Mirador político

Por qué reaparecen CFK y Macri

Uno de los indicios más obvios de que el peronismo se aproxima a una derrota electoral ha sido la desaparición de Cristina Kirchner de la campaña después del tercer lugar en las PASO.

Elección tras elección se confirmó el acierto de ese eclipse voluntario. Lamentablemente para ella, el reciente fallo de la Cámara de Casación en las causas Hotesur y Pacto con Irán la obliga ahora a salir a campo abierto. El sábado participará de un acto en el que, con seguridad, repetirá otra previsible diatriba contra el Poder Judicial.

La vice se alejó de la campaña también porque la dirigencia peronista le borró a su candidato, “Wado”, para reemplazarlo por el resbaloso Sergio Massa que, paradójicamente, se kirchnerizó en el peor momento del kirchnerismo.

Massa no comulga con el “modelo K”, pero tiene la brújula desmagnetizada. Cuando lo que se discute es el cambio, él apuesta al “statu quo”. Confía en que quienes medraron con el modelo, punteros, camporistas, sindicalistas, burocracia estatal, planeros, piqueteros, etcétera, puedan todavía llevarlo a la Casa Rosada.

Por su parte, Mauricio Macri, que se había enfocado en el bridge durante la interna del PRO, vuelve porque avizora un triunfo de Patricia Bullrich. Al margen del resultado de sus respectivas gestiones, tanto él como Cristina Kirchner desarrollaron buen olfato político en el ejercicio del poder.

El ex presidente no retorna a la campaña para “transferirle” a Patricia Bullrich el 40% de votos que obtuvo en 2019, si eso fuera posible, sino para asociarse al triunfo, si se produce. Se mantuvo distante durante la interna de Juntos porque el éxito de Bullrich parecía improbable ante los recursos de los que disponía Horacio Rodríguez Larreta.

Sin embargo, el jefe de gobierno perdió esa batalla contra toda lógica, porque cuando el 70% de los votantes pedían un cambio, él propuso más de lo mismo pero con otras caras. Cuando el repudio a la burocracia política es generalizado, él propuso a los conocidos de siempre, Morales, Lousteau, Carrió, etcétera. Así, las sospechas de un pacto con Massa quedaron probadas: usan la misma brújula.

Lo que hoy parece la discusión central de la campaña no es la necesidad de cambio, sino su velocidad y sus condiciones de posibilidad. En ese terreno tomó la delantera Javier Milei y difícilmente la pierda antes de las generales. Por eso Bullrich dejó de hablar de cambio y habla de orden. Por eso fue al barrio de los Sena en el Chaco y enfrentó a los kirchneristas que le hicieron el gran favor de repudiarla. A medida que la relación de Milei con el peronismo se vuelve más opaca, Bullrich exhibe más su antikirchnerismo.

En este marco el aporte de Macri a su campaña es relativo. El que prometió el cambio y no lo hizo, pocos votos puede atraer de un universo opositor tan enojado con la “casta”. Su función parece menos la de potenciar a Bullrich que la de subirse al carro de los eventuales ganadores. El éxito de Juntos por el Cambio generaría un cambio drástico en el liderazgo de la coalición y se prepara para ese escenario.