Acuarelas porteñas

Pasaje Seaver: lloran ombúes y gomeros

Por Ruy García Irízar

Un par de ombúes y gomeros son testigos que alguna vez debajo de la veloz autopista que viaja al norte de la ciudad había una plaza y dos pasajes angostos y empedrados que por sus características atrajeron a conocidos actores de cine, poetas, escultores, bailarinas y boxeadores.
Por la noche, la escalinata de la cortada Seaver se iluminaban con la luz blanca amarillenta de los coquetos faroles de hierro forjados de un vecino y llamaba la atención a mitad de cuadra un enorme cartel luminoso lleno de bombillas azul y rojo que decía Can Can.
La calle se iba poniendo de fiesta y se acercaban de a tandas los curiosos y turistas al club nocturno de Frau Lottelisse, atraídos por los números estrambóticos del music hall.
Allí alguna vez cantó tangos el Polaco Goyeneche y se asegura que los primeros artistas travestidos en Buenos Aires surgieron del cabaret Amok, anterior a Can Can, en ese lugar.
La dibujante Maitena recordó la calle como de farolitos rotos y "desde el balcón de la escalera frente a la placita, al atardecer, se ve como un túnel que se pierde en la oscuridad".
La placita Tedín también sirvió de punto de encuentro de los alumnos del Instituto Enseñanza Superior de Lenguas Vivas Juan Ramón Fernández cuando aguardaban los resultados de un examen. Y dicen que Tanguito, el creador de La Balsa, zapó con su guitarra en la escalera.

LA PERIFERIA
El terreno del desaparecido pasaje Seaver ubicado entre Carlos Pellegrini y Posadas en el barrio del Socorro era hacia 1864 un refugio de deshechos aluvionales con un limitado desarrollo urbano, ya que era la periferia de la ciudad.
Durante las epidemias de fiebre amarilla las familias pudientes se desplazaron del sur al norte de la ciudad y el barrio del Socorro se convirtió en una de las zonas más acomodadas.
El terreno de los dos pasajes perteneció a la quinta del vicealcalde de la ciudad de Buenos Aires Lorenzo Torres Agüero (1864) y su esposa Clara Sáenz Valiente Pueyrredón y fue loteado cuando ambos fallecieron en 1880.
Sobre el Paseo de Julio -hoy se llama Avenida del Libertador- se construyeron casas con alcobas al estilo colonial que iban de Recoleta a Parque Lezama (aún hoy están) y la cortada adoquinada de Seaver tenía amplias caballerizas para los carruajes, una carbonería, leña, forrajes y casas particulares con los frentes descuidados y se alquilaba piezas de humilde condición para los trabajadores de la zona.
Como la barranca era muy empinada debido al deslizamiento del agua aluvional, los arquitectos decidieron emplazar una escalinata sobre la entrada de Seaver en la calle Posadas y darle al barrio una característica distinta al damero de la ciudad: ¡una cortada con escalinata al mejor estilo parisino del barrio de Montmartre!.
OTROS NOMBRES
Hasta 1893, la calle Pellegrini se llamaba Artes. El pasaje Dr. Carlos Enrique Eguía se llamaba Artes Cortada, de 70 metros de largo de este a oeste y lindaba al sur de la plaza Tedín con sus gomeros y ombúes hasta casi Cerrito; y el parisino pasaje Seaver se llamaba Artes Segunda (altura hoy 1600-1700 de Pellegrini), al norte de la plaza Coronel Toribio Tedín. La cortada con escalinata tenía 135 metros de largo en declive desde Posadas y Pellegrini hasta av. Paseo de Julio.
Hoy, si el pasaje Seaver existiera, estaría bajo la autopista.
De hecho la autopista Presidente Arturo Illia ofrece techo y sombra a distintos locales comerciales en 135 metros de largo.
Era muy común que los porteños escribieran Seeber y no, la forma correcta: Seaver. El primero fue un intendente de Buenos Aires (1889-1890) y en 1893 el nombre de la cortada fue en honor al marino argentino-estadounidense teniente coronel Benjamin Franklin Seaver quien al mando de la goleta Juliet murió en el combate de la isla Martín García contra los realistas de Montevideo en 1814. La nave por error del práctico quedó encallada frente a la isla y fue fácil blanco de los cañonazos y el segundo al mando de la flota argentina murió en cubierta en una tremenda carnicería. Pese al combate perdido, al día siguiente el almirante Guillermo Brown decidió invadir con la infantería la isla en un contraataque inesperado, y derrotó a los españoles. Luego también tomó Montevideo.

LA MAS ANCHA
Desde 1912, unir el sur con el norte de la ciudad y las expropiaciones de casas y edificios llevaron mucho tiempo. Se hicieron por etapas hasta que finalmente en abril 1979 se inició la demolición de los pasajes y la plaza como el último tramo donde pasaría la autopista antes de salir del congestionado centro.
En 1920 la zona estaba habitada por personas y familias de baja condición económica que llegaban del interior a la terminal de Retiro en busca de trabajo como estibadores en el puerto, cocheros, caballerizas, despachos de leña y carbón, algún almacén. El lugar no era para dar un paseo a pie con la familia. Rondaba la gente mal entretenida y el compadrito.
Pero ya en 1935 la zona hizo un giro edilicio importante y atrajo vecinos de solidez económica. Con ello el pasaje Seaver estuvo listo para cobrar nueva vida. Amalgamó la cinematográfica escalera con el empedrado de la curiosa cortada. Una muestra de arrabal muy atractivo para el artista y la bohemia de algunos de sus vecinos como el escultor Gonzalo Leguizamón Pondal (1890-1944) quien salió de su atelier a la calle y puso en algunos frentes de rejas coloniales los faroles parisinos de hierro forjado de su autoría, parecidos a un signo de interrogación florecidos como un árbol con hojitas de metal. Ese toque encendió la magia al lugar.
Así nació un pedacito del barrio de Montmartre en Buenos Aires y con ello un nuevo nicho de vida artística.
VECINOS ILUSTRES
Como "un rincón precioso" recordó el genial compositor Alberto Ginestera al pasaje Seaver donde vivió un tiempo. Fue el creador de la censurada ópera Bomarzo y a su muerte -como curiosidad- el músico fue enterrado en un cementerio de Suiza junto a Jorge Luis Borges.
Habitaron la cortada, el autor de la premiada novela El Profesor de Inglés y autor de teatro Jorge Masciángioli; el modista de Evita, Paco Jamandreu ; las muy populares vedettes y actrices, la francesa May Avril y la italiana Xenia Monti; el poeta entrerriano Alfredo Martínez Howard, con su Libro de Ausencia y Adioses, entre otros.
También vivió allí la escultora Ana María Vieyra de Palavicino; la cotizada bailarina clásica rusa Ekaterina de Galanta, cuya entrada a la escuela de ballet para niños era por el enorme doble portón de hierro negro al lado de la escalinata sobre Posadas. En 1960 el salón de baile pasó a llamarse Instituto Kumazawa de yudo dirigido por Juan Manuel Moreno y años más tarde Nam Sung Choi dictaría taekwondo. El moreno profesor Trias haría boxeo recreacional y había aikido.
La calle es mencionada en la novela El Túnel de Jorge Sábato; y en La Ciudad junto al Río Inmóvil de Eduardo Mallea.
Fue escenario de muchas películas argentinas entre 1953 y 1977.
El poeta Rafael Vásquez la nombra y un tango es titulado Pasaje Seaver, del compositor Juan María Solare.
El pensador Juan José Sebreli vivió en el pasaje y como curiosidad de la política nacional, en ese pasaje fue creado el Partido Laborista del Dr. Juan Hortensio Quijano, luego vicepresidente de la Nación en 1945.
Una comisión de vecinos intentó salvar el pasaje pero finalmente en abril de 1979 comenzó la demolición y por muchos años hasta 1995 en que se construyó la autopista, el lote fue tan sólo un monótono estacionamiento.
En ese lote desierto, justo donde estuvo el pasaje Seaver, la placita Tedin y la cortada Eguía, unas 150.000 personas se reunieron el 27 de diciembre de 1988 en un concierto de rock nacional con Charly Garcia, Spinetta, Páez, Soda Stereo, La Torre, Redondos para celebrar los cinco años de democracia. Pero tan sólo fue un día. La Balsa de Tanguito fue coreada y el recuerdo de la vida cultural del pasaje Seaver siguió hasta intacto en el recuerdo.
ARBOLES TESTIGOS
A partir de 1995 a la fecha, los nombres de Eguía y Tedín fueron recordados con placas apenas legibles al pie de los gomeros muy apretados sobre la vera de la autopista. ¡Pero el marino Seaver no tuvo ninguna! Desde 1980 cuando las topadoras arrancaron las placas con su nombre, el valeroso marino quedó a la deriva hasta que un fresco viento llevó el recuerdo de la heroícidad de la Juliet a hacer puerto de la memoria de los vecinos del balneario bonaerense de Valeria del Mar, cerca de Mar del Plata.
Sus habitantes bautizaron el casco y la periferia de la ciudad con los nombres de naves y marinos héroes de nuestra historia argentina.
Y entonces, el teniente coronel y la Juliet siguen audaces en el recuerdo de los vecinos, sabiendo que no van a morir.