UNA MIRADA DIFERENTE

Preocupados, no sorprendidos

El shock no es solamente económico o social. También es jurídico y judicial. Las soluciones alternativas disponibles llevan al final (o al comienzo) de siempre.

Desde que se conoció el resultado del balotaje, y en algunos casos desde que se comunicó la posición de Bullrich de apoyar a Milei en la segunda vuelta, la columna viene sosteniendo una serie de ponencias que tiene sentido resumir antes de avanzar:

* Con la cooperación del Pro, o de buena parte de ese partido, el ahora presidente, además del apoyo electoral, podía encontrar una cantera de varios exfuncionarios con bastante experiencia en gestión y conocimientos de cada área de la que LLA carecía, que no podía suplir con sus adeptos, un grupo entusiasta, amorfo y multifacético. Ese aporte era vital para poder realizar un ajuste lo más equitativo y justo posible, y no una reducción al voleo.

* Resultaba y resulta fundamental, aunque fuera a título de mostrar cuantificadamente el problema a la sociedad, la confección de un Presupuesto base cero en todas las jurisdicciones, aunque fuere para mostrar el despilfarro y el efecto aluvional del gasto nepotista, corrupto y partidista anquilosado en todos los presupuestos. Ese tipo de presupuesto requería un estudio serio y profundo de las Administraciones y de las necesidades de la población que se intentaba satisfacer, y por supuesto sigue siendo imprescindible para que el ajuste no sea un mero recorte. 

* Para cualquier proceso de ajuste sería menester un acuerdo con la Corte Suprema sobre el concepto de emergencia y, en vista de esa situación, una gradación de la importancia de los derechos adquiridos, ya que había un orden de prelación entre ellos en instancias límites como la actual. También recordaba que la Corte -no ésta- había sido fundamental para consolidar el poder de las dictaduras que a su vez consolidaron el estatismo y el prebendarismo empresario y gremial. 

* Como todo el equipo de gobierno había sido armado a las apuradas y muchas veces con desconocimiento de los individuos y de las necesidades de cada cargo (justificables si se tenía en cuenta que era un partido sin experiencia y con apenas semanas para conformar un gabinete), había que estar dispuesto a aceptar cambios súbitos y reemplazos motivados por errores o ineficacia de los funcionarios, por sus acciones o manejos, o por lo que fuera. 

* No era deseable la incorporación de tránsfugas visibles o disimulados del peronismo o de sus partidos colaboracionistas porque sus decisiones y recomendaciones sobre políticas, acciones o designación de funcionarios corrían el riesgo de desvirtuar el concepto central de cambio, que era el que contaba con el apoyo mayoritario de la sociedad. 

* No debía negociarse cargos, designaciones, concesiones o impunidades de ningún tipo con el peronismo ni la “casta” en cualquiera de sus versiones, no sólo porque el efecto sería como mezclar agua sucia con agua limpia, sino porque cualquier arreglo de tipo comprehensivo sería necesariamente traicionado. 

* Si el ahora presidente debía algún favor o agradecimiento por apoyos recibidos durante su campaña, éste era un buen momento para hacer saber que esos favores no serían retribuidos con concesiones de ninguna naturaleza. 

* Cualquier cambio que tocase algún interés de los políticos, las empresas, la burocracia, el sindicalismo y los ladrones públicos, sería inmediatamente atacado y saboteado desde el Congreso, los medios, los opinadores y el accionar callejero. Este mecanismo estaba en el ADN peronista, y había sido usado sistemáticamente en todos los casos. 

* Ningún cambio legal de importancia sería aprobado en el Congreso por el peronismo y sus partidos adheridos, incluyendo al radicalismo. En especial los económicos y de racionalización y estatización. 

* El gobierno tenía que “sentarse sobre la caja” y negociar con los legisladores y sus mandantes cada uno de los cambios, tal como hiciera Menem y el mismísimo Alfonsín. 

* Debían consolidarse en una sola cuenta y bajo un mismo rubro, una suerte de Ministerio de la solidaridad transitoria todos los gastos en cualquier formato, incluido sueldos y erogaciones concomitantes, que significaran un subsidio en alguna forma. Ello incluiría todos los planes, compensación por déficit del sistema jubilatorio, AUH y similares, y todo tipo de subsidio. Cualquier personal cesanteado en cualquier Ministerio o Área debía dejar de pertenecer a la repartición donde cobraba su sueldo, y pasar a ser listado y cobrar su subsidio equivalente en este “Ministerio de la Solidaridad”, sin ir a trabajar. El total del gasto de ese órgano ficticio sería así el costo que la sociedad tenía que afrontar por su solidaridad. Una buena manera de predicar y concientizar. De paso, al impedir la presencia física de ese personal en su ex área de trabajo, se evitaba el muy común efecto de obstrucción y paralización que cumplen esos militantes vocacionales en cada dependencia, que se nota hoy. 

* Cualquier tipo de reforma que se encarase iba a lesionar privilegios o prácticas aún de los que en teoría están de acuerdo con el cambio, de modo que hay que esperar un rechazo desde todos los ángulos y desde todos los “círculos”, necesariamente encontrarán miles de razones para oponerse a cualquier cambio, que es de lo que se trata: de oponerse a cualquier cambio. El triunfo de la hipocresía, de nuevo. 

* Ninguna medida sería completa, instantánea ni perfecta. Hay que seguir día a día el accionar gubernamental para ver el resultado de sus decisiones, incluyendo las modificaciones y adaptaciones que vayan produciéndose. Se trata de un proceso que no tiene precedentes, conducido por un grupo que está en proceso de aprendizaje de la función de gobierno y de las funciones de cada una de las áreas. 

* El estado de cosas, sobre todo después de la malhadada gestión Massa, obligaba a dividir cualquier intento de solución en dos etapas, concatenadas pero diferentes. Una era el proceso de detención de la emisión-inflación-crisis de reserva y divisas, la otra era el plan en sí. Como un enfermo grave que llega al hospital con un cuadro casi terminal. El primer paso de la guardia es evitar que muera. Entonces lo atiende de urgencia, con cualquier procedimiento que considere adecuado a su alcance, a veces con desesperación. Recién cuando se logra una cierta estabilidad del paciente, se puede iniciar el tratamiento de recuperación.


¿PERSUASION?

Ciertamente no hacía falta tener muchas dotes de quiromancia ni adivinación. Como resulta fácil de advertir, todos esos puntos están ahora aflorando a cada paso, partiendo de la frase “casi todo lo que se está haciendo se debe hacer, pero de otra manera”. ¿Cuál manera? La persuasión – sostienen algunos. ¿A quien hay que persuadir? A los legisladores o a la sociedad? Y de qué forma se manifestaría el apoyo de los persuadidos? ¿Con un referéndum, o un plebiscito sin valor legal? Creer que se puede negociar con el sistema político su defunción, o persuadirlo de apoyarla, es como creer en el pacto de la Moncloa, la utopía con que se sueña desde el teclado de las computadoras desde hace años. La oposición. política o no, no quiere ser persuadida.

Detrás de los intereses del sistema político, se ocultan los intereses de todos los prebendarios, ladrones públicos, vividores, proteccionistas, estafadores y vivillos socios del Estado, que se esconden detrás de la “casta” y que mueven sus hilos lampeducianos para que parezca que algo cambia, pero para que en realidad nada cambie. 

La columna se apresura aclarar que no intenta transformar su prédica en un paper liberal dogmático, ni catequizar con el paradigma filosófico liberal, sino defender la seriedad fiscal y la libertad de empresa y comercio, y el derecho de propiedad. Exigirle al actual gobierno que se apegue a la Constitución manoseada e interpretada por los mismos que asuelan al país, es condenarlo a morir en la cruz. Puede ser muy bueno para fundar una nueva religión, pero dudosamente ayudará a salir de este hoyo infinito en que la Nación está hoy. 

Por supuesto que hay requisitos que resultan imperiosos a los que debe apegarse el Ejecutivo. Y deben exigírsele, no sólo la oposición sino quiénes de buena fe apoyan el cambio. La necesidad de promover todas las acciones judiciales para lograr sancionar a los responsables de cualquier acto de corrupción, de irresponsabilidad o de abuso contra el estado y la sociedad, es la primera de ellas. Y ese proceso no acepta excepciones, negociaciones o perdones. Aun con todas las falencias del sistema de justicia, ese paso es imperioso. Es un sueño creer en la recuperación de lo robado al país, pero es un paso imprescindible para trazar una línea. La única brecha aceptable. 

SIN EXCEPCIONES

Otro requisito es no hacer excepciones. La derogación de la ley de promoción industrial sin tocar el absurdo sistema prebendario de Tierra del Fuego es inaceptable y conspira contra la confianza que necesita el propio gobierno. La ausencia de revisión del sistema de concesiones y licitaciones es un paso impostergable si se quiere tener la autoridad moral para echar aunque sea un ordenanza. Empezando por Aeropuertos 2000 y el ORSNA, su socio-auditor. El sistema laboral requiere un cambio mucho más profundo, como el sistema de salud y el de jubilaciones. Nadie espera que esos cambios se produzcan mágicamente en dos semanas, sino que se siga un itinerario de avance y persistencia en ese cambio. Pero debe mostrarse la predisposición a seguir ese derrotero.  El cepo debe ser eliminado lo antes posible, y la evolución de ese camino debe explicarse detallada y casi diariamente, más allá de las tendidas tenidas del vocero presidencial. El naciente reprograma de Ahora 12 debe ser detenido y expelido el funcionario que lo inventó, por incoherente, por sobre todas las cosas. Lo que está mal está mal y debe ser puntualizado y corregido. Es estúpido promover el consumo cuando lo que se quiere es frenar la inflación y se acaba de bajar la tasa de interés de los plazos fijos. 

Finalmente, los políticos, la política, los parientes, amantes, peluqueros, tercerizadores, contratistas y demás anexos, deben pagar su óbolo para el ajuste. No sólo para contribuir con un ahorro importante de erogaciones inútiles, sino como una señal a la sociedad de que encabezan el ajuste. Este paso es indispensable y debe hacerse por DNU, también. Hay muchos temas menos importantes y éticos que este que merecieron ese tratamiento. 

El previsto proceso de “avalancha judicial”, como algunos vaticinaron también requiere de una estrategia sostenida, constante, comunicada y sabia. La demora es en sí una derrota para el cambio. Una estrategia que nadie ignora y que tiene algunos antecedentes cercanos. Esa estrategia a veces está dada por la justicia, otras veces por las “palomas”, una raza que parece reproducirse con más facilidad que las ratas, sin pretender calificar con esa comparación. Y el camino del fracaso está empedrado de jueces que deben demasiados favores, o que tienen demasiadas carpetas en su contra. 

También colabora a crear desconcierto, o al menos a sacar el foco de las prioridades, la inclusión de decisiones no centrales, ni prioritarias, o que al menos no se han justificado o explicado como tales. 

Como la columna no es militante del mileísmo, ni de ninguna otra corriente ideológica, por lo menos a sabiendas, no está demasiado preocupada por su compromiso libertario ni siquiera liberal, sino por salir primero de la trampa inflacionaria, para luego pasar a un camino de producción, trabajo, crecimiento y bienestar, con perdón de los que puedan creer otra cosa o perseguir otros objetivos catequizadores. Y ciertamente, también forzará la mano del gobierno para que se apegue a esos caminos de rigor e imparcialidad en sus objetivos, que considera imprescindibles en estos momentos cruciales. 

¿CAMINOS ALTERNATIVOS?

Por supuesto que sería buenísimo que cada uno hiciera un aporte desde su punto de vista para ofrecer los caminos alternativos que considera disponibles, y que el Gobierno los escuchara. Por caminos alternativos, esta columna no entiende que se incluya negociar con un sistema político que no quiere negociar sino neutralizar, en grados diversos. 

El argumento de que no deben forzarse los métodos legales que lleven al cambio porque eso abriría la puerta a peligrosas tolerancias en el futuro, ignora las peligrosas tolerancias reales en el pasado, que han traído al país al lugar vergonzoso en que se encuentra postrado, sin que los predicadores parezcan haber tenido mucho éxito en evitarlo. O haber querido evitarlo. 

En realidad todavía no se está en la etapa de cambio, aunque se esbocen algunas medidas e ideas no siempre conexas y no siempre precisas o acertadas. Se está apenas en la etapa de resurrección, de medidas extremas, urgentes y a veces desesperadas. Por eso es que la columna sostuvo y sostiene que una demora o un obstáculo serio en esa emergencia, puede resultar fatal. Por supuesto hay divergencia de opiniones, sobre todo en la oposición culposa. El problema es que de la muerte no se vuelve, para ponerlo de modo dramático, esperando que de ese modo resulte más comprensible. 

Hasta ahora, las “peligrosas dictaduras o monarquías” que se vaticinan para el futuro han servido en el último siglo para entronizar la corrupción, la prebenda, el robo, el acomodo, la miseria, la pobreza, el sometimiento, la deseducación, el vasallaje, el populismo, la ignorancia y el desmembramiento, de la soberanía y el derecho, eso sí, bajo la democracia que supimos conseguir o bajo los golpes de estado, desde 1930 al menos, hasta aquí, supuestamente al amparo de las ideas de Alberdi. 

Con esa enorme capacidad para el olvido instantáneo característica del ser nacional, la sociedad, aún sus sectores más formados, en cuanto sube el boleto de transporte, la prepaga o la nafta, ya no recuerda cómo llegó ni quién la trajo hasta aquí. Sólo mira para adelante, donde está el precipicio que no ve. Por supuesto que hay mejores caminos para hacerlo. Pero nadie sabe explicar con certeza cuáles. Mientras, el enfermo agoniza. Aunque el economista-equilibrista Pichetto diga ahora que no es para tanto.