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Peronitis (III parte)


“No te lo puedo explicar, porque no vas a entender” decía la canción que nos acompañó durante todo el mundial de fútbol de Qatar. Algo así sucede con el peronismo. Tratar de explicarlo no es una tarea sencilla. Encontrar la explicación del porqué mucha gente sigue identificándose como peronista, pese al daño que le ha causado al país, es más que inexplicable.

Hace casi ocho décadas que el peronismo viene destruyendo a la Argentina. No solo económicamente, sino también social y culturalmente. De ese país que tenía todo para seguir siendo una de las naciones más importantes del mundo, como lo fue hasta su llegada al poder a mediados de los años cuarenta, no queda casi nada. Arrasaron con todo. Es cierto, no fueron los únicos culpables. También hubo otros que hicieron su parte. El virus peronista también penetró en la oposición y en todos los estamentos del poder.

Podríamos decir que gran parte de la población argentina sufrió y sufre algo similar al Síndrome de Estocolmo. Se enamoraron de sus secuestradores. De los que cercenaron sus libertades y de los que los estafaron generando inflación y nuevos impuestos para seguir manteniendo el descomunal gasto de la casta político-sindical y a los punteros zonales. Se enamoraron de quienes adhirieron a vaivenes culturales de amplio espectro, según la conveniencia: el peronismo es de derecha, de izquierda y de centro.

SE CUMPLEN 40 AÑOS

Cuando el 10 de diciembre de este año termine, por fin, el más que lamentable período de los Fernández, se van a estar cumpliendo cuarenta años del regreso a los gobiernos elegidos por el voto popular. De estos 40 años, el peronismo y sus diferentes líderes, habrá gobernado 28 años y 5 meses (sin agregar el gobierno de la Alianza entre 1999 y 2001 que también tuvo una pata peronista) o sea que habrán gobernado el 71% del tiempo transcurrido entre el 10 de diciembre de 1983 y el 10 de diciembre de 2023. El 29 % restante lo hicieron la UCR, la Alianza y Cambiemos.

Los números son elocuentes. Fueron los grandes protagonistas de estas cuatro décadas. Ya sea en su versión privatizadora con el presidente Menem, como en su versión “progre” y estatista con el kirchnerismo.

LIDERAZGO MESIÁNICO

Se podría decir que la característica más notoria del votante peronista es su apoyo incondicional a sus líderes. Ya sea los muertos o los vivos. Su adhesión a sus símbolos, a su famosa marcha y a su memoria cuando a su padre o a su abuelo le regalaron una bicicleta y les daban la sidra y el pan dulce.

El líder o la líder es lo que los encolumna y hace que todo se tolere y encuentre justificación. Todas sus grandes figuras fueron y son millonarios y eso no se cuestiona ¿Cómo hizo Perón para vivir casi 18 años en el exilio y de la forma que vivió? ¿Cómo se logró la ostensible posición económica de la familia Kirchner? Ante estas preguntas el peronista arquetípico no ve la contradicción, lo justifica diciendo que los contrarios también son millonarios o sale por la tangente aludiendo a las “bondades” de épocas pasadas. Podríamos decir que el característico votante peronista es como el hincha de un club de fútbol. Nadie cambia de equipo. Pablo Sandoval, el gris personaje del “Secreto de sus ojos” expresa claramente este estado subjetivo. “¿Te das cuenta, Benjamín? El tipo puede cambiar de todo: de cara, de casa, de familia... de novia, de religión, de Dios... pero hay una cosa que no puede cambiar, Benjamín... no puede cambiar... de pasión”.

CUASI RELIGIOSO

El peronismo está lleno de consignas. Los mensajes breves que muestran los atributos que se quieren destacar, captan la atención y condensan un beneficio. El eslogan se repite una y otra vez, en cada acto, en afiches, en los medios o de boca en boca…con tal insistencia que terminan por considerarse dogma indiscutible, aunque ya no puedan defenderse con argumentos: “el peronismo es el representante de los trabajadores”, “interpreta los deseos del pueblo y de los más humildes”, “sostiene la Doctrina Social de la Iglesia”, “promueve la Justicia Social” ...entre otros.

Al dogma, le sigue la liturgia: mantienen la mística del bombo, la marchita y la vieja costumbre de ponerle a cada cosa que inauguran, los nombres de Juan D. Perón, Eva Perón y Néstor Kirchner. Es así como en los cuarenta existieron provincias y ciudades con sus nombres, para luego hacer lo propio en sus distintos gobiernos con barrios, calles, hospitales, escuelas, trofeos, campeonatos, centros culturales y hasta un gasoducto recientemente construido. Casi nada quedó a salvo de la constante adulación a sus líderes.

Este momento encuentra al peronismo ante la posibilidad cierta de perder el poder en las urnas por tercera vez en sus casi ochenta años de existencia. ¡Sabrá Dios si les espera una nueva transformación o si pasarán a ser una etapa superada de la historia argentina!

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Diciembre de 1983 a julio de 1989: UCR, 5 años y 7 meses. Alfonsín
Julio de 1989 a diciembre de 1999: Peronismo, 10 años y 5 meses. Menem.
Diciembre de 1999 a diciembre de 2001: Alianza, 2 años. De la Rúa
Diciembre de 2001 a diciembre de 2015: Peronismo, 14 años. Rodríguez Saa, Caamaño, Puerta, Duhalde, Néstor Kirchner, Cristina Fernández de Kirchner.
Diciembre de 2015 a diciembre de 2019: Cambiemos, 4 años. Macri.
Diciembre de 2019 a diciembre de 2023: Peronismo, 4 años. Fernández.