Umbrales del tiempo

Pablo Neruda

Pablo Neruda (seudónimo de Ricardo Reyes Basoalto) fue un poeta chileno que nació en 1904 y falleció en 1973. Premio Nobel de Literatura, fue senador de la República chilena, embajador de su país en Francia y doctor honoris causa de la Universidad de Oxford.

Su obra poética es inmensa y sólo citaré algunos de sus libros: ‘Crepusculario’, ‘Veinte poemas de amor y una canción desesperada’, ‘Residencia en la tierra’, ‘Canto general’, ‘Los versos del capitán’, ‘Odas elementales’, ‘Navegaciones y regresos’, ‘Cien sonetos de amor’, ‘Memorial de Isla Negra’, ‘La Barcarola’, ‘La espada encendida’, ‘Las piedras del cielo’, ‘Himno y regreso’, ‘Que despierte el leñador’, ‘Tentativa del hombre infinito’, ‘El mar y las campanas’, ‘Elegía’, ‘Las uvas y el viento’, ‘El corazón amarillo’, entre muchos más.

También escribió artículos para diarios y revistas de países de habla hispana. Fue miembro del Partido Comunista de Chile y funcionario del gobierno del presidente Salvador Allende, derrocado por Augusto Pinochet en septiembre de 1973. Pocos días después falleció.

En 1974, la editorial Seix Barral de Barcelona publicó su autobiografía titulada ‘Confieso que he vivido’.

Varios cantantes populares musicalizaron algunos de sus poemas. Pablo Neruda fue personificado por actores en filmes como ‘Ardiente paciencia’ (1983), ‘El cartero’ (1994) y ‘Neruda’ (2016).

Fue uno de los poetas más importantes de la literatura mundial del siglo XX. La influencia de su vida y obra trasciende el ámbito literario, permeando todos los campos de la cultura popular y académica, y la historia política y social del país. La relación entre Neruda y el mar es de una rotundez tal que este se abre paso siempre en el análisis de poesía, con preeminencia sobre otras expresiones de la naturaleza, que caracterizan también su inspiración poética.

FRASES POETICAS

Reproduzco brevemente algunos fragmentos de poemas que nunca olvidaré de Pablo Neruda.

En una poesía del libro ‘Residencia en la tierra’ escribe estos versos: “Si pudiera llorar de miedo en una casa sola, si pudiera sacarme los ojos y comérmelos, lo haría por tu voz de naranjo enlutado, y por tu poesía que sale dando gritos. Cuando vuelas vestido de durazno, cuando ríes con risa de arroz huracanado, cuando para cantar sacudes las arterias y los dientes, la garganta y los dedos, me moriría por lo dulce que eres, me moriría por los lagos rojos, en donde en medio del otoño vives…”.

En ‘Veinte poemas de amor y una canción desesperada’ dice: “Puedo escribir los versos más tristes esta noche, escribir por ejemplo: la noche está estrellada y tiritan, azules, los astros, a lo lejos. El viento de la noche gira en el cielo y canta. En las noches como esta la tuve entre mis brazos, la besé tantas veces bajo el cielo infinito…”

En ‘La espada encendida’ se refiere al amor: “Nadie conoce como los dos solos, los destinados, los penúltimos, los que se hallaron, sin otro parecido que ellos mismos, nadie puede pensar, lejos de los orígenes, que una mujer y un hombre reconstruyan la tierra…”

Luego, en ‘Navegaciones y regresos’ se refiere al indio: “El indio entremuriéndose en las calles del Perú, de Bolivia, por los montes de América, con tantos hilos de oro en el museo, con tanta ropita en la historia, y aquí va el pobre y viene, ya sin voz y sin trigo y sin zapatos…”

Finalmente, en ‘Odas elementales’ le dedica una oda al fuego: “Descabellado fuego, enérgico, cielo y lleno de ojos, deslenguado, tardío, repentino, estrella de oro, ladrón de leña, callado bandolero, cocedor de cebollas, célebre pícaro de las chispitas, perro rabioso de un millón de dientes, acéchame, vive, para dejarte escrito, para que cantes con mis palabras, a tu manera, ardiendo…”

Para terminar, uno de sus más famosos versos: “Me gustas cuando callas, porque estás como ausente, y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca”. Y como diría Hamlet: “The rest is silence”.