MUSICA. Primera audición argentina de un ciclo completo

Preludios y fugas para guitarra

Castelnuovo-Tedesco: ‘Las guitarras bien temperadas’, Libros III y IV, opus 199. Por: Carlos Groisman y Pablo Carballo, guitarras. El jueves 28 en la Fundación Beethoven.

Carlos Groisman junto a su ex discípulo Pablo Carballo emprendieron una tarea mayúscula: la ejecución completa, después de casi dos años de preparación, del ciclo ‘Les guitares bien tempérées’, de Mario Castelnuovo-Tedesco, ofrecido en carácter de estreno en nuestro país. Debido a su extensión, la jornada se dividió en dos partes. En la primera se abordaron los doce Preludios y Fugas iniciales, al tiempo que la segunda, que tuvo lugar el jueves en el esbelto auditorio de la Fundación Beethoven, estuvo consagrada a la otra mitad de la serie.

CASTELNUOVO-TEDESCO

Nacido en Florencia y muerto en Beverly Hills (1895-1968), el compositor toscano, alumno de Alfredo Casella y maestro de John Williams, Henry Mancini y André Previn, se enroló inicialmente en la escuela italiana de música moderna, para ir derivando luego hacia tendencias más libres y desarrollos morfológicos ajustados a los moldes tradicionales. Creador prolífico, fue autor de óperas (‘The Merchant of Venice’, ‘La mandragola’), además de conciertos (para violín, para cello), páginas litúrgicas y camarísticas. Ya en su última etapa en Estados unidos, nación en la que se radicó por cuestiones raciales en 1939, y donde recibió el apoyo de Toscanini y Jascha Heifetz, fue cooptado por la industria cinematográfica y escribió las bandas sonoras de cerca de doscientas películas (entre ellas ‘Los amores de Carmen’ (‘The loves of Carmen’), con Rita Hayworth).

Terminada la guerra, Castelnuovo-Tedesco pudo regresar a su amada Italia, adonde viajó de manera periódica. En 1932, en el Festival de la Sociedad Internacional de Música Contemporánea realizado en Venecia, se conocieron con Andrés Segovia, con quien trabó una estrecha amistad. A partir de allí, seducido por la guitarra clásica, dedicó muchas piezas de fuste a este instrumento, entre las cuales se cuenta la serie que comentamos, para dos solistas, inspirada en ‘El clave bien temperado’, de Bach.

ARMONIA

La velada que nos ocupa alcanzó un rango decididamente brillante no sólo por la diafanidad del toque y lo neto y preciso del punteo, sino también debido a sus expansivos armónicos y la armoniosa interacción de ambos instrumentos, que recrearon una atmósfera sonora de cálidas y redondas voces contrapuntísticas.

En el contexto de los doce números que se escucharon, todos elaborados con distintas tonalidades, cabe referir entre otros al discurso alegre y animado del N° 15 (inspirado en ‘Hojas de hierba’, de Walt Whitman), y los colores y variaciones recurrentes del N° 19, así como también a la gravedad y bellas conjugaciones tímbricas del N° 20, el lenguaje amable del N° 23, y la profundidad reflexiva del cierre. Es cierto que el conjunto exhibe reiteraciones (sobre todo en los giros arpegiados descendentes), pero también lo es que expone reminiscencias populares, barrocas, modernas, tal vez brasileras de remarcable originalidad y ensamble.

Ambos intérpretes sortearon con natural destreza las crecidas dificultades técnicas y de concentración que la ejecución plantea (con alguna debilidad de Carballo en el sector agudo), mostraron en todo momento vibración y fluidez, atildada expresividad y, si se quiere, dulzura.

Calificación: Muy bueno