Enrique Alejandro Mancini­

Personalmente, gracias­

­El 17 de septiembre de 1931 nació en La Rioja Enrique Alejandro Mancini, una de las voces más inconfundibles y admiradas de la radiofonía argentina, creador de programas históricos y poseedor de una ética profesional y moral muy difícil de encontrar en la actualidad de nuestro país.­

En esa provincia había compartido la educación primaria con el ex presidente Carlos Saúl Menem, con quien lo unía una entrañable amistad pero también un absoluto respeto por el cargo que llegó a ocupar el ex mandatario, al punto de señalar en una entrevista que jamás se hubiese aprovechado de esa relación para obtener favores personales. ­

En 1951, Mancini había debutado en el Servicio Radiofónico Internacional Argentino, actualmente Radiodifusión Argentina al Exterior (RAE), cuando se presentó a un concurso para cubrir tres vacantes. Y tres años después se incorporó al programa Sucesos Argentinos, proyectado durante años en los mejores cines.­

Junto a Juan Carlos Pascual, fue protagonista de la primera transmisión de la frecuencia modulada (FM) en el 102.3 (hoy, Aspen). También compartió las mesas de trabajo con Carlos Rodari, Antonio Carrizo, Marcela Tinayre, Virginia Hanglin, Alfredo Casero y Julio Lagos, con quien realizó una emisión histórica en 1989 sobre la repatriación de los restos de Juan Manual de Rosas.­

Fueron innumerables los compañeros y las celebridades entrevistadas por Henry, como le gustaba que lo llamasen, pero también los hechos importantes que le tocó cubrir, como la guerra frente a Gran Bretaña en la que fue protagonista.­

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LA RADIO Y MALVINAS­

Aunque algunos ignotos de la cuestión bélica lo criticaron, su voz  desempeñó un papel importante durante el conflicto de 1982, donde en un perfecto inglés tuvo la misión de confundir a las tropas enemigas con un programa radial llamado `Liberty' (acompañado por Silvia Fernández Barrios y Juan Carlos Mesa), pero a su regreso también realizó numerosos reportajes a los soldados argentinos que llegaban con el pecho inflado de haber defendido a la patria. ­

Sin embargo, el idioma de la radio para él era único y de hecho fue uno de los precursores de los diálogos telefónicos con los oyentes, esa unión tan necesaria del dial. Cualquier programa en el que estuviese ya tenía miles de fans que esperaban ansiosos su particular tono de voz, la de un hombre serio pero a la vez carismático, responsable y hasta sensual (como ocurre a la mayoría de los locutores y locutoras).­

Fue así como alcanzó el éxito en ciclos como ¿Qué pasa, Sr. Mancini? (radio Splendid), Exigencia (radios Belgrano y Mitre) y Personalmente 2000 (radio Colonia) que tuvo una duración de varias décadas y luego pasó a la grilla de radio Nacional, donde trabajó con otras glorias como Juan Carlos Mareco y Hugo Guerrero Marthineitz.  ­

Pese a ese amor por el dial, la TV también lo sedujo con programas a los que les dio un aténtico estilo, como los noticieros Argentina Televisora Color (ATC), emisora a la que además dirigió por un período de 15 meses. ­

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RECONOCIMIENTOS­

Tanto su voz como su profesionalismo fueron intachables. Y la cantidad de galardones a su trayectoria no hicieron más que premiar en vida la pasión que le dedicó al periodismo, sobre todo en radio y televisión.­

Fue miembro consultor de la Academia Argentina de Arte y Medios de Comunicación, recibió el premio Konex en 1981, el Negrito Manuel en Luján y el reconocimiento de todo el arco periodístico. ­

En julio pasado se cumplieron ya 14 años de su muerte. Y tanto tiempo de esa fecha fatítica quería recordarlo con este humilde artículo, a modo de agradecimiento por todo lo que hizo. ­

Ese día yo me encontraba trabajando en Telered, el canal de cable del conurbano bonaerense donde había compartido con Mancini cuatro increíbles años de mis iniciales pasos en la profesión. Fue él quien posibilitó mi primer trabajo en un medio (encima la televisión), una experiencia en la que se conjugaban al mismo tiempo el miedo, la curiosidad, el aprendizaje y la alegría de haber concretado un sueño.­

En esas primeras prácticas creo que él se dio cuenta de que me faltaba `pasta' para la tele. Pero no le importó. Me apoyó, sabiendo que me equivocaba en cámara, y el programa siguió adelante. Poco a poco me fui amoldando y luego de varias temporadas habíamos sido ternados como Mejor Programa de Entretenimiento por Cable en los citados premios Negrito Manuel, en Luján. ­

Recuerdo que no ganamos, pero Enrique sí recibió un galardón por su extraordinaria trayectoria. Para él y para los jóvenes que lo acompañaban, había sido una noche mágica. El tenía su estatuilla, y nosotros la alegría de haber estado en su mesa.­

Como si fuera un mensaje del destino, aquel 9 de julio de 2008 me enteré de su fallecimiento justamente por TV. Y quedé en shock. Todos los canales se hacían eco de esta pérdida irreparable para los locutores, conductores y periodistas en general. Se iba un hombre justo, buena persona, que dedicó su vida no sólo a informar sino también a formar y entretener: o sea, los tres ejes del periodismo.