Superadas las zozobras que precedieron a la elección de octubre, el año 2025 se está cerrando muy al gusto de Javier Milei. El 26 de octubre fue un verdadero punto de inflexión<
El rotundo resultado electoral tuvo dos motores convergentes. En el frente interno, Milei logró beneficiarse de una oposición que, dispersa y dominada por los reflejos y las urgencias del kirchnerismo, se replegó en la pura resistencia y fue incapaz de ofrecer un proyecto atractivo para una sociedad que espera una hoja de ruta clara hacia el futuro y rechaza la nostalgia restauradora. Sin una competencia plausible, el oficialismo pudo convertir la elección en un plebiscito, sobre todo, de dirección histórica.
El otro motor provino de Washington. Donald Trump y su secretario del Tesoro, Scott Besent, rescataron al gobierno cuando éste estaba ante peligro de defaultear la deuda, ofrecieron ayuda, dieron fuerte apoyo político y también dejaron claro que la Casa Blanca consideraba indispensable que Milei ampliara su base política. En ese marco deben leerse la invitación a Mauricio Macri y la reunión con los gobernadores. Sin embargo, el encuentro con el líder del PRO dejó en evidencia que para Milei sumar aliados no implica un loteo del gobierno: la lógica es de cooperación puntual, no de cogobierno. Adhesión, no reparto de cargos. En esa tensión desigual se juega buena parte del nuevo mapa político.
MAGNETISMO DEL PODER
El último miércoles Milei pudo celebrar que La Libertad Avanza se convirtiera en el bloque más numeroso de la Cámara de Diputados. La incorporación a las cámaras de los recién electos diputados y senadores expuso los cambios de casaca de legisladores de otras fuerzas que, después del escrutinio de octubre, decidieron sumarse al partido del gobierno. Magnetismo del poder. A ellos se agregó que el bloque Unión por la Patria disminuyó su caudal por la retirada de varios legisladores (en principio, tres que obedecen al gobernador de Catamarca, Raúl Jalil) en un movimiento estimulado por la notoria declinación del kirchnerismo (y, también, por otra variedad del magnetismo del poder).
La condición de primera minoría alcanzada por el oficialismo en la Cámara baja otorga ventajas en la distribución y la presidencia de las comisiones legislativas, que normalmente se distribuyen en proporción al peso de cada bancada.
Así, tras atravesar la primera mitad de su período en situación de debilidad en el Congreso, Milei ha pasado a tener allí una potencia en el Congreso: primer bloque en Diputados y segundo bloque del Senado.
Inclusive con el vertiginoso crecimiento de sus fuerzas en la Cámaras, el Gobierno seguirá necesitando ayuda ajena, tanto para conseguir quorum como para aprobar proyectos muy disputados. Por eso, para sostener sus propuestas principales en el Congreso el oficialismo, más allá de sus propios bloques, prevé contar con el respaldo de un número variable pero suficiente de aliados. Otra vez: magnetismo del poder. En primera instancia prevén la ayuda de los gobernadores más dispuestos, pero también la de legisladores influyentes que se manejan con mayor autonomía.
ALIANZAS PUNTUALES
La Casa Rosada espera poner a prueba esas alianzas, con el nuevo Congreso ya en funciones, antes del fin de las sesiones ordinarias del año. El primer examen será la ley de Presupuesto. El oficialismo dejaría para las sesiones extraordinarias, después de las fiestas, el tratamiento de las reformas más profundas en estudio, empezando por la laboral, que ha tomado el nombre más contenido de “modernización”.
La llamada “modernización laboral” promete un debate áspero. Aunque el Gobierno está dispuesto a avanzar, también se muestra conciente de los límites políticos: quiere evitar una confrontación frontal con la CGT. La central sindical, que acaba de elegir un nuevo triunvirato, necesita exhibir firmeza, pero no busca una guerra abierta. Ambos sectores exploran discretamente puntos de convergencia: nuevas modalidades de indemnización, continuidad de los aportes por planilla, respeto por los convenios vigentes para los trabajadores formales y reconocimiento del rol sindical en la supervisión de los nuevos contratos que surgieran de los cambios tecnológicos y de la informalidad extendida.
Milei entiende que la voz de los gremios puede ser decisiva para asegurar el respaldo de varios gobernadores, y también para evitar que una foto de conflictividad callejera empañe el eventual logro político de aprobar una ley central para el programa económico.
Así, lo que hasta las vísperas de aquel comicio de octubre anticipaba un horizonte político estrecho se transformó, tras la sorpresiva victoria electoral, en un escenario despejado, con nuevas oportunidades y una nueva relación de fuerzas que el Presidente ha buscado capitalizar con rapidez ante un sistema tradicional de partidos que está balcanizado.
Los cambios en su gabinete consolidan esta reconfiguración: el elenco ministerial, ahora más heterogéneo, refleja un sistema de apoyos más amplio pero administrado con manos estrictas (las del Presidente y la Secretaria General de la Presidencia) desde Balcarce 50.
La incorporación del general Presti al gabinete se inscribe en ese movimiento: ampliar la base de apoyos sin perder el control del timón. Es una ampliación funcional, no orgánica; se suma poder político y operativo, pero sin abrir espacios que comprometan la autonomía presidencial. Los cambios en la Secretaría de Inteligencia, aunque combinados con tironeos internos, responden a la misma lógica. Ese reordenamiento seguirá su curso durante 2026.
En paralelo, el frente externo ofrece quizás el activo más relevante para el Gobierno. El acuerdo comercial con Estados Unidos que se expondrá en la tercera semana de este mes promete efectos de largo alcance. Más que un pacto comercial, es una pieza de arquitectura estratégica: consolida el alineamiento con la administración Trump y establece condiciones para una oleada de inversiones, particularmente en sectores donde Argentina exhibe ventajas comparativas evidentes -minerales críticos como cobre, litio y tierras raras; energía- y los grandes data centers asociados al desarrollo de inteligencia artificial, una apuesta que el propio Sam Altman ha destacado públicamente. La caída del riesgo país y el posible retorno al mercado internacional de crédito serían derivaciones (que el gobierno espera inmediatas) de esta asociación.
RIESGOS DE UN PAIS A DOS VELOCIDADES
Sin embargo, esa perspectiva abre tensiones nuevas. La localización de gran parte de esas inversiones -en regiones alejadas de los grandes conglomerados urbanos- plantea un desafío de redistribución y equilibrios territoriales.
El modelo productivo implícito de Milei deberá encontrar respuestas para los núcleos de población más golpeados por la desindustrialización y el desempleo, especialmente en el Gran Buenos Aires y otras zonas densas del país donde la precariedad social se combina con fenómenos más duros: droga, delito, desarraigo.
La sustentabilidad política del programa requerirá combinar el salto productivo con políticas de integración que eviten que el crecimiento conviva con la fragmentación. Es muy compleja la gobernanza de una sociedad dividida que marche a dos velocidades.
Milei ingresa en una nueva etapa de su gobierno sumando a la fuerte inserción internacional traducida en alineamiento tras Estados Unidos, reformas internas (el combate a la inflación fue si prueba piloto) y ahora un pragmatismo más pronunciado de lo que sugería su retórica inicial.
Con varios desafíos económicos pendientes -acumular reservas, reactivar la producción, recomponer el consumo- que le recuerdan tanto el FMI como economistas locales, pero con un paisaje político más ordenado, apoyado en el voto, en Washington y en un relato reformista que aún conserva crédito, Milei ingresa a 2026 buscando refirmar la renovación de su liderazgo que se produjo el 26 de octubre. Un poco más allá está el sueño de la reelección en 2027. ¿Estamos en el punto de partida de un nuevo tiempo político?
