de hoy”.

PRODUCCION ESPERADA

El nivel de los precios internacionales es la mala noticia de esta campaña, mientras que en lo que hace a producción, la situación es un poco más alentadora, a pesar de ciertas adversidades climáticas y la irrupción de enfermedades en los cultivos.

Las distintas fuentes de información disponibles difieren en cuanto a la producción esperada de soja y maíz para esta campaña. La secretaría de Bioeconomía (ex SAGyP) estima una producción de 49,7 millones de toneladas para la soja y de 56 millones para el maíz en su último informe mensual (abril); la Bolsa de Cereales de Buenos Aires proyecta 51 millones de toneladas para la soja y 49,5 millones para el maíz (PAS 18 de abril); la Bolsa de Comercio de Rosario 50 millones para la soja y 50,5 millones para el maíz (estimaciones de producción, 24 de abril). y el USDA, por su parte, 50 millones para la soja y 55 millones para el maíz (informe mensual abril).

Tal como puede advertirse, los números de las distintas fuentes de información parecen ir convergiendo en soja, pero existe cierta incertidumbre acerca de lo que ocurrirá con el maíz. Esto último se debe fundamentalmente a que es una incógnita cuál será el impacto final de “la chicharrita” (Dalbulus maidis).

Este insecto transmite enfermedades dañando los cultivos en distintas regiones, particularmente en provincias del centro-norte. Los maíces tardíos vienen siendo los más perjudicados, especialmente en Santiago del Estero, Chaco y Córdoba.

El daño final aún se está evaluando, ya que estos maíces continúan en etapa de madurez, lo que podría resultar en pérdidas adicionales. Por el momento, se están perdiendo entre 6 y 7 millones de toneladas respecto de los volúmenes proyectados en el arranque de la campaña, aunque no habría que descartar que esta cifra pueda ser mayor cuando se complete la cosecha.

De todos modos, el mensaje más importante es que la cosecha será definitivamente mayor a la del ciclo previo, con una gran recuperación en el caso de la soja, que según las distintas fuentes de información podría crecer hasta más del 100% en volúmenes y un desempeño también bueno en el del maíz, a pesar de la plaga de la chicharrita, considerando que su producción probablemente terminará siendo entre un 35% y 50% superior a la del año pasado.

IMPACTO ECONOMICO

Dado que el crecimiento de los volúmenes será más fuerte que la reducción de los precios internacionales, el aporte de la cosecha 2023/24 a la economía argentina será mayor al que se observase el año pasado, que cómo se recordará, fue muy pobre por el impacto de la sequía.

Esto implica que el PIB agropecuario tendrá signo positivo, ayudando a compensar, en forma parcial, la crisis que atraviesa actualmente la economía, que afecta con fuerza a distintos sectores de la producción (industria, construcción), y a la política macroeconómica del nuevo gobierno, que está buscando recuperar los equilibrios macroeconómicos perdidos, luego de muchos años de excesos en materia fiscal y monetaria.

El mayor aporte de divisas del campo, la mayor afluencia de dólares al mercado cambiario permitirá que se continúen aflojando las restricciones de acceso al MULC a los importadores y en paralelo seguir recomponiendo reservas en el BCRA, las que quedaron en terreno negativo al cierre del 2023.

A continuación, se presentan tres variables muy importantes para poder referenciar el posible efecto derrame del sector:

a) el aporte extra de divisas que pone el campo a disposición de la economía este año.

b) el avance de la comercialización de los granos, que es determinante para que se materialice el aporte extra y se genere el derrame.

c) el poder de compra de los granos en términos de bienes de consumo, bienes construcciones y también de insumos del propio sector.

APORTE EN DIVISAS

A partir de las estadísticas ya disponibles para el primer trimestre, las últimas estimaciones de volúmenes a cosechar y los precios esperados para lo que resta del año (FOB Bolsa de Cereales de Buenos Aires), se presenta a continuación la aproximación a la fecha de lo que podría ser el ingreso de divisas vinculadas a exportaciones de granos y sus principales derivados industriales en el 2024.

En concreto, se estima que las exportaciones brutas podrían estar en los u$s 32,1 mil millones, creciendo un 26% respecto del 2023, un porcentaje que no luce tan impactante dada la importante recuperación de los volúmenes, pero que se explica por el retroceso de los precios internacionales.

Si la cuenta se ajusta por la caída de importaciones, los envíos netos totalizarían los u$s 29,6 mil millones, la mejora asciende al 48% interanual, y el ingreso extra de divisas se sitúa en el orden de los u$s 9,6 mil millones.

Estas estimaciones se basan en una comercialización de los granos para los últimos 9 meses del año de acuerdo a la estacionalidad histórica, en la que puede haber algunos desajustes en la estacionalidad del mes a mes (ventas que se atrasan en un mes), pero que se va corrigiendo y compensando de forma tal de llegar a una venta acumulada hacia fines del año similar a la observada en campañas anteriores.

COMERCIALIZACION

La realización de este aporte depende, como puede deducirse, del ingreso de los granos al circuito comercial, es decir, de la decisión de venta del productor. Aunque parezca una obviedad es bueno recordar que el productor produce para vender. Pero el momento de venta puede diferir según factores externos e internos al productor.

Entre los factores externos, se encuentran los precios internacionales, la política comercial y macroeconómica. En cuanto a los elementos más personales, si se trata de un productor propietario o que arrienda campos, la escala y capacidad financiera del productor, cómo financió la campaña, si hará cultivos comerciales o de cobertura en el invierno y demás.

En el caso de la soja se observa que hacia fines de marzo se había vendido sólo el 5% de la cosecha esperada, un porcentaje bajo considerando que se ha ubicado en un rango de entre el 10% y 20% en las últimas 18 campañas.

Una noticia más alentadora es que en la primera semana de abril, último dato disponible al momento, la comercialización mostró una aceleración consecuente con el avance de la cosecha.

* Economista del Ieral de la Fundación Mediterránea.