Oscar Alende: intransigencia y política (sexta y última entrega)

La derrota de Malvinas torció el rumbo de la dictadura y se inició el camino a recuperar la vida constitucional en democracia. El 17 de septiembre de 1982, en la Federación de Box, los intransigentes hicieron un primer acto político. Los oradores fueron Juan Carlos Manes, Claudio Saloj, Marcelo Arabolaza, Raúl Rabanaque Caballero y Darío Díaz. El evento fue cerrado por Oscar Alende.

La reorganización de los partidos políticos le abrió la puerta a cientos de actos de campaña electoral, mesas en las calles y pintadas políticas en las paredes de las ciudades. También hubo una intensa propaganda para afiliar a la ciudadanía a los partidos políticos. El 24 de junio de 1983, frente a unas 15 mil personas reunidas en el Luna Park, se presentó la fórmula intransigente integrada por Alende y el dirigente santafesino Lisandro “Gringo” Viale. Este último, nacido en 1927, tenía una larga trayectoria en la Intransigencia. Elegido diputado provincial en 1958, renunció al año siguiente por disconformidad con el gobierno de Frondizi. En 1961 participó en la fundación del Partido del Trabajo y el Progreso, una agrupación provincial corrida a la izquierda, pero regresó al PI tiempo después.

Se inició entonces el período de auge de la intransigencia. Se abrieron locales partidarios en barrios y ciudades; se organizó la Juventud Intransigente, la Juventud Universitaria Intransigente, el Frente Secundario Intransigente. Se produjo una incorporación masiva de miles de jóvenes al PI, convocados por una propuesta considerada “alternativa” al reformismo alfonsinista y la decadencia justicialista. Alende atrajo a una nueva generación, contestataria a la dictadura, que revalorizó la democracia y que encontró en el PI un nexo entre la lucha por los DDHH, el juicio y castigo a los culpables y el no pago de la deuda externa contraída por la dictadura. Esta incorporación no dejó de causar algunos inconvenientes, como es de suponerse, con los intransigentes más antiguos.

SEGUNDA FUERZA

La JUI se convirtió en la segunda fuerza, después de la radical Franja Morada, en la Universidad de Buenos Aires, ganando los Centros de Estudiantes de las Facultades de Ciencias Sociales, Psicología, Filosofía y Letras, y Ciencias Exactas. Más modesto, el Frente Gremial ganó la conducción de la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires. Tras un cierre de campaña multitudinario en Plaza Once, en donde se congregaron cerca de 50 mil personas, los resultados electorales del 30 de octubre de 1983, hicieron a Raúl Rabanaque Caballero, a Miguel Monserrat y a Marcelo Arabolaza diputados nacionales.

El dirigente porteo Nicéforo Castellano fue el secretario legislativo del bloque. El PI conquistó las municipalidades bonaerenses de Lincoln, Benito Júarez y Coronel Suárez, además de más de treinta bancas en los Concejos Deliberantes.

Alende apoyó las investigaciones de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas; los juicios a las Juntas Militares; la Ley de Divorcio Vincular y el llamado al Congreso pedagógico nacional, pero fue crítico del gobierno de Raúl Alfonsín -ese joven diputado provincial que le ganaba en Chascomús durante su gobernación-, especialmente frente al manejo de la deuda externa, sosteniendo su ilegitimidad y proponiendo el no reconocimiento de ella.

En 1985, Alende encabezó la lista de diputados nacionales, lo que le permitió a Monserrat renovar su banca y ganar otras dos que ocuparon Juan Carlos Aramburu e Isidro Bakirjian. El PI se acercó a su máximo punto de desarrollo electoral. En las elecciones de 1987, tras la discusión interna acerca de mantener la individualidad partidaria o ir junto a la renovación peronista en un frente común, se impuso la primera opción.

El PI solamente logró sumar a la Cámara Baja a un diputado nacional, Luis Manrique, por la Provincia de San Juan, y a Julio Salto ganar la Municipalidad de Cipolletti. Paradójicamente, en ambos casos, los intransigentes habían ido aliados al peronismo.

Seguramente la polarización electoral de 1983 le quitó votos al PI, aunque logró instalarse como un partido a nivel nacional. Fueron fundamentales para esto el carisma de Alende y la llegada al PI de miles de jóvenes en busca de un espacio político alternativo, pero algunos inconvenientes ocurrieron que hicieron fugaz el éxito de “la patota del Doctor” como acostumbraban a cantar. ¿La necesidad de diferenciarse del alfonsinismo y mirar más condescendientemente a la renovación peronista pero sin construir una alianza electoral con esta? ¿La intención de lograr un partido político revolucionario, desde una mirada ligada al trotskismo y a las experiencias de los años sesenta y setenta pero en un partido político salido del radicalismo argentino? ¿Quedarse atrapado en el medio de los dos grandes de la política argentina y no poder acceder a conducir un tercer movimiento histórico que, dicho sea de paso, Alende manifestó mucho antes que Alfonsín?

 EL ÚLTIMO INTRANSIGENTE

Así las cosas, entre 1987 y 1989 el PI fue vaciándose de militantes y dirigentes. ¿Fin de las expectativas que despertó la primavera alfonsinista? ¿Simple oportunismo a que nos tiene acostumbrados la política nacional? ¿O estamos ante una imposibilidad estructural de la política que no permite tener un espacio nacionalista, popular, democrático y de centro-izquierda fuera de las dos estructuras mayoritarias, aunque ese espacio, de característica urbana y definida identidad cultural, exista?

De alguna manera el PI terminó como la UCRI después de Frondizi, que nunca pudo reconstruirse, solamente quedaron un partido de cuadros técnicos y lobista como el MID y Alende, cuya personal conducción pudo, tal vez, haber impedido el desarrollo de otros dirigentes a lo largo del tiempo.

Frente a las elecciones nacionales del 14 de mayo de 1989, la Convención Nacional del PI decidió integrar un frente electoral que llevó a Carlos Menen como candidato a presidente. Lo que no se había logrado con Perón en 1963 y en 1973, parece que lo hizo un vecino de Alende, el intendente de Lomas de Zamora, Eduardo Duhalde. Cosas del devenir de la política, y sabemos que los únicos que no se equivocan son los que no hacen nada. Alende renovó su banca, en esa oportunidad, en el Congreso Nacional, lo mismo que hará en 1993. Murió siendo diputado de la Nación en 1996.

Así terminó una saga, de casi medio siglo de duración, de prestigiosos dirigentes de la talla de Moisés Lebensohn, Crisólogo Larralde, Ricardo Balbín y Arturo Frondizi, más allá de las diferencias que tuvieron entre sí. Don Oscar, como lo llamaban los más cercanos, el último intransigente.

 * Historiador.