IDEAS ERRADAS DE UN CATEDRATICO DEL ANARCOCAPITALISMO

Premios, castigos y el Anticristo

POR BERNARDINO MONTEJANO

Días atrás encontramos en La Prensa una nota con una gran foto en la que aparece una motosierra titulada: “Milei condecoró al economista español Jesús Huerta de Soto” y el subtítulo: “Horas después de aterrizar en Ezeiza el presidente cumplió con su compromiso con el referente mundial del anarcocapitalismo”.

En la nota se aclara que el premiado es considerado por nuestro presidente como “el mayor exponente del anarcocapitalismo en el mundo”.

En la misma se detallan invitaciones al visitante, quien recibió junto a Milei, el doctorado honoris causa en la Universidad Eseade y la irrupción del mismo en la TV en un reportaje al español, quien también encabezó el sábado 26 de abril una actividad en la Feria del Libro, llamada: “La libertad como camino: conversatorio con Jesús Huerta del Soto”.

Para situar el tema queremos expresar que en el marco de la justicia distributiva consideramos que los premios son un tipo se sanción prevista por el ordenamiento jurídico junto a la otra especie, la más común que es el castigo, pues como escribe Juan Llambías de Azevedo: “la esencia del derecho implica la retribución, pero esta puede ser no solo el castigo, sino también la recompensa” (Eidética y aporética del derecho, p. 48).

Esto fue ya señalado por san Isidoro de Sevilla cuando escribió en sus Etimologías: “La vida humana se rige por el premio y por el castigo” (L. V. Cap. 19).

CONFUSION

Ahora bien, sentado esto haremos referencia a lo sostenido por Huerta del Soto en un programa del cual nos enteramos por una nota publicada hace unos días en La Nación, titulada “Irrupción en un set de TV, críticas al Estado y alusiones al Papa”, en la cual se presenta al visitante como “catedrático y empresario español, uno de los principales referentes de la Escuela Austríaca. Desde 1979 es profesor de Economía Política en la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid”.

El reporteado se define como “católico de a pie” y afirma que el Estado es el “Anticristo” y, en el campo de la “verdad moral el Estado es la encarnación del maligno en la tierra”.

Y aquí es nuestro deber ilustrar a este condecorado catedrático con ciertas nociones básicas acerca del Estado, y al católico de a pie, acerca del Anticristo.

Lo que hoy llamamos Estado es una forma accidental de algo permanente que es la sociedad política, porque nuestra naturaleza no se solo social, sino también política.

Esa sociedad de llamó “polis”, “civitas”, reino y desde la modernidad, se denomina Estado, pudiendo en el futuro adquirir otra denominación, como entidad política global, o sea que engloba los llamados grupos infrapolíticos, a partir de las familias. Esos grupos territoriales, culturales, profesionales, tienen sus competencias y sus autonomías. Preferimos hablar de grupos y no de cuerpos. Ya hemos escrito acerca del Estado totalitario, calificado por el gran teólogo suizo Emil Brunner como el gran entuerto, la gran injusticia de nuestra época, edificado sin respetar el principio de subsidiariedad.

Como católico el catedrático debe reconocer además la existencia de otra sociedad, que es la Iglesia, Madre y Maestra, que nos cuida y enseña, entre otras cosas, acerca del Anticristo. Y hoy, casualmente o no, cuando volvemos a escribir, abrimos el libro de la Liturgia de las Horas, y nos encontramos con el comienzo del Libro del Apocalipsis o “Revelación manifestada por Jesucristo… dado a conocer mediante signos a su siervo Juan enviándole a su ángel. Y Juan atestigua, como palabra de Dios y testimonio de Jesucristo, todo lo que ha visto. Feliz el que lee y el que escucha las palabras de esta profecía y guarda lo escrito en ella”.

FIN DE LOS TIEMPOS

En la Argentina, un benemérito sacerdote, el P. Alfredo Sáenz, escribió un libro extraordinario titulado El fin de los tiempos y seis autores modernos (Asociación Pro-cultura Occidental, 1997): esos autores son Dostoievski, Soloviev, Benson, Thibon, Pieper, Castellani.

En el libro, el autor refuta por anticipado al condecorado cuando escribe: “No hay que olvidar que la figura del Anticristo, no es primordialmente política, sino teológica… el misterio de Iniquidad que el Anticristo encierra se resuelve en el odio a Dios y la adoración del hombre” (págs.355-356).

En Dostoievski el “proyecto del Anticristo es corregirle la plana a Dios... ofrecer la felicidad a cambio de la libertad” (p. 54).

Soloviev escribe un Breve relato sobre al Anticristo, el cual “se mostrará como un gran humanitarista que se propone hacer felices a los hombres instaurando el paraíso en la tierra” (p. 130).

El nombre de Anticristo lo inventó san Juan. Y él llevará a cabo una síntesis mundial de los enemigos del cristianismo. Según Castellani “logrará realizar un contubernio entre el capitalismo y el comunismo. Ambos buscarán el paraíso terrenal por medio de la técnica en orden a la deificación del hombre. La ideología que los une es común: la de la inmanencia, la del paraíso en la tierra, la del hedonismo ilimitado” (p. 352). Ninguno de los estudiados identifica al Anticristo con el Estado.

Sería muy bueno culturalmente que Milei y el condecorado estudiaran y pensaran antes de hablar sin fundamento y pontificar acerca de cualquier tema, confundiendo a quienes los escuchan.