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¿Por qué seguimos comprando dólares cuando deberíamos comprar pesos?

 

POR SERGIO CANDELO *

Los modelos económicos se construyen sobre una premisa: que actuamos de forma racional. Pero la Argentina del invierno de 2025 es la prueba definitiva de que la economía no se juega en una planilla de Excel, sino en la mente colectiva. Es, en su esencia, una ciencia social.

Para entenderlo, imaginemos un experimento: A) ganar $100 seguros, o B) 50% de ganar $200. Elegimos lo seguro. Ahora: C) perder $100 seguros, o D) 50% de perder $200. Acá apostamos. Daniel Kahneman ganó un Nobel por mostrar que somos irracionales, pero consistentes. Si hubiera estudiado a los argentinos, habría terminado su libro en un recreo.

En julio y agosto de 2025, con una inflación del 1.8% mensual -un milagro criollo- y tasas en pesos al 40% anual, el carry trade era la jugada de manual. Pero los argentinos, mate en mano, hicieron cola para comprar dólares. ¿Por qué? Porque en Argentina no tenemos una moneda inestable: tenemos dos. El peso paga el café; el dólar guarda tus sueños. Este bimonetarismo no es un error del sistema: es una construcción social, nuestra armadura contra 120 años de crisis.

Kahneman dijo que las pérdidas duelen 2.5 veces más que las ganancias. En Argentina, la memoria de las devaluaciones duele 25 veces más. Es un trauma grabado en nuestro ADN social. Desde 1890, cada vez que el peso parecía fuerte, compramos dólares. Y cada crisis nos dio la razón: el crack de 1930, el “hay que pasar el invierno” de 1959, el Rodrigazo de 1975, el “quien apuesta al dólar pierde” de 1981, la hiper de 1989, el corralito de 2001, el desplome de 2018. En 2025, con meses de calma, nuestro inconsciente colectivo sigue susurrando: “Esto va a terminar mal”.

Nuestra fiebre por el dólar no es ignorancia financiera: es un seguro emocional. Los pesos son para el bondi; los dólares, para dormir tranquilos. Mientras los bancos ofrecían plazos fijos, Eliseo, el encargado, cambió su aguinaldo por dólares: “No es que no confíe en el peso, es que confío más en mi paz mental”. Esto es lo que define a la economía como una ciencia social: las decisiones no las toma un homo economicus racional, sino una persona con miedos, recuerdos y anhelos. Es pura “irracionalidad adaptativa”: en un entorno de riesgo crónico, la precaución es la única jugada inteligente.

RASGO CULTURAL

La tensión cambiaria de 2025 no es un error de cálculo: es la manifestación de un sistema bimonetario perfeccionado durante un siglo. No elegimos mal entre peso y dólar; mantenemos un equilibrio psicológico que nos deja pagar las cuentas sin renunciar a nuestro futuro.

La pregunta no es cuándo vamos a “comportarnos racionalmente”, sino cuándo la política económica entenderá que nuestro amor por el dólar no es un defecto: es una feature cultural. Porque en Argentina, ser irracionales de manera consistente durante 120 años no es irracionalidad. ¡Es experiencia, papá! Y es el recordatorio de que cualquier teoría económica que ignore la historia y la psicología de un pueblo, no es más que una ficción matemática.

*Economista, Cofundador de Snoop Consulting y Ejecutivo del Sector Tecnológico.