Para volver a conectar con la escucha

Mercedes Morán e Imanol Arias actúan juntos por primera vez sobre el escenario del Paseo La Plaza. Dirigidos por Claudio Tolcachir estrenan ‘Mejor no decirlo’, una comedia de la dramaturga francesa Salomé Lelouch que estará diez semanas en cartel y el año próximo viajará a España.

Pasaron más de veinte años desde que Mercedes Morán e Imanol Arias se vieron por primera vez. Ella estaba haciendo su primera obra de teatro en el circuito independiente y él, que estaba rodando ‘Camila’ en nuestro país, fue a verla. “Tuve el privilegio de tenerlo como espectador cuando él ya era Imanol y todo el mundo decía ‘ahí llega Imanol’”, dice Morán sentada en uno de los sillones del salón VIP del Paseo La Plaza.
En estas dos décadas volvieron a verse varias veces más, pero nunca habían trabajado juntos, hasta ahora que se estrena ‘Mejor no decirlo’, escrita por Salomé Lelouch y dirigida por Claudio Tolcachir. En la obra interpretan a un matrimonio que lleva muchos años juntos y que ha encontrado la fórmula para saber cuándo es mejor hablar y cuándo callar. Pero ¿qué pasa cuando por una vez deciden que es mejor no dejar nada bajo la alfombra?
“Es una comedia muy inteligente sobre una pareja que está decidida a ser muy honesta consigo misma y entonces hay un montón de temas, que son los que en este momento están en la cabeza de todos nosotros, y van a llevar a cabo una ‘discusión’ o ‘intercambio’ enriquecedor, gracioso e inteligente”, explica Morán.
“La obra propone un viaje, no de un encuentro y una sorpresa, sino de una edad y un mantenimiento. Acá no se descubren, no son nuevos, ni pueden evitar comportarse fuera de su zona de confort. Porque, hasta cuando le reprendo a ella y le digo que porqué abre esa boca que no puede callarse ni abajo del agua, y la voy viendo, la besaría ahí mismo porque por encima de todo lo que hayan hecho les da igual porque son dos tipos que se gustan muchísimo y eso nos exige como compañeros y amigos reírnos y disfrutar mucho”, asegura Arias.

HABLAR LIBREMENTE
-¿Qué aspectos de sus personajes les gustó abordar?

(M. Morán) -Yo soy una persona que he sido bastante políticamente correcta, así que poder indagar en un camino de incorrección me parece fascinante y nutritivo, sobre todo porque estoy en un momento de la vida donde celebro poder estar cada vez más incorrecta, con la libertad que da la experiencia y la edad donde ya basta de explicaciones. Coincido con el personaje, más allá de que está llevado a un extremo para que sea funcional al género, en que a determinada edad ya deberíamos descansar y sanamente cagarnos en la mirada del otro y tratar de ser lo más honestos y dejar de estar tan pendientes del qué dirán, de si me quieren por esto o por aquello, y hacer una conquista de ser una misma. Me parece que personalmente eso es lo que me atrae de la obra.
(I. Arias) -Todavía no lo tengo claro, pero tengo la sensación de que cuando se abra al público es una obra que tiene una conexión y una escucha tremenda en los espectadores. Pero como que aquí ella o yo dejemos de estar atentos y nos regodeemos con sólo pensar ’¡uh, qué bien va hoy!’ nos pegamos un pequeño golpe.
-¿Qué cosas es mejor no decir?
(MM) -Desde el personaje te respondo que esta mujer piensa que hay que decirlo todo en el momento, cuando le pinta. No se deja guiar por la corrección política.
(IA) -El pareciera que fuera un editor, no de un periódico polémico, sino un editor. Un hombre que recoge todo y lo plasma de una forma. Tiene una teoría insistente que es que a veces nos creemos tanto lo que pensamos que, a la hora de comunicarlo, nunca pensamos qué va a escuchar la gente. Por ejemplo, yo quiero comunicar que tengo un cansancio normal, físico, de hacer una cosa que te da éxito, que incluso te arregla la vida y que ayuda a tus hijos durante un tiempo, y lo digo rotundamente y si no pienso qué va a escuchar la gente, a lo mejor ellos escuchan ‘¿qué dice este imbécil? Además de estar bien, se queja’, porque no lo expresás bien. Entonces él es un delicado con eso y ella no es delicada, pero sabe también su secreto, sabe el precio que paga. Entonces son una bomba, muy interesante. Creo que es una pieza que en este momento habla de lo que hablamos en casa, de los hijos, de los afectos. Y en casa, que se puede hablar libremente, es donde más tenés que cuidarlo, porque es donde más sombras puede haber. Hay que darle tiempo al otro.
(MM) -Poder sumar a hacer el ejercicio de lo que pensás con el cuidado de no lastimar, pero no renunciar a lo que de verdad pensás. La no mentira, el no caretaje, me parece que eso está bueno. Y esta es una pareja de gente más grande que se ha elegido a una altura de la vida y que no están dispuestos a meter cosas debajo de la alfombra, pero sin el drama.

HACER REIR
-En este contexto sociopolítico, ¿creen que es un buen momento intentar hacer reír a la gente?

(MM) -Sí, yo tengo necesidad de que me hagan reír y, dentro de mis posibilidades, trato de hacer algo para que la gente la pase bien. No con ese modelo de boludez, de entretenimiento vacío de contenido, pero sí con un material que no es pretencioso, que es llano, sencillo, que te vuelve a conectar con la escucha. Me parece que tiene un montón de atributos este material, que no están a primera vista y que cuando indagás un poquito decís ‘¡mirá cuántas cosas puede aportar!’.
-¿Qué expectativas les genera el estreno? (MM) -Sabemos que es un momento difícil, que no somos omnipotentes en el sentido de que pensamos que las expectativas van a poder con toda la realidad que es durísima, pero tenemos fe. Hasta ahora lo que hemos recibido es que se han creado expectativas lindas.
(IA) -Todo lo que parece que la gente ha visto es nuestra relación en el anuncio, nos pasa en la vida. Mercedes y yo nos conocemos hace tiempo y nos admiramos, nos hemos cruzado en sitios y festivales, y tenemos mucha gente en común. Ella es una mujer muy querida, querida por los grandes, y eso parece que se transmite al público.